El ser buen docente se sustenta, más que en el conocimiento que transmitimos, en el buen trato que damos a nuestros alumnos y alumnas. Educar es un acto de amor, José Martí, Paulo Freire y los más importantes pedagogos del mundo lo han planteado así y así es.
Por: Melvin Martínez *
Los docentes estamos desafiados a buscar y construir en la práctica cotidiana la pedagogía de la ternura y la esperanza, para fundar las bases de una sociedad con justicia y solidaridad.
Los maestros y maestras nos encontramos todos los días con historias de sufrimiento en nuestros alumnos. Ante esto sólo nos queda desafiarnos y compartirles un poco de alegría en nuestro encuentro, constructor de vida, con ellos.
Convivimos con centenares de historias de sufrimiento vividas y escondidas por nuestros alumnos; no sólo la pobreza, también la explotación, discriminación, inequidad que sufren ellos y sus padres.
El sistema capitalista productor de pobreza e injusticia nos entrega, en la educación pública, niños y jóvenes con poca esperanza, impotentes ante la injusticia y la miseria. El profesorado debe compartir buen trato, para formar una generación bondadosa, rebelde, solidaria, capaz de comprometerse para la transformación de la sociedad injusta en que vivimos.
En este nuevo año escolar, iluminado por las ideas de refundación y los ideales revolucionarios de Francisco Morazán, es urgente y necesario proponernos atender con la fuerza del compromiso consciente de educadores la dignidad de los alumnos y sus padres.
El espíritu de lucha de los docentes debe de fortalecerse con la pasión y el compromiso del apostolado.
La práctica docente se consolida y hace plena con la vocación de servicio que está omnipresente en la vida del maestro.
“El que quiera ser el primero, que sea el último, el servidor de todos” dijo Jesús el gran maestro.
*Educador hondureño