Por Marianela Mayer.
El expresidente ecuatoriano Rafael Correa afirmó que el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil cambia «totalmente el balance geopolítico» en América Latina, donde las cuatro mayores economías estarán gobernadas por la izquierda, y calificó al mandatario electo como un «gran integracionista» que fortalecerá la unión regional.
«Estoy casi seguro de que con Lula se fortalece la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y se recupera Unasur», dijo a Télam Correa, de 59 años, durante una entrevista en el marco de su visita a Buenos Aires.
El exgobernante ecuatoriano (2007-2017) aseguró que «el mundo del futuro es el del bloque» y habló sobre el impacto de la nueva ola progresista en la integración latinoamericana y la posibilidad de lanzar una moneda común, además de abordar el avance de los discursos de odio en la región.
– La Celac ha reactivado recientemente la voluntad de lograr una mayor integración regional. ¿Cree que este mecanismo debe sustituir a la Organización de los Estados Americanos (OEA)?
– Por supuesto, es lo que sostuvimos desde que se fundó la Celac, que es un foro latinoamericano. ¿Qué sentido tiene la OEA? Además de su historial nefasto, y peor con (Luis) Almagro que rompió todos los récords, imagínese que Argentina y Chile tengan un problema y tengan que ir a discutirlo a Washington. No tiene ningún sentido. Celac debe ser el foro donde Latinoamérica procese sus acuerdos y conflictos y luego como bloque podemos crear otro espacio, puede ser la misma OEA, para procesar acuerdos y conflictos con Norteamérica. Pero estar en la OEA en Washington discutiendo problemas de países latinoamericanos o de un país latinoamericano con Estados Unidos es un completo absurdo. El mundo del futuro es el del bloque. Latinoamérica tiene que ir a bloque, pero también creo que debe ser latinoamericano y el Caribe anglosajón debe formar otro porque se cae en el error de considerar que la proximidad geográfica da proximidad en intereses y visiones. El anglosajón caribeño es totalmente diferente a América Latina. De hecho, hay muchos países caribeños anglosajones cuyo jefe de Estado es el rey británico.
-¿Y en qué estado se encuentra la integración latinoamericana?
-En un momento de debilidad, pero creo que ese ciclo va a terminar. Se dio una cosa curiosa. La integración, como en Europa, iba más allá de ideologías. Era una cuestión práctica y así fue cuando se fundó Unasur en 2008. Lo formaron gobiernos de derecha, como (el colombiano de Álvaro) Uribe y (el peruano de) Alan García. Desde 2014, vino una restauración conservadora con hambre atrasada, sin límites ni escrúpulos, extremista y arrasó con todo. Ni siquiera se respetó la voluntad integracionista que, insisto, rebasaba la ideología. No se respetó la democracia, como el golpe a Dilma (Rousseff) o a Evo (Morales), ni siquiera los derechos humanos, como lo que hicieron a Lula y nos hacen a nosotros. Estamos ante una nueva derecha, mucho más sectaria y cavernaria, que hasta que no elimine cualquier problema al status quo, va a seguir con esas prácticas y usando la extrema derecha fascista. Pero con la nueva ola progresista creo que ese ciclo nefasto está terminando.
-¿La victoria de Lula supone un nuevo impulso?
-Con su triunfo, las cuatro mayores economías de América Latina por primera vez en la historia estarán dirigidas por gobiernos de izquierda: Brasil, México, Argentina y Colombia. Eso cambia totalmente el balance geopolítico en la región. Estoy casi seguro de que con Lula se fortalece la Celac y se recupera Unasur. Lula es un gran integracionista.
-También propuso lanzar una moneda sudamericana…
-Es lo que propusimos hace 15 años, es parte de la nueva arquitectura financiera regional que era uno de los objetivos fundamentales de Unasur. Y es paradójico porque el país que menos lo necesita es Brasil. Es un gran conglomerado de países, media Sudamérica, y puede ser suficientemente fuerte y tener una moneda nacional. Los que más necesitan la moneda regional son las economías pequeñas y abiertas, como Ecuador o Perú, donde la movilidad de capitales fue desastrosa. Pero en buena hora si Brasil impulsa una zona latinoamericana con moneda propia.
-Con un banco central también propio.
-Por supuesto, la nueva arquitectura financiera regional tenía tres componentes: el Banco Central del Sur, que acumula reservas para tener más protección que cada quien con las propias, el Banco de Desarrollo del Sur, para los proyectos infraestructura de integración, y la moneda común, que puede empezar con un sistema de comercio compensado -minimizando el uso de una moneda extranjera-, luego una moneda contable y luego la física. Ahí hay un camino trazado que es el europeo. La Unión Europea nos debe servir de ejemplo: son 27 países con diferentes sistemas políticos, religiones, cultura, historia y lenguas que se mataban por decenas de millones hace unos años y decidieron unirse. Siempre digo que Europa tendrá que explicar a sus hijos porqué se unieron y los latinoamericanos tendremos que explicar a los nuestros por qué nos demoramos tanto, teniendo todo común.
-¿Está relacionado con lo que mencionaba sobre la OEA?
-Sí, pero ya cuando te dominan 200 años así es que no son malos ellos, somos tontos nosotros. No nos engañemos, muchas cosas no son impuestas sino entusiastamente aceptadas.
¿La nueva ola progresista en la región es similar a la de principios de siglo?
-Nos llevábamos muy bien, no coincidíamos en todo, pero había una confianza mutua muy grande y a nivel de política internacional actuábamos como un solo bloque. Esa es una diferencia que veo con la nueva ola, que hay mucha heterogeneidad y no hay esa confianza. (Gabriel) Boric se pasa criticando a Venezuela y además critica el bloqueo de Estados Unidos. ¡Me parece increíble! Venezuela tiene 600 sanciones, está en economía de guerra y resistencia. No se la puede juzgar por los parámetros normales, tengamos una sola moral. Esa gente está sobreviviendo una agresión brutal donde ha habido planes reales de invasión (…) y hay una izquierda, un Boric que se pasa criticando a Venezuela y ni menciona al otro. Esa es una primera diferencia: veo heterogeneidad, ligereza, tibieza y una falta de confianza que no había. Lo segundo es que enfrente hay una derecha más preparada. Al inicio de la primera ola progresista la agarramos desprevenida y se hicieron cambios nunca antes vistos en América Latina. Pero ahora está más preparada. Hay cohesión, articulación nacional e internacional, recursos infinitos y se va a oponer con todo a cualquier cambio.
-El atentado a la vicepresidenta Cristina Kirchner y la violencia política en la campaña brasileña expusieron el avance de los discursos de odio en la región, ¿cómo revertir esta tendencia?
-Que Cristina esté viva es un milagro. El gatillero no era el único asesino, hay coautores que indujeron esa situación y son los medios de comunicación, que llenan a la opinión pública de odio. Después cree cualquier desequilibrado que matando a un líder de izquierda está haciendo patria. Revertirlo es complicado. Un primer paso necesario es tener leyes que regulen los excesos de la prensa. No enfrentamos a la derecha, sino a sus medios, que perdieron todo límite hasta aniquilarnos. Hay que controlarlos con leyes, como es el deber de una sociedad, porque es un poder sin contrapoder. Nuestras democracias no son populares, son mediáticas. Los que manejan, juzgan, ejecutan y legislan en sus titulares son los medios, no los correspondientes poderes del Estado. Eso tiene que cambiar.
CORREA CRITICA EL «DESASTRE» DEL GOBIERNO DE LASSO EN ECUADOR Y NO DESCARTA VOLVER A SER CANDIDATO
El expresidente ecuatoriano Rafael Correa tildó de «desastre» al Gobierno del conservador Guillermo Lasso en Ecuador, donde denunció existe una crítica situación económica y de inseguridad, y no descartó volver a competir por la presidencia del país andino si la justicia decide levantar los «candados ilegales» que se lo impiden.
«Ecuador es un desastre. Lasso y (Lenín) Moreno, deben escribir un libro que debe ser un éxito, ‘Cómo destruir un país en cinco años’. Si no lo viéramos, no lo podría creer», dijo a Télam Correa, en referencia a la gestión del actual gobernante y la de su predecesor (2017-2021), quien pasó de ser un correísta a un opositor.
Aunque Lasso asumió su Gobierno en 2021 prometiendo revertir «los últimos 14 años de crisis económica», Ecuador tiene el segundo riesgo país más alto de la región y ya adelantó que quiere cerrar un nuevo acuerdo con el FMI cuando concluya el actual, el próximo año.
Correa calificó de incomprensible que Ecuador tenga «el más alto riesgo país de la historia» mientras el precio del petróleo -una de las principales fuentes de ingresos del país- está «altísimo».
«Es un completo inepto y un farsante. Miente y no para mentir, lo que están es saqueando al país», sentenció el también economista, quien se jactó de haber aprovechado el boom petrolero para transformarlo en bienestar de la gente y políticas de transformación estructural cuando estuvo en el poder (2007-2017).
En la misma línea, denunció la ola de inseguridad que atraviesa el país andino, que afirmó es uno de los «cinco más violentos» de la región, mientras que cuando concluyó su mandato en 2017 era «el segundo más seguro de América Latina», por detrás de Chile.
«Yo dejé el país con 970 muertes violentas anuales y ahora van a superarse las 4.000, ¡es un desastre!», señaló.
Ante esta situación, Correa no descartó volver a presentarse como candidato en un futuro si la justicia decide suspender la sentencia por un caso de corrupción, que en 2020 lo condenó a ocho años de prisión y 25 de inhabilitación para ocupar cargos públicos.
«Si pudiera ser candidato, modestia aparte, les gano. No está en mis planes, pero hay que ver, porque uno tiene una inmensa responsabilidad y la destrucción que hicieron del país es clamorosa», afirmó el exmandatario, quien calificó su condena como «una estrategia» para impedirle regresar «con inmunidad» y consideró que «eso hizo presidente a Lasso».
En ese sentido, subrayó que «dio la cara» y ganó todos los juicios a nivel internacional, ya que cuando empezó a ser procesado se encontraba en Bélgica, donde reside con su familia desde que dejó la presidencia.
«Si hubiera estado en Ecuador, me hubiera defendido allí y hubiera acabado preso», señaló el líder del partido opositor Revolución Ciudadana, quien denunció la persecución y la guerra jurídica que sufren sus correligionarios en el país andino.
En sus palabras, donde «más lejos fue el lawfare» fue en Ecuador, pero explicó que al ser «un país marginal» no se conoce mucho.
«En Ecuador no dejaron nada, se tomaron todo. En 2018 dieron un golpe de estado blando con una consulta inconstitucional donde se apoderaron de todas las instancias del Estado, incluso Corte Constitucional», denunció.
Según explicó, por ser «correísta» la gente no encuentra trabajo e incluso si un funcionario público retuitea una de sus publicaciones es despedido.
«Yo tengo como 50 juicios penales, mi equipo de gobierno tiene centenas de juicios criminales, los más abusivos, los más absurdos, y los que han pasado estos cinco años frecuentemente fue sin trabajo y vendiendo hasta la casa para poder pagar abogados», dijo y se lamentó: «La persecución ha sido brutal y el mundo no la conoce».