Cambiamos para no cambiar; ese es el engaño del sistema. Tenemos más luces y más brillos impidiéndonos ver la pobreza en la cara de nuestros hermanos y hermanas. Es ni más ni menos que la mutación del sistema protegiéndose para no cambiar, para persistir.
Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre*
Hemos realizado el sondeo acostumbrado a inicio de cada ciclo de la universidad, en la materia Antropología Filosófica. Un indicador de logro del programa dice que: Los estudiantes identifican los problemas fundamentales de la realidad. En mi caso, este indicador lo realizamos haciendo un sondeo con los estudiantes, en el cual ellos entrevistan a 10 personas cada uno. De esas 10 personas, 6 son mujeres y 4 varones. Además, 6 de ellos son jóvenes y 4 adultos. Dentro de los adultos, ellos deben entrevistar a sus padres o abuelos.
El universo del sondeo alcanza la cifra de 2,200 personas; 200 de los cuales son nuestros estudiantes. Los estudiantes proceden de 22 municipios, varios del área central y otros pocos de oriente y occidente. Con todo, nuestro sondeo no tiene carácter de muestra, pero eso no le quita el ser la expresión de un buen número de ciudadanos con diversa orientación política.
Trabajamos con una sola pregunta que se acomoda al entrevistado: ¿Cuáles son los 8 problemas más grandes o fuertes que padece El Salvador? He acá el resultado:
1- Desempleo
2- Pobreza
3- Educación obsoleta
4- Corrupción
5- Violencia. Intrafamiliar, mujer y niñez
6- Contaminación ambiental
7- Salud deficiente
8- Inseguridad-Delincuencia
Canasta básica cara. Empate.
La gran mayoría de la población salvadoreña, para llevar los recursos que necesita la familia para vivir, depende de su trabajo y por ende de su salario. Cuando el desempleo es creciente, nos muestra el fracaso del sistema y la duda sobre la democracia que vivimos. Pero en este caso, también nos muestra la apuesta mezquina de los sectores dominantes, por un modelo terciario consumista que se nutre de la expulsión de los ciudadanos vía la emigración ilegal, cuyo objetivo primordial son las remesas ganadas por los paisanos con sudor, lágrimas y sobrada tristeza. Los tristes más tristes del mundo, diría Roque, nuestro poeta.
El subempleo es una estrategia de sobrevivencia de los sectores populares. Y el comercio de los trabajadores por cuenta propia, vendedores estacionarios y ambulantes son parte de esta resistencia para la sobrevivencia.
Este gobierno representa al sector de los grandes comerciantes, y endulzados con una visión esteticista, que remarca lo bello y lo cosmético, en detrimento de la vida de miles y miles de salvadoreños que se gana la vida en las calles; porque el sistema está hecho para unos cuantos. Y este gobierno, defendiendo a su sector, está expulsando a esa Competencia que hacían los sectores populares del comercio, a los grandes ricachones del sector comercial poderoso. La expulsión de la gente del mercado, está hundiendo a mucha gente en la pobreza y el desamparo. Quizá los pobres afean al sistema y por eso hay que reducirlos. Eso es esteticismo fascista.
La pobreza y la educación obsoleta son por su parte, una, el efecto lógico de una política marginadora y excluyente; y la otra, la educación obsoleta, la garantía de que nuestros jóvenes no tomen conciencia de la realidad y de la dignidad que todos tenemos como personas. Precisamente, por eso la educación es más un gasto que una inversión. A tal punto, que hasta este tipo de materias está perdiendo espacio en las universidades. No quiere el sistema gente que piense, sino que, sea feliz obedeciendo y negándose a soñar un mundo mejor.
La corrupción es radical, en tanto se nutre de una realidad engañadora y excluyente; pero que tiene buena música. Qué endeuden a la nación no importa. Que nuestros diputados ganen más dinero que los diputados de Brasil o Argentina, tampoco importa. Que los alcaldes se incrementen su pago y salgan de la pobreza, tampoco importa. Porque precisamente el sistema no está pensado para llevar paz y desarrollo justo a las grandes mayorías del país.
¿Cómo no va a ser este un país crispado y violento? Nos matamos en el tráfico, mostramos el rostro de la intolerancia y la agresión por cualquier cosa. Violentamos a la familia, a la pareja y a los hijos. Porque como bien enseña el evangelio, -en donde no hay justicia, no hay paz-. En donde no hay desarrollo de verdad no hay paz. Un país en donde los jóvenes piensan que copiar y no hacer su propio esfuerzo, muestra que son más listos que los demás. Un lugar en donde contacto mata currículum, en donde soñamos con ser influencer y no un profesional que lucha por su país.
La contaminación y la basura son parte de nuestro ecosistema y no puede ser diferente; mientras la población no tome conciencia de su dignidad y de su derecho a ser felices y tener lo necesario. Que la salud es un Derecho que el Estado debe garantizar, y que por su naturaleza de Estado clasista y al servicio de la nueva oligarquía, solo tira cortinas de humo de colores para esconder la mentira de nuestro sistema de salud pública.
Los tristes más tristes del mundo… Hace años una “venerable” señora de la derecha decía: “El salvadoreño ya nace inclinado al mal, por eso necesita corrección y mano dura”. Ahora tenemos el mismo discurso, pero con funcionarios más cool.
Ahora, agreguemos el costo de la canasta básica para los más pobres, y entenderemos las muecas de dolor del pueblo salvadoreño. El dinero no alcanza, los hijos se enferman, los padres de familia se enferman y resulta que hasta morir está fuera del alcance de nuestro bolsillo. Es decir, nos morimos y dejamos a la familia endeudada. Bien decía Gandhi, que la pobreza es la mayor de las violencias.
Sin embargo y a pesar de… este querido país tiene solución. Pero esa solución no pasa por las manos de corruptos de izquierda y derecha y menos por las manos de iluminados fascistas de discursos engañosos.
La mentira tiene patas cortas, inexorablemente la verdad le dará alcance. Y con este ejercicio del sondeo de realidad, también estamos demostrando que la gente sabe, que la gente conoce y que su aprehensión de realidad es excelente, a pesar de la poca o nula instrucción. Pero, además, nos muestra la enorme capacidad de nuestra juventud cuando quiere hacer bien las cosas, y que su visión no anda del todo distorsionada.
El reto que tenemos los educadores es grande y hermoso, y parte desde el esfuerzo de que nuestros jóvenes lean y entiendan lo que leen, que se apasionen por leer y escribir, por investigar, por conocer la opinión de las personas, sus necesidades etc., porque eso les irá preparando para la vida real. Lo anterior, es la antesala para el pensamiento crítico, es la preparación para leer con seriedad las realidades en que vivimos y luchamos
La solución está en las manos de las mayorías populares conscientes y organizadas que dejen de servir a caudillos de todo tipo, y que, junto con Profesionales honestos y estudiantes soñadores, construyamos un nuevo vestido y una nueva vida a esta hermosa nación cuscatleca.
*Investigador y docente universitario