El domingo 4 de septiembre se efectuó un Plebiscito en Chile, donde con votación obligatoria, todos o la gran mayoría del pueblo chileno debería establecer su deber cívico y democrático y decidir si “aprobaba” la Nueva Constitución, texto redactado por constituyentes elegidos de forma democrática por el mismo pueblo chileno, o “rechazaba”, lo que implicaría continuar con la Constitución de 1980 impuesta durante la dictadura militar.
Por: Lorena Masferrer Jeria*
Los resultados son desconcertantes, Chile rechaza una nueva constitución en un 61,87%, el pueblo chileno no quedó contento ni satisfecho con la propuesta de nueva constitución, lo que invita a plantearnos, si la sociedad chilena está preparada para un cambio de paradigma y desde las bases que estructuran un país.
En términos educativos, la propuesta de nueva constitución se planteaba como un mensaje mayoritariamente amplio, donde el común de las personas lo lee de manera somera y superficial, como lo es “La educación se orienta hacia la calidad, entendida como el cumplimiento de sus fines y principios” (35:5). Y donde lamentablemente faltaron espacios de debates sociales. La televisión en este sentido no favoreció ni instó a estas prácticas tan necesarias, donde pudieran confluir ideas y pensamientos concretos con lo que se entiende de un cambio de constitución.
La desinformación jugó esta vez una mala pasada, muchas de las personas que entrevistaron que votaron por “rechazo” señalaban tácitamente ideas extraídas de los medios masivos de comunicación y objetivamente un muy bajo porcentaje leyó el documento en su totalidad.
Las campañas propagandísticas en los medios de comunicación se mostraban más convincentes bajo el alero del rechazo en comparación a las de la oposición. Es muy cierto que la decisión final al momento de la votación fue influenciada por la política partidista, lo que de alguna manera enlodó el proceso, como un factor de cambio en políticas de gobierno, más que una política de estado propiamente tal.
Los establecimientos educacionales del país tampoco abordaron la temática con los estudiantes, por el miedo a ser acusados de actos proselitistas y por temor al descontento de las familias. Sin embargo, la educación cívica en Chile, es una tarea pendiente. Se debe instalar en Chile la idea de reflexionar en torno a lo concreto y lo que realmente necesita el país, en base a las reales necesidades de una ciudadanía, no basándose meramente en un sector de la misma.
Por otro lado, es importante señalar que la nueva Constitución poseía ciertas ambigüedades, donde sectores religiosos y políticos, sobre todo perteneciente a la parte más conservadora del país, se encontraban reticentes. Como lo es el tema del aborto legal en Chile.
En el Artículo 21 señala que “Toda persona tiene derecho a la vida y a la integridad personal. Esta comprende la integridad física, psicosocial, sexual y afectiva.” Lo que se contradice en cierta medida con el Artículo 61, artículo 1 “Toda persona es titular de derechos sexuales y reproductivos.
Estos comprenden, entre otros, el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la anticoncepción.”
También es a considerar que en Chile falta mucho por educar en términos de educación sexual desde el nivel inicial o Educación Parvularia, el currículum nacional los últimos años ha intentado dar pasos hacia un país con mayor información, pese a que aún existen muchas familias con ciertos tabúes a la hora de hablar de sexualidad, producto de una visión social adoctrinada y ceñida a lo conservador.
Chile aún no está suficientemente preparado para cambios tan radicales, en cierta medida, prefieren quedarse con lo que ya conocen, que aventurarse a lo desconocido y que pueda ocasionar algún problema en su bienestar. La consigna es seguir educando a un país que pueda extrapolar sus pensamientos hacia el bienestar colectivo, más que el bien personal.
Este resultado debe tomarse como el principio de un cambio real en la Constitución, pese a todo, resultó un proceso altamente democrático, donde todos y todas tuvieron su oportunidad y derecho a sufragar, sin embargo, un gran porcentaje de los votantes del “rechazo” no conciben continuar con la Constitución de los 80´, pero sí verse más reflejados como ciudadanos en un documento que los valide en un sentido amplio, con situaciones más concretas, amigablemente más entendibles y que además les garantice dignidad ante todo.
*Educadora Chilena