Fracaso, colapso, corrupción y Bitcoin. Estas son algunas de las palabras que Carlos Acevedo más repetirá en esta entrevista que va del drama a la ironía, de los secretos nunca antes conocidos a una filigrana de infidencias penosas del primer gobierno de izquierdas en El Salvador. El economista participó en la elaboración del programa económico del presidente Carlos Mauricio Funes Cartagena (2009-2014) y después fue nombrado presidente del Banco Central de Reserva (BCR) y durante cuatro años —según él— navegó en un mar carencias e ineficiencias que les impidieron llevar a buen puerto sus ideas.
Explicó, por ejemplo, que al llegar al poder el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se trató de «democratizar el modelo económico» creando un Estado de Bienestar sólido que garantizara servicios básicos de salud y educación de alta calidad. Uno de los tantos problemas, según dijo, fue que Alex Segovia y Carlos Cáceres, las manos derechas de Funes, estaban hinchados de egocentrismo y estancaban el trabajo. «Yo dije: bueno, con estos cabrones no se puede y mejor me dediqué al trabajo del Banco Central», contó.
Recordó, además, que Funes —quien debía ser el coordinador y líder de todas las iniciativas gubernamentales, incluida las económicas— se desconectó completamente un año después de asumir como presidente. Por ejemplo: nunca asistió a una sola reunión del Gabinete Económico: «Un par de veces se asomó para saludar, siempre con el vasito de güisqui en la mano».
Aunque Acevedo, personalmente, también tuvo noticias de Funes cuando ocurrió algo que bien podemos calificar de intento de tráfico de influencias: de Casa Presidencial le llamaron para pedirle que contratara en el BCR a una de las hijas del entonces alcalde capitalino Norman Quijano —es padre de dos: Lissette y Norma—, pero se negó a hacerlo. Después volvieron a telefonearle para pedirle lo mismo con el yerno del otrora candidato presidencial. También lo rechazó.
En síntesis, según Acevedo, el FMLN trazó como su objetivo desmontar la ultra-liberalización económica que entre 1989 y 1994 consolidó Alfredo Cristiani. Y, como resulta evidente, fracasó.
De las maniobras económicas que Nayib Bukele está implementando, el exfuncionario se ha erigido en un crítico pesimista. Primero porque el presidente nunca ha tenido un plan económico, aunque eso quizá no importa tanto —dijo— porque un gobierno que improvisa también puede ser eficiente en la vida práctica. El problema, en realidad, es que esas improvisaciones, como convertir el Bitcoin en moneda nacional, han sido completos fracasos. Le quedan, sin embargo, unas pocas apuestas estratégicas como Surf City y el Tren del Pacífico que pueden rescatar una economía fuertemente apaleada por la inflación, el mal manejo de los fondos estatales y los sinuosos vaivenes de la deuda pública.
Y, el mayor de los riesgos que está a la vuelta de la esquina es el impago, que el Gobierno puede evitar en 2023, pero que en 2025 y 2027 puede concretarse y llevar al país al colapso económico: cierre de empresas, desempleo, hambruna, pobreza.
¿Qué tanto cambió la economía con el fin de la guerra civil?
Obviamente hubo un cambio de timón de 180 grados con la llegada del presidente Alfredo Cristiani, pues se implementó el modelo de apertura comercial, de liberalización comercial. Hubo reformas estructurales en el marco del llamado Conceso de Washington. Frente a la economía estatista —bancos nacionalizados, exportación de café nacionalizado, controles cambiarios, controles de tasas de interés, controles de precios— viene el programa de Cristiani a liberalizarlo todo. Se privatizan los bancos y luego, en los otros períodos de ARENA, se privatizan las pensiones, las telecomunicaciones y las distribuidoras de electricidad. Se trata del esquema típico de liberalización económica del Consenso de Washington. Para mí es el modelo que aún sigue vigente.
¿Usted cree que los políticos que liberalizaron la economía cumplieron con los postulados teóricos del libre mercado?
El plan de gobierno de Cristiani era el plan de Desarrollo Quinquenal que le había hecho Arnold Harberger a FUSADES. Harberger es uno de los padres de la escuela de los Chicagos Boys y ha tenido mucha relación con El Salvador… Yo creo que el problema al finalizar la guerra fue que en los Acuerdos de Paz no se discutió el modelo económico.
Algunos excomandantes del FMLN, como Salvador Samayoa, han dicho que no negociaron el modelo económico porque la idea era garantizar elecciones libres para llegar al poder e implementar desde ahí sus ideas económicas.
Pero no se hizo.
Claro. Aunque con el triunfo del FMLN se trató de revertir los esquemas de privatización total a través de los asocio-público-privado.
Cuando Schafik Hándal fue candidato presidencial en 2004 ofreció desmontar todo: la dolarización, los tratados de libre comercio, etcétera. La idea era darle vuelta a lo que había hecho Cristiani. Pero cuando el FMLN ganó la presidencia en 2009 no sucedió nada de eso. En primer lugar, porque ese gobierno no era del Frente, sino de Mauricio Funes. En el mejor de los casos era un gobierno bicéfalo. Es decir: estaba Funes con su gabinete Económico donde los hombres fuertes eran Carlos Cáceres y Alex Segovia, y, por otro lado, estaban los funcionarios del FMLN. En la campaña fue Alex Segovia quien trabajó el programa económico de Funes. Ahí me involucró a mí. Por el lado del Frente lo trabajó Gerson Martínez. Pero cuando Funes ganó la elección, le dio una patada al Frente en materia económica. Todo el trabajo que había hecho Gerson no se tomó en cuenta.
¿Cómo caracterizaría usted al gobierno de Funes en lo económico? ¿Qué hizo de sustancial?
Funes dijo que íbamos a dar un golpe de timón, pero eso no sucedió. Seguimos con el modelo neoliberal de Cristiani. Yo creo que Sánchez Cerén y Nayib Bukele han continuado con el mismo modelo.
Nos decía que usted participó en el plan que elaboró Alex Segovia.
Yo participé en el programa de gobierno, que era un buen programa de gobierno. El problema es que se quedó en el papel. Lo que trabajó Alex Segovia, ayudado por algunos, no pretendía darle vuelta a la tortilla, pero sí democratizar el modelo económico, darle un giro al carácter consumista, pasar a una economía más productiva… La idea del programa de Funes, aunque Funes no metió mano, era volver a una economía productiva, a una mayor participación de la pequeña y mediana empresa, es decir, democratizar el modelo que había. Pero eso no se logró.
¿Y los estímulos a pequeñas empresas no funcionó?
No. Es que no había recursos. Recuerdo que al inicio del gobierno hicimos un viaje a Brasil con Carlos Cáceres para ver cómo funcionaba el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, el BNDES. Ese banco tiene una cartera de crédito que es el doble del Banco Mundial y del BID combinados; es un monstruo. Nosotros fuimos a ver cómo funcionaba el modelo de este banco. Eso nos inspiró para transformar el BMI en BANDESAL. La idea era crear un instrumento que levantara las tasas de crecimiento económico que venían bajas desde el año 2000. Los brasileños nos hicieron recomendaciones básicas: que no fuéramos a financiar un montón de proyectos chiquitos, que eso no cambiaba las cosas, que buscáramos uno o dos proyectos grandes y estratégicos que fueran la locomotora de la economía nacional, y que luego le agregáramos los vagoncitos que quisiéramos, pero que si no teníamos dos proyectos estratégicos no íbamos a lograr que la economía despegara. Eso, evidentemente, no se logró.
¿Cómo se iba a lograr eso en una economía que no crece?
Aquí la locomotora pudo haber sido la inversión que se acababa de hacer en la planta de gas: una inversión de mil o dos mil millones de dólares. Hace 10 años pudo haber sido la locomotora.
¿Qué papel jugó el presidente Funes en el programa económico que ustedes trataban de implementar?
Ninguno. En los casi cuatro años que estuve en el gobierno, Funes no llegó a una sola reunión del gabinete económico. Ni a una sola… Un par de veces se asomó para saludar, siempre con el vasito de güisqui en la mano. Todas las reuniones eran en Casa Presidencial. Pero nunca se sentó a trabajar con nosotros.
¿Por qué cree que fracasó este programa que elaboró Alex Segovia?
Creo que se mezclaron cosas estructurales con cosas personales. Alex tiene un estilo de trabajo acaparador. Es cuello de botella. Si no lo hace él, no delega.
¿Había un problema de egos?
Era un problema de estilo personal combinado con factores estructurales. Al final tampoco había dinero para implementar las políticas. Por ejemplo, una de las ideas de Alex era armar una red de protección social universal, como lo tienen los países con un buen Estado de bienestar, es decir, que todo mundo tuviera cobertura de salud, educación, pensiones, etcétera. Eso se quedó en el aire. ¿De dónde se iba a sacar el dinero? Para mí básicamente fracasó porque el programa de gobierno no se llevó a la práctica por temas de egos, por temas personales, por temas de restricciones financieras. Y también porque el presidente Funes se fue desconectando cada vez más. Cuando Funes entró estaba más involucrado, pero cuando Mecafé le presentó a las muchachitas y conoció a La Michy, entonces se desconectó.
¿Totalmente?
Sí. Cuando salí del gobierno me di cuenta de un montón de cosas que hacía Funes. Muchas de esas cosas las supe por infidencias del ministro Carlos Cáceres. Les cuento una anécdota para ejemplificar el estilo de Funes: una vez el secretario Privado, Francisco Cáceres, le dijo al presidente que había un rimero de expedientes que necesitaban su firma. Funes le pidió que escogiera tres o cuatro de los más urgentes para firmarlos. Ese era el estilo de Funes, andaba más preocupado por La Michy, por los carros, por las prácticas de tiro en el polígono de Mecafé.
¿Es decir que la corrupción también incidió en el fracaso del modelo económico que se quiso implementar?
Mientras yo estuve en el gobierno no me enteré de casos de corrupción, porque el que anda en malos pasos no lo anda diciendo. Pero cuando salí del gobierno, como les decía, Carlos Cáceres me relató varias anécdotas. Por ejemplo, cuando Funes puso en la CEL a Irving Tóchez —que había sido director de impuestos internos de Hacienda en el tiempo de Saca y luego puso un despacho para dar asesorías de cómo evadir impuestos— Carlos le dijo a Funes que Tóchez era un gran corrupto. «Ministro, no se meta, yo sé cómo manejarlo», le respondió. Alex trató de hacer lo mismo y también le calló la boca. Por supuesto que la corrupción también afectó.
¿Su salida del gobierno fue por diferencias con Funes o por el ofrecimiento de ir a trabajar al Fondo Monetario Internacional?
Yo empecé en el gobierno con un rol bastante activo. El problema fue que si algo no salía de Alex Segovia no se le daba bola. Entonces me concentré en los proyectos que el Banco Central estaba llevando a cabo… Yo dije: bueno, con estos cabrones no se puede, así que mejor me dediqué a trabajar en el ámbito del Banco Central. Sin embargo, por mis valoraciones sobre los desbalances fiscales y el bajo crecimiento económico, Funes se fue encachimbando conmigo. Pero nunca, a pesar de que fue alumno mío, agarró el teléfono para llamarme. Siempre mandaba mensajes indirectos a través de Alex Segovia o Carlos Cáceres, quienes me decían que el presidente quería echarme; creo que ellos fueron mis defensores, aunque de todo esto me enteré después. Pero sí hubo un momento en que la atmósfera estaba tan enrarecida que yo ya no me sentía a gusto y cabal en ese momento se me ofreció la posibilidad de ir al Fondo Monetario.
¿Nunca habló con Funes directamente?
Estando en el gobierno únicamente recibí cuatro llamadas de Casa Presidencial. La primera fue a los dos meses de haber llegado: Francisco Cáceres me dijo que el presidente Funes quería que le diera trabajo en el Banco Central a la hija de Norman Quijano. Mi respuesta fue que en el Banco Central nadie entraba a no ser por concurso. «Sí, pero el presidente dice», me dijo. Yo le contesté que si la metíamos por dedazo los mismos empleados le iban a crear una atmósfera hostil. Finalmente la metieron en BANDESAL. Después, como a los dos meses, otra llamada de Chico Cáceres, diciéndome que el presidente quería que pusiera al esposo de la hija de Norman Quijano. Le repetí la misma historia. Yo no sé qué intercambio de favores había con Norman Quijano y hasta la fecha no lo sé. En la tercera llamada me pasó a Funes y era para reclamarme que el Banco Central había puesto como director en la CEL a un tal Tom Hawk, un azucarero de la ANEP. Pero yo le expliqué que la ley, de esas leyes de hace 50 años, decía que el representante de ANEP en la CEL lo ponía el Banco Central. Entonces, ANEP propuso en la CEL a este Tom Hawk. Esa fue la única vez que yo hablé con Funes. De ahí, la cuarta vez me llamó Chico Cáceres para decirme que había un inversionista colombiano que iba a presentar un proyecto para CORSAIN, que ya traía luz verde del presidente y que no le pusiéramos reparo porque todo estaba bien. En aquel entonces yo no sabía nada de la corrupción de Funes. Pero mientras yo estuve en el Banco Central nunca llegó el proyecto de CORSAIN. Después me enteré a través de Francisco Lazo, quien fue viceministro de Economía y también presidente de CORSAIN, que el tal inversionista colombiano era un ruso espadachín que era amigo de Munguía Payés… No sé qué conexión había. Pero si manejás el puerto de CORSAIN y querés meter droga tenés cancha libre.
¿En la época de Sánchez Cerén se dedicaron a administrar el modelo neoliberal?
Agarraron el mismo modelo y lo administraron. Pero creo que en el gobierno de Sánchez Cerén cambiaron algunas cosas. Por ejemplo, Carlos Cáceres me contó que los sobresueldos se recortaron. Yo no creo que Sánchez Cerén haya robado como lo hizo Funes. Aunque parte del rechazo de la gente con el Frente es que no se hizo nada para cambiar el modelo ni cambiar las condiciones de la gente.
Es que el modelo socialista que originalmente proponía el Frente era un modelo fracasado.
Sí… La verdad que no es fácil en un entorno de economía globalizada, de modelo de mercado capitalista, insertarte a otro modelo sin caer en una dinámica fracasada.
A tres años del gobierno de Nayib Bukele cómo describiría su modelo económico, si es que hay un modelo económico.
Yo creo que el problema de este gobierno es que no hay un plan claro. No hay una hoja de ruta definida como en los gobiernos anteriores. Por otro lado, vimos la experiencia de los gobiernos anteriores que podés tener el mejor plan del mundo y se queda en el papel. De repente un gobierno que no tiene plan puede hacer cosas más efectivas. Ahora sabemos que el Plan Cuscatlán fue un caldo de cabezas. Ahí se plagió muchas cosas que son buenas. También tiene babosadas y cosas que se salen del plan: como los cubos, el bitcoin, en fin. Pero definitivamente creo que no hay un plan. Así que las apuestas que se han hecho han sido sacadas de la manga de la camisa, como lo del bitcoin, que ha resultado fallido hasta el momento.
¿Ha sido un fracaso el bitcoin?
Los mismos gurúes del Bitcoin están diciendo que se está entrando en un cripto invierno. Eso significa que por un par de años el precio del bitcoin va a quedar estancado. Esto le ha desbaratado los bonos bitcoin al presidente Bukele. Entonces le quedan las grandes propuestas estratégicas, por ejemplo, el Tren del Pacífico, que si se diseña bien podría funcionar. También está la apuesta por Surf City, que yo creo que sí puede pegar porque El Salvador tiene un potencial de playas. Pero de ahí no hay otro megaproyecto a la vista. Lo de Bitcoin City es una locura. Para empezar, no habrá emisión de bonos y tampoco estamos seguros que haya energía geotérmica en Conchagua.
¿Pero cómo financiar un megaproyecto como el del Tren del Pacífico con un Estado que tiene un problema de ingresos?
En lo de Surf City se puede mover inversión privada tranquilamente. Lo del tren habría que ver. Lo que sí estamos claros es que el gobierno no tiene recursos para financiar esos megaproyectos, pero podría hacer un esquema asocio público privado. Ahora, si la estrategia de sacar a las pandillas de las calles se mantiene y se erradican las extorsiones sí puede darle un empuje a la economía, sobre todo a nivel microempresarial, porque son decenas de miles de negocios que han cerrado por las pandillas.
También tenemos el tema de la inflación, del alto costo de la vida, del alto precio de la canasta básica.
Para el gobierno la inflación es psicológica.
¡Jaja! Pero en la calle la realidad es otra: la gente está comprando menos, se está alimentando menos.
La inflación es un fenómeno global. ¿Qué podemos hacer nosotros si importamos todo? La estrategia básica sería el tema de la autosuficiencia alimentaria, pero incluso los precios de los fertilizantes se han disparado por el tema de Ucrania. De manera que, aunque planificáramos producir nuestros propios alimentos, no escaparíamos de la inflación.
¿Y eso puede provocar algún tipo de estallido social?
Por supuesto. Por ejemplo, la raíz de la Primavera Árabe fue el aumento de precios por la crisis del 2008. Actualmente en varias ciudades del mundo se están gestando fuertes protestas por el aumento de los precios.
En El Salvador el gobierno está subsidiando la gasolina…
Obviamente tendrá que recortar gastos. El ministro de Hacienda ya dijo que para recuperar los 50 millones que gastan mensualmente en el subsidio de los combustibles van a despedir a empleados públicos. Pero eso no es sostenible en el tiempo. Además, desde el punto de vista económico el subsidio general a los combustibles es altamente regresivo, es decir, es un subsidio que beneficia sobre todo a la gente de mayores ingresos, porque la gente de menos ingresos no tiene vehículo. La gente de menos ingresos se beneficiaría directamente si el transporte público o el diésel del transporte de mercadería está subsidiado, porque se supone que el precio de las cosas no sería tan caro.
¿Es una medida populista?
Totalmente populista, y además es un derroche de recursos. Pero decir esto que estamos diciendo es para que te linchen, porque la gente que puede pagar se ofende.
La previsión de crecimiento para este año es del 3 por ciento…
Aunque el ministro de Hacienda cree que vamos a crecer entre el 5 y el 6 por ciento.
Como que si fuéramos Panamá.
Exacto.
¿Cree usted que vamos a crecer al 3 por ciento?
No. Yo creo que vamos a crecer entre 2 o 2.5 por ciento. Todo va a depender de cómo evolucione el tema de Ucrania y la economía de los Estados Unidos.
Entonces depende más de lo que suceda afuera que de lo que nosotros hagamos.
Así es. Lo que nosotros hagamos no cambia mucho. Es decir: la dinámica de nosotros depende sobre todo de las remesas.
Aunque con la pandemia proliferaron un sinfín de emprendimientos.
Es verdad. La informalidad ha sido la válvula de escape.
Volvamos al tema bitcoin. ¿Qué le deja a El Salvador en términos prácticos estar comprando esa criptomoneda?
Si el bitcoin se hubiera disparado como decían que se iba a disparar sí hubiera un beneficio. El problema es que esa apuesta le ha salido mal al presidente, porque el bitcoin se ha venido para abajo y se va a mantener deprimido. Esto es una apuesta riesgosa. Es como cuando vas al casino: la mayoría de las veces se pierde.
¿Pero qué le deja a El Salvador la adopción del Bitcoin? Porque si uno adopta el dólar y trae inversionistas gringos podría verse reflejado en ingresos al Estado.
Lo que pasa que con el bitcoin hay un tema ideológico. Los promotores del bitcoin son anarcocapitalistas. Ellos dicen que el bitcoin es una manera de liberarte de los poderes financieros, porque el dinero lo mueven entre ellos, sin pagar impuestos al gobierno, sin regulaciones de un banco central. Y todo ese discurso lo ves en los tuits del presidente Nayib Bukele, quien lidera toda «la rebelión contra los poderes financieros». Es como una gran revuelta por la libertad. Entonces, si El Salvador adopta Bitcoin ya no se necesita usar los bancos y no importa lo que la Reserva Federal haga con el dólar. Obviamente eso no es así. Recordemos que el Bitcoin subió por la política monetaria de la Reserva Federal, que inyectó bastante dinero. Eso fue lo que le dio poder de consumo a la gente que invertía en Bitcoin. Pero cuando la Reserva Federal subió las tasas, las criptomonedas se vinieron abajo. Con el Bitcoin se creyó que era el adolescente que se había independizado de sus padres. Pero eso no fue así. Siguió dependiendo del dólar. ¿Con qué compras bitcoins? Con dólares. ¿Si no hay dólares con qué lo compras? ¿Con otros Bitcoins?
¿Puede el Bitcoin terminar de descalabrar nuestra endeble economía?
Creo que no. Porque el tema Bitcoin ha fracasado. Si hubiera sido un éxito, si todo el mundo hubiera estado usando el bitcoin, pagando impuestos con bitcoin, y hubiera venido esta caída, entonces sí hubiese sido un fuerte golpe. Pero como casi nadie lo usa, no hay problema. Lo que realmente nos ha valido para que esto no nos afecte es que ha fracasado.
Entendemos que El Salvador no ha vendido Bitcoin, es decir, no ha hecho trading…
Bueno, eso es una cosa bien rara. Recordemos que el Gobierno tiene reserva absoluta en esto del bitcoin. Ellos no dicen nada. ¿Pero si no han vendido bitcoins cómo han obtenido ganancias para la Chivo Pets? Al ministro de Hacienda le preguntaron en una entrevista televisiva y reconoció que había habido trading.
¿Pudo haber perdido dinero el gobierno al hacer trading?
No, porque si el gobierno compró bitcoin a 40 mil dólares, pero luego subió a 60 mil y vendió en ese momento, de ahí pudo haber sacado lo de la Chivo Pets.
Si asumimos que comprar bitcoin es parte de una política pública, ¿puede un funcionario decidir comprar bitcoin el día que le da la gana?
No. Eso viola desde la LACAP a toda la normativa de inversión de reserva… eso lo debería de hacer el Banco Central. Pero ahorita está al margen de cualquier normativa. Esto es inconcebible en cualquier país del mundo. Tal vez Corea del Norte o Rusia lo podría hacer, pero en un país que se supone democrático, no. ¿Se imaginan a Emmanuel Macron comprando desde la bañera bitcoin sin darle cuentas al tesoro francés? Eso es inconcebible.
¿Podría ser procesado el presidente Bukele por violar toda esta normativa?
Si viniera otro gobierno ciertamente lo podrían procesar, principalmente porque ha perdido dinero. Él dice que no ha perdido porque no han vendido. Pero si se lleva el registro contable de cuánto dinero se utilizó para comprar y cuál es el valor de eso, nos damos cuenta que ha perdido, y además sin ninguna regla de nada. Claro que puede ser procesado fácilmente. Pero él apela a que el bitcoin va a subir y se van a tener ganancias. Pero yo creo que antes de eso la economía va a colapsar fiscalmente.
¿El financiamiento externo está definitivamente cerrado?
Sí. A eso sumemos que el financiamiento interno también ya está topado. Aun si la Asamblea Legislativa le autorizara a Hacienda colocar más LETES, ¿quién se los compra?
Pero los bancos siguen comprando. Al final para ellos es un negocio.
Pero tienen límites. No pueden meter todo en la cartera de LETES. Y ahorita los bancos ya están al límite prácticamente. Entonces, ¿quién se los compra?
¿Cree usted que los bancos ya no están comprando deuda de corto plazo?
Los bancos le están dando roll over a los LETES y CETES, porque el gobierno les está torciendo el brazo. El problema es que el gobierno necesita fondos adicionales al roll over.
¿Por el déficit de presupuesto?
También para los eurobonos, porque como el gobierno ya no puede acudir al financiamiento externo, tiene que sacarlo de la deuda interna. Ahí es donde yo creo que va a topar. Porque en los tres vencimientos de eurobonos, de 2023 a 2027, va a necesitar 3 mil millones de dólares, entre el capital y los intereses. ¿Quién se los va a prestar?
Otro recurso es el tema del combate a la evasión fiscal…
Pero eso sí lo está haciendo.
Pero da la impresión de que no es algo sistemático, sino más bien un arma para perseguir enemigos.
Pero resulta que los enemigos tienen bastante dinero.
¿Y meter mano en el dinero de las pensiones?
Tampoco. Si el gobierno nacionaliza las pensiones, no es que van a tener todo el dinero de las pensiones disponibles. Primero porque los fondos de las pensiones están en títulos de deuda. Segundo porque al nacionalizarse esas cotizaciones ya no van a los fondos de pensiones si no al Estado, pero el Estado tiene que pagar pensiones. Entonces, si las cotizaciones son 1 mil millones de dólares y el gobierno tiene que pagar 1 mil 300 millones en pensiones, no alcanza. Es decir: el gobierno no puede agarrar dinero de las pensiones sin dejar de pagar las pensiones.
¿El colapso de la deuda deviene necesariamente en el colapso de la economía?
No. Pero hay un golpe fuerte. Todos los países que han entrado en default les ha significado un buen vergazo para sus economías, porque el cierre del acceso a financiamiento externo implica una restricción importante para que la economía funcione. Si la economía está en una desaceleración entra en recesión. La economía sigue funcionando, pero a costa de una crisis económica, social y política. Porque ante un escenario así la población te pasa la factura.
¿Cómo se puede traducir el colapso de la deuda en la vida práctica de la gente?
Lo del aumento del riesgo país no lo siente tanto la gente. Pero al haber una crisis de impago te ponen en una lista negra y ahí sí la economía entra en recesión y la gente lo comienza a sentir, porque se empiezan a cerrar empresas, se comienza a despedir empleados. Y si sumado a todo esto tenemos inflación, la gente lo siente.
¿Cree que estamos próximos al colapso?
Creo que el gobierno va a lograr pagar los bonos del 2023, pero los del 2025 y 2027 quién sabe. Yo pienso que el colapso puede ocurrir en 2026 o 2027. Creo que aguantamos hasta el 2024 porque Nayib quiere reelegirse, entonces va a pagar la deuda del 2023 porque no le conviene llegar a la reelección con un impago. Pero para el 2025 no creo que pueda pagarlo.
*Tomado de https://revistaelementos.net/