No sé a qué bando pertenezco ni sé por qué ni por quién lucho; no soy mercenario, soy un médico abandonado por la vida pero sobre todo soy un pedacito de bandera salvadoreña, no sé si seré alguna estrofa del himno nacional o a lo mejor sea la elegante cola del pájaro picón picón.
Por: Francisco Parada Walsh*
¡No lo sé! Sin embargo antes se escribía para enamorar, para pensar, para viajar; este sencillo artículo dispara mis núcleos amiloideos y cual adicto a la cocaína, estos se tornan celestes.
Empiezo a escribir, creo que alguien lo leerá sin embargo soy mi principal fanático, no es ego sino ese inmenso gozo de re leer lo que me hizo reír o llorar, pasar horas en silencio, empezar a buscar algún error, esas sencillas comas que me las como, esos puntos y comas que se esconden y esas tildes y acentos que me hacen creer que todavía mi mente funciona, esa parte cognitiva es la que debería primar pero no, estas líneas se convierten en venenosos dardos que no serán del agrado de unos y todo lo contrario, habrá alguien que será parte de mi ejército, así camina el mundo, nadie se percata de la veracidad de los hechos, todo es verdad, todo es real cuando así como envío y comparto este articulo (placer enorme, no es el ego pues me basta leerle estas líneas a mis gatos) sino que día a día debo ejercitar el cuerpo y la mente, eso es extraordinario.
Antes de escribir quizá he chapeado el jardín por tres horas, luego viene la caminata perruna y después de un ligero desayuno, empiezo a ejercitar mi cerebro, cada frase es un ejercicio mental que deja como único ganador a mi persona pues mi vocabulario se enriquece, debo investigar pero sobre todo leer y leer y entonces, mi gozo es infinito.
Pero no quiero pertenecer a ningún ejército sin embargo mi subconsciente pertenece a determinada armada que hace que yo crea que lo que escribo a favor o en contra ayudará a destruir al enemigo y aunque me niegue a aceptarlo, de eso se trata.
Hoy en día, sea un twitter que se dispara, hace que una necesidad imperiosa de buscar algún protagonismo y todo se da por verdad, el odio aumenta, la ofensa es algo cotidiano cuando hace diez años, ese hombre que ofende, solo su familia sabía que existía, y nadie más.
Así, ahora, cada gobierno tiene ejércitos títeres que basta decir una sandez para que los fanáticos o antagónicos se maten; mientras el país comenta que “La FIFA, que la Federación, que el Aliancita” nos están saqueando, no hay dinero y no habrá pensiones.
Al final, quizá ganen estas guerras cognitivas quien más cortinas de humo lance; ejemplo claro ¿Por qué los gringos después de publicar al señor Zelaya en la lista Engels (bayuncada muy propia), ahora lo quitan? Porque es el que pone la cara y firma la deuda, así de sencillo, y mientras, los hospitales inundados, el seguro de vida a todo el personal de salud es historia y aun, conozco a tantísimas personas que son brillantes para armar un piano o una rocola pero no entienden que su futuro se llama hambre, miseria y muerte y ¡Aun, no lo entienden! Justo el no entender la verdad y creer en una “verdad” creada es lo que se llama la POST – VERDAD.
Quizá prefiero un mundo de mentiritas, de no creer en lo bueno y si creer en lo malo, para quizá entenderme un poco. ¿Qué busca la POST – VERDAD? ¡Polarizarnos! ¡Dividirnos! Me suena mejor la palabra división pues eso de polarización deja un espacio para que se pueda ver algo mientras la división nos aniquila; escribo y seguiré escribiendo en esta vida, desde el cielo o el infierno mientras entienda que nací pobre y moriré más pobre.
Otro ejemplo. Crecí en un hogar que en aquellos tiempos se consideraba clase media, a los once años estudié inglés en una de las academias más prestigiosas de Estados Unidos, hice lo que quise, a los cuarenta años recibía “X” cantidad de dinero, mi vida era una buena vida; para escribir estas frases me quedé en silencio, en segundos todo lo vivido pasó por mi mente y apareció una sonrisa en mi rostro, no puedo pedir más; el mar era mi cancha y ahora no dispongo de un futuro que me proteja aunque el futuro me importa un bledo, vivo este presente pobre, sencillo, silente pero las clases sociales que me hacían creer que era miembro de una clase social media alta, era, es y será la post verdad. Nada ha cambiado, solo es un simple juego de palabras.
Médico salvadoreño