La tan celebrada democracia que en occidente defendemos, no es en términos históricos democracia, pues en nada se asemeja al modelo griego que todos alguna vez repasamos sin realmente entenderla, en aquellos días de estudiantes.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Tranquilos, ésa es precisamente la intención del modelo económico por intermedio del sistema educativo. Lo que acostumbramos por democracia es que la ciudadanía somos reclamados a depositar nuestro voto por alguno de los partidos políticos en contienda, quienes de entonces en adelante nos representan sin obligación en el primer órgano del estado, donde se deciden los grandes intereses del país.
Sin obligación porque legalmente los partidos no están obligados a darnos cuentas de sus acciones, mientras nosotros en cambio refrendamos su propuesta por intermedio de nuestro voto.
Y sanseacabó. Todo se reduce a eso. ¿Podrá ser? En términos de funcionamiento del sistema, sí. Y es que el modelo democrático que como tal asiste a los muy progresistas estados occidentales, se concreta en el sufragio en sí, sin más participación o incidencia de parte de los ciudadanos, pues ello de acuerdo al modelo, compete a los partidos políticos, quienes legislan en representación de esos ciudadanos que antes les votaron.
Y la representación es la clave en esta fórmula, pues el modelo asigna a los partidos la tarea de ser los intérpretes privilegiados del soberano, sin que estos participen realmente, pues como dijimos, su función es la de solo refrendar la propuesta partidaria, sin que ello suponga ninguna obligación de esta por cumplir ésa propuesta, la misma que de regular es rápidamente modificada de acuerdo a los intereses de clase que surgirán en el camino, lo que implica en la práctica que el ejercicio de esos partidos en sí, en nada se parece a lo que la ciudadanía votó.
Por cierto, que tal inverosimilitud nada tiene que ver con el modelo clásico de democracia forjada en Grecia, que podemos resumir así: la ciudadanía era convocada a comicios, pues la asamblea, los concejos y los tribunales, solo eran completados con los Ho Bou lómenos, los ciudadanos, quienes detentan la “iniciativa” según la ley y son elegidos aleatoriamente, por un año, para acceder al concejo de los quinientos.
No representan partidos sino al ciudadano directamente, quién se manifiesta a través de ellos, y asiste como observador al concejo, expresándose oral, personal y directamente a través de estas personas, quienes, al cabo de ese año, simplemente son sustituidas en un círculo perpetuo y virtuoso sin nunca abandonar el tema público.
Imperfecto, sí, pero por mucho superior al modelo que padecemos. En este preciso momento los países nórdicos, Noruega, Suecia, Dinamarca y Finlandia practican un esquema democrático muy parecido al descrito arriba y en consecuencia la ciudadanía no solo es más prospera, es, además partícipe y en consecuencia son sociedades donde la equidad y la justicia se concretan.
Y es que la participación es la clave, que los ciudadanos superemos el rol de mirones para participar en la cosa pública, ser parte de, y no accesorio de. Como debe ser.
*Educador salvadoreño