Se estima que alrededor del 3% de la población de América Latina, principalmente mujeres adultas, padecen el síndrome. Un especialista explica cómo afecta esta enfermedad y cuándo consultar a un médico.
A nivel mundial, se estima que afecta a entre 3 y 5% de la población, pero en Latinoamérica, esto es en torno al 3%.
El Síndrome de Dolor Regional Complejo “es una entidad dolorosa, de una instauración rápida, sin una causa muy definida. Se sigue estudiando bastante y se asocia a una discapacidad o incapacidad importante», dijo el médico colombiano Diego Munévar, experto en medicina del dolor y cuidados paliativos.
«Lo único que sabemos, a medida que más se estudia, es mucho más complejo de lo esperado», indicó Munévar.
La enfermedad puede aparecer de dos maneras, explicó el especialista. En el Tipo 1, «se comienza a presentar un cuadro doloroso, localizado, después de ciertos traumas como la cirugía»; y el Tipo 2 «es cuando hay una evidencia de un trauma o una lesión en el sistema nervioso».
El primer lunes de noviembre se celebra en todo el mundo el Día de Visibilidad de este síndrome, detectado en mayor número a partir de los 35 años, con una relación de tres mujeres por cada hombre.
Si bien depende de cada caso, y en la forma que se presente la patología, el doctor explicó los diferentes tratamientos posibles para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.
Algunos de los síntomas asociados son dolor en las extremidades, rigidez, inflamación, edemas en la piel, trastornos del sueño y descalcificación del hueso.
Munévar brindó tres consejos para prevenir o reducir la afectación a personas que puedan padecer este síndrome.
«Si hay un cuadro de dolor desproporcionado respecto a alguna lesión que perdura en el tiempo, más del tiempo que debería durar en la reparación del tejido o la piel, lo primero es consultar un médico de manera prioritaria. Segundo, tratar de disminuir niveles de estrés. Y tercero, mantener hábitos de vida saludable con buena actividad física», indicó el especialista.
El efecto del ejercicio y estar en movimiento permite «mantener bien oxigenados los nervios periféricos, y los vasos sanguíneos microscópicos que llegan a todos lados tengan buen calibre y un buen funcionamiento para la llegada de sangre y oxígeno. Eso mantiene en buen estado todo el cuerpo como tal», agregó Munévar.
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