Es evidente que el aumento en el costo de la vida está golpeando fuertemente a la población salvadoreña, han sido un cumulo de acontecimientos económicos los que han permitido que, como no se veía desde varias décadas, se deteriore tanto el poder adquisitivo de la población. Estos hechos económicos, que son realidades acuciantes y que no se observan signos de mejora en el corto plazo.
Por: Igor Iván Villalta Sorto*
Esto ha llevado a un retroceso en los índices económicos, entre los que se mencionan: 165,000 salvadoreños que han pasado a pobreza extrema, un creciente desempleo que está obligando a mucha población joven a abandonar el país en busca de mejores horizontes. Para muchos esto es bueno debido a que entre más personas se vayan del país, más dinero en forma de remesas ingresarán al país, pero la migración tiene dos caras. La receptación de remesas por muchas familias en El Salvador ha significado un cambio de vida, para quienes han sabido aprovechar las oportunidades y se han dedicado a cultivarse en el estudio, a concluir sus carreras universitarias.
Pero, por otro lado, el abandono del hogar del padre, la madre o ambos. Ha perjudicado el cuidado de los hijos, muchos de ellos han caído en la vida sin obligaciones y han terminado fortaleciendo a los grupos pandilleros. En estos momentos muchos funcionarios públicos anuncian con bombo y platillo que ya las maras se terminaron en el país y que vivimos en el más seguro del mundo. Pero por un momento preguntémonos: si esto es sostenible en el tiempo, lo mismo dijeron gobiernos anteriores y a la vuelta de unos años la violencia seguía igual o peor.
El estado debe pagar cuantiosos sumas de dinero a los organismos acreedores internacionales para lo cual ha tenido que hacer uso de más deuda, además de pagar bonos que adeuda al sistema financiero nacional, deuda a corto plazo. Hasta este momento, según menciona el economista Ricardo Castaneda, el sistema financiero goza de solidez. El problema es que si las solicitudes del estado de adquirir más deuda, pueda llevar a problemas de liquidez bancaria, en esos momentos estaríamos inmersos en serios problemas.
Cuando el estado cumplió con el pago de 800 millones de dólares. Nayib Bukele fustiga a las agencias de noticias internacionales que ponían en duda que se pudieran cumplir esos compromisos. Al menos hasta donde conozco, nadie ha dicho que no se iban a cumplir los compromisos. Las agencias internacionales valoraron un posible impago. Razón por la cual las calificadoras de riesgo han bajado la evaluación para el país de ser sujeto de créditos internacionales. No es que una mente maquiavélica quiera dañar al presidente, son datos, son números y de acuerdo con esos y otros factores como los índices de transparencia, estabilidad política, índices de desarrollo humano, fortaleza institucional, seguridad jurídica y otras es que establecen los posicionamientos.
Como un ejemplo tenemos que hasta el momento no se conoce el presupuesto aprobado por la Asamblea Legislativa para el presente año, ¿cómo van a creer que los organismos internaciones no van a tomar en cuenta esas señales de opacidad? como el no rendir cuenta de los gastos, la discrecionalidad en otorgar proyectos y otros signos preocupantes del desempeño económico.
Institucionalmente se pueden maquillar los datos, los números, lo que no podemos maquillar es la realidad que golpea a las comunidades. El gobierno opta por una actitud de negación ante los hechos. Como el deterioro evidente de toda la infraestructura del país, la falta de inversión pública y por otro lado la galopante alza de precios en la canasta básica, el aumento abusivo en las tasas municipales de muchas alcaldías, a niveles escandalosos. Mientras los servicios se prestan con grandes deficiencias y la inversión comunitaria es casi nula.
Ante estas realidades, el gobierno recurre a la represión, inaugura una Mega cárcel como gran logro de su administración, como monumento al éxito logrado en la desaparición de las pandillas. El mensaje no puede ser más claro. Todo aquel que vida en barrios pobres o marginales puede ser llevado a la cárcel, sea pandillero o no. En donde sufrirá tortura, hambre y muchos de ellos pueda que salgan en un ataúd.
Pueden correr la misma suerte. Todos aquellos salvadoreños que, debido a la situación económica, se atreva a protestar o que se oponga a los planes de “desarrollo” diseñados por el presidente.
Otro elemento, a tomar en cuenta, es que como sociedad costó dos décadas de lucha para lograr que el proceso electoral fuera confiable. Y el actual gobierno desde que inició su mandato utilizó todas las ventajas que le proporcionaba manejar el ejecutivo para favorecer a sus candidatos, como el dejar a los demás partidos políticos sin financiamiento de la deuda política y nada nos puede llevar a pensar que en las próximas elecciones no se hará lo mismo o peor.
Este punto, debe verse con detenimiento, debido a que si la población pierde interés en el proceso electoral. Por llevar los dados cargados, por ya de antemano conocer al ganador. El desencanto y la falta de credibilidad hacia los partidos políticos, la política y los políticos. Puede tener graves consecuencias. Ya que en la última encuesta de la Universidad Centroamericana José Simeón Canas (UCA) un 56% de la población dice no tener simpatías por ningún partido político.
*Biólogo investigador