Los triunfos electorales del Pacto Histórico en Colombia (Petro) y del Partido de los Trabajadores en Brasil (Lula) marcan nuevas perspectivas y tendencias en el campo político religioso latinoamericano. En ambos casos sus triunfos son resultado del fracaso de las políticas económicas aplicadas por los gobiernos de sus respectivos países.
Por: Elio Masferrer Kan*
El derrocamiento de Dilma Rousseff mediante un golpe de estado parlamentario no mejoró la situación de los brasileños. Sustituida por Michel Temer, este no resolvió los problemas nacionales y el triunfo de Jair Messiah Bolsonaro mostró la obsolescencia de las políticas económicas dictadas por los organismos internacionales.
Muchos analistas predijeron un avance del papel de los evangélicos en los procesos electorales de América Latina, y particularmente, destacaron el rol de los grupos cristianos conservadores, realizando una serie de análisis poco cuidadosos que ponían en la misma categoría a todos los evangélicos. Es importante comprender la dinámica de las distintas tendencias político-religiosas del mundo evangélico para entender su comportamiento electoral. Los evangélicos pueden ser divididos en grandes tendencias a su interior.
En términos cronológicos hubo tres grandes tendencias, la tradición luterana, cuya presencia en América Latina es importante en ciertos países, particularmente Brasil y Argentina. La tradición calvinista expresada en la iglesia presbiteriana es importante en todo el continente y tienen una perspectiva conservadora. La iglesia anglicana es pequeña, pero tienen mas influencia sus disidencias como los bautistas, que suelen ser políticamente conservadores y los metodistas, que tienen un discurso social y progresista. Una tercera tendencia también originada en el siglo XVI son la tradición anabaptista, quienes herederos de la Reforma Radical (Mennon, Müntzer, Zuiglio) protagonizaron importantes movimientos sociales, teniendo influencia en movimientos contestatarios. La Iglesia congregacionalista y los cuáqueros son parte del movimiento puritano que se desarrolló en el siglo XVI y deben migrar a las Trece Colonias que fundarían los Estados Unidos
Mención especial merece el movimiento de santidad desarrollado en los Estados Unidos en el siglo XIX que originó una cantidad importante de expresiones religiosas que también llegaron a América Latina. Suele mencionarse a mormones, adventistas y testigos de Jehová, pero son mas iglesias como los nazarenos. Estas tendencias plantean un modo de vida basado en un conjunto de preceptos tomados de los textos sagrados y de las enseñanzas de sus fundadores.
En 1906 surge el movimiento pentecostal que tuvo un gran impacto en las iglesias, tanto por la fundación de nuevas denominaciones religiosas, como por la carismatización de muchas ya existentes, incluso la Iglesia Católica Romana, lo que caracteriza al pentecostalismo es la Revelación del Espíritu Santo a cada uno de sus feligreses, generándose así una experiencia personal de relación con lo sagrado. Los pentecostales clásicos tienen habitualmente formas bastante horizontales de organización y manejo de recursos.
El movimiento pentecostal y carismático no debe ser confundido con el transpentecostalismo, que toma elementos del pentecostalismo, pero maneja estructuras verticales e incluso empresariales en el manejo de los diezmos por sus fundadores que adquieren el carácter de auténticos propietarios de sus iglesias, como es el caso de la Iglesia Universal del Reino de Dios, mejor conocida como Pare de Sufrir y similares, quienes además manejan importantes grupos de medios de comunicación, desarrollos inmobiliarios e inversiones financieras cuantiosas. Los transpentecostales suelen manejar a sus feligresías en forma clientelar en los procesos electorales brasileños.
Las iglesias evangélicas hacen énfasis en el testimonio personal, el comportamiento familiar y público de los candidatos. Por ello impactó notablemente las acusaciones de corrupción y el encarcelamiento de Lula da Silva durante el proceso electoral de 2016, pero la desastrosa administración de Bolsonaro y el desmoronamiento de las acusaciones contra Lula marcaron la resurrección del personaje y la impresión de haber sido engañados por grupos de poder. Algo similar sucedió en la elección de Petro en Colombia, donde fue decisivo el apoyo de los evangélicos.
¿Qué pasará en Brasil? Hasta ahora las encuestas han acertado, las más serias predecían un 48% para Lula en la primera vuelta y 52% en el ballotage. Le asignaban menos porcentaje a Bolsonaro, allí no acertaron, pero marca una cuestión importante, a los entrevistados les avergonzaba decir que votarían por él.
*Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH