La crítica y la autocrítica son procesos de construcción y crecimiento humano y revolucionario, que deben sustentarse en una profunda fuerza ética que permita ver y juzgar a las personas y estructuras de dirección gubernamentales o partidarias, en la perspectiva de orientar las estrategias refundacionales, en sociedades en las que se afianzan proyectos revolucionarios.
Por: Melvin Martínez*
Estas categorías de reflexión exigen de los militantes y sus líderes los más altos niveles de respeto y escucha, para lograr la fortaleza de la militancia, en su individualidad y colectividad, alcanzando la más grande expresión de madurez política a través de la generación de propuestas que aseguren la refundación, mediante acciones para la construcción y consolidación de un Estado socialista democrático como lo propone la presidenta Xiomara Castro.
La crítica y la autocrítica no deben contaminarse del oportunismo que desprestigia a los que subrepticiamente señalan debilidades del accionar político a manera de chantaje o extorsión para satisfacer intereses estrictamente personales.
Todos los militantes podemos, y debemos hacer crítica y autocrítica en tanto que todos somos importantes para lograr la construcción de proyectos políticos revolucionarios, que garanticen el buen vivir de todas y todos en el goce de nuestros derechos.
Es fácil caer en la trampa de la guerra comunicacional que pone la clase dominante de la economía hondureña, denigrando la acción refundacional por sus medios de comunicación.
Los líderes con responsabilidades de dirección a nivel de colectivos de base, coordinación partidaria u órganos de gobierno, están obligados a escuchar, valorar y atender las propuestas de la crítica y autocrítica de la militancia, para crecer como organización partidaria, garantizando la construcción del Estado socialista.
La crítica y la autocrítica tienen su gran fortaleza en la intención de hacer a los demás más fuertes para la consolidación del proyecto político.
*Educador hondureño
