La hambruna ya está aquí

La constante alza en los precios de la canasta básica, como el de los servicios básicos, con el agua a la cabeza, sumado al desempleo y los salarios congelados, así como al creciente número de ciudadanos que están siendo removidos de sus puestos laborales por razones varias, o peor aún, los que después de décadas de servicio al estado han sido depuestos simplemente por haber sido instalados bajo otras gestiones, está dando pie a un creciente número de familias desprotegidas, que en el mejor de los casos deben decidir qué obligación económica atienden primero.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Así la situación de las familias va deteriorándose en la medida que el voraz mercado les hace perder su poder adquisitivo, mientras el gobierno populista lo deja hacer so excusa de que se regulará así mismo.

Y eso simplemente no sucederá pues el mercado interno salvadoreño responde a los intereses de las élites mercantilistas, apenas al 1% de la población, quienes manipulan al estado por intermedio del oficialismo para favorecerse, desentendiéndose de los abusos que cometen, aumentando por esa vía como por elusión y evasión sus haberes financieros.

Debemos además sumar a la ecuación las consecuencias del régimen de excepción, el cual se adelantó para reprimir el terrorismo doméstico, pero deja de fuera al crimen común y por supuesto, los delitos de cuello blanco, y que ahora reprime abiertamente a los menos favorecidos.

Queda referirnos a la inseguridad jurídica resultante del autogolpe contra el poder judicial, con lo que se deshabilitaran los derechos de las mayorías, exponiéndonos al arbitrio de funcionarios ineficaces cuya tarea es satisfacer con la expropiaciones de pequeños campesinos, intereses de las élites referidas, transfiriendo la mayoría de esos bienes y tierras a estos, quienes se las apropian sin más “para bien de todos”, como hiciera la misma oligarquía con las tierras ejidales hacia finales del siglo 19.

Es decir; el quid ha sido siempre beneficiar a unos pocos, alrededor del 1% ahora, en detrimento del resto.

Ahora la cuestión es cómo aprovecharán estas élites “las oportunidades” que supone financieramente la hambruna que se avecina. ¿Cómo?

Durante el encierro de la pandemia el estado salvadoreño tuvo la oportunidad de recuperar el agro en prevención de lo que se avecina, generando una política de incentivos orientada a favorecer el campo, tecnificando y capacitando a pequeños y medianos tenedores de tierra, así como financiándolos para impulsar la generación de empleos, recuperando por esa vía nuestra soberanía alimentaria.

En vez de eso el régimen favoreció la rapiña que lo caracteriza, robándose todos esos millones que ahora sabemos, se apropiaron los funcionarios del círculo presidencial.

Ahora se presenta otra oportunidad de cara a las condiciones referidas, con la que el régimen y para que la población sobreviva, impulse la construcción de una política de seguridad alimentaria, que constituya una prioridad sustentable, acabe con el agiotismo y los intermediarios, abriendo líneas de créditos favorables para quienes conserven la vocación agrícola que distinguió desde siempre a nuestra población.

Es decir, es responder al soberano o seguir beneficiando a esos pocos.

*Educador salvadoreño

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