El Papa Francisco ha publicado el 29 de junio de 2022 un nuevo documento de carácter oficial. Se trata de la Carta Apostólica Desiderio Desideravi que inicia con la cita bíblica Desiderio desideravi hoc Pascha manducare vobiscum, antequam patiar (Lc 22, 15) “cuánto deseaba comer esta Pascua con ustedes”.
Por: Arturo Navarro
Las razones de este texto después de haber publicado ya el Motu proprio Traditionis custodes el 16 de julio del 2021 son tres: señalar de nuevo el fin de la misa en latín, reafirmar la validez del Concilio Vaticano II y marcar una distancia con los grupos tradicionalistas que sobreviven dentro de la Iglesia.
El simbolismo de la fecha de la firma es nuevamente importante. Se trata de la solemnidad de San Pedro y San Pablo. Se trata de la fecha central dentro de la eclesiología, porque es la fiesta del Primado de Pedro. Simbólicamente alude al poder eclesial del apóstol Pedro ejercido por el Papa, y a la configuración de la iglesia realizada por el apóstol Pablo. Junto con esto, el título señala una orientación precisa: la formación litúrgica del pueblo de Dios. Para ello señala que la liturgia va más allá de “un ceremonial decorativo… o un mero conjunto de leyes y de preceptos… que ordena el cumplimiento de los ritos” -recuperando esta frase de Pío XII, un Papa venerado por los tradicionalistas-. En este análisis replantea el sentido de la palabra “asombro ante el misterio” que usan los tradicionalistas para mantener encubierta en las formas preconciliares y el uso del latín, el sentido profundo del asombro: admiración del plan de Dios. Así, se distancia de los tradicionalistas que usan la forma litúrgica para ocultar el misterio religioso; y retomando el Concilio señala que la forma de celebrar debe realizarse sobre la base de la apertura y no del ocultamiento. Se trata de una recuperación de la simbólica en clave humana donde los símbolos no sólo revelan los vínculos religiosos, sino que revelan la misma condición humana.
El señalamiento de la tensión con los sectores tradicionalistas y neoconservadores se ubica en las siguientes palabras: “La problemática es, ante todo, eclesiológica. No veo cómo se puede decir que se reconoce la validez del Concilio – aunque me sorprende un poco que un católico pueda presumir de no hacerlo – y no aceptar la reforma litúrgica nacida de la Sacrosanctum Concilium, que expresa la realidad de la Liturgia en íntima conexión con la visión de la Iglesia descrita admirablemente por la Lumen Gentium”. Para el Papa Francisco no se trata de un problema de forma -la celebración de la misa en latín-, sino de un asunto de fondo: la comprensión eclesiológica, donde “una celebración que no evangeliza no es auténtica”, aunque se realice de acuerdo con las rúbricas.
Los conflictos que vienen se vislumbran. Este documento -Carta Apostólica Desiderio Desideravi– se promulga en el contexto de la Conferencia Sacra Liturgia que se realiza en el Seminario de San Patricio de la Arquidiócesis de San Francisco, del 28 de junio al 1 de julio de 2022; y que tiene entre sus conferencistas a los que en la página oficial considera “los mejores eruditos litúrgicos católicos”: Cardenal Robert Sarah, Cardenal George Pell, Salvatore Cordileone, Arzobispo de San Francisco, claramente identificados como opositores al Papa Francisco. La cuestión no es menor, porque obliga a posicionarse a los simpatizantes de la liturgia en latín y la eclesiología preconciliar, que siguen todavía dentro de la iglesia católica romana: algunos cardenales y episcopados, creyentes tradicionalistas y neoconservadores -como los kikos del Camino Neocatecumenal y Comunión y liberación, entre otros-. Al mismo tiempo, con esta Carta Apostólica, Francisco coloca un ladrillo más en el debate por el futuro de la Iglesia, que difícilmente se podrá desmontar en un próximo papado. El eje de las reformas ha sido la alegría del evangelio, la centralidad de la misión evangelizadora, la reforma de la Curia Romana, la sinodalidad, el posicionamiento del Concilio, y ahora este pronunciamiento fuerte sobre la liturgia. Se trata de un tema que los cardenales y obispos no pueden ignorar.
¿Qué se sigue? En una institución que ha sabido acomodarse durante dos mil años, es posible que la inercia lleve a los cardenales Robert Sarah y George Pell, al arzobispo Salvatore Cordileone y a los otros cardenales que están detrás de ellos, a alinearse en espera del futuro Papa. Sabrán ser eclesialmente correctos. Otros más apasionados es posible que radicalicen su posición y busquen pertrecharse en sus trincheras, e incluso salir a dar la batalla, aunque sepan que está perdida. Unos más, es posible se alejen tanto que acaben rompiendo con la iglesia. Supongo que la mayoría de los obispos realizarán los ajustes a la formación en los seminarios e insistirán en la búsqueda de decisiones compartidas. Alcanzo a notar que Francisco continúa poniendo bases a su reforma eclesial. Es posible que algunos se alejen o abandonen la iglesia, sin embargo, la masificación no parece ser la preocupación de este papado.
Nota al pie: nuevamente Francisco alude a la figura inspiracional de su gestión, Francisco de Asís. Lo menciona una vez en el cuerpo de la Carta Apostólica y al final retoma una parte de la Carta a toda la Orden, para ilustrar su posición litúrgica. Ya haremos un análisis del Papa jesuita que se ha convertido en el Papa más franciscano.