Solteros o castos. Revisando el celibato sacerdotal

El viernes 10 de marzo, ya en los festejos de los diez años de pontificado, Francisco nos obsequió otra entrevista polémica, en la que abordó muchos temas, algunos coyunturales como la situación de Nicaragua, con una fuerte crítica al régimen de Daniel Ortega.

Por: Elio Masferrer Kan*

Considero que fueron más relevantes sus opiniones sobre la situación de las personas “de tendencia homosexual”, las crisis matrimoniales y los divorcios canónicos, donde explicó que en muchos casos los contrayentes no tenían identificadas las implicaciones del matrimonio por la iglesia y que por lo tanto eran nulos. Pero lo más novedoso, y de fondo, fue su definición sobre la situación estructural del celibato sacerdotal en la Iglesia romana.

Recordemos que en la Iglesia cristiana primitiva la función sacerdotal estaba confiada a personas casadas, pues de los doce apóstoles, once estaban casados. Los primeros papas eran casados y en la estructura dogmática no existe ninguna obligación al celibato; más aún, la Biblia dice: “Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar” Timoteo 3:1-16. Serán las órdenes religiosas contemplativas las que introducen la noción de celibato y que rechazan la sexualidad al considerarla contaminante. También en el siglo V comienza a introducirse en el nivel episcopal la noción de la abstinencia sexual entre los jerarcas eclesiásticos, aunque estuvieran casados.

El celibato se configuró como una estrategia de la Iglesia para controlar los bienes adquiridos por los sacerdotes. Aunque los sacerdotes y obispos tenían mujer e hijos, durante 1500 años la Iglesia Católica de rito latino trató de imponer el celibato entre su personal infructuosamente. En la muy católica Italia, en todos los pueblos existe una mujer apodada “la Perpetua”, que todos saben que es la pareja del sacerdote.

Incluso existe una película de Sofia Loren y Marcelo Mastroianni (La mujer del cura o La moglie del prete, 1970) que aborda esta temática. En la Visita del Obispo Palafox a la diócesis de Puebla, en la primera mitad del siglo XVII describe cómo el sacerdote visitado tenía “sobrinos” viviendo en la parroquia. El periodista le preguntó si la Iglesia seguiría el camino de otras denominaciones cristianas que tienen pastores casados y si ayudaría a la crisis vocacional.

La respuesta de Francisco fue contundente: Descartó que el casamiento de los sacerdotes resolvería la crisis vocacional y agregó “en la iglesia católica hay sacerdotes casados: todo el rito oriental es casado. Acá en la Curia tenemos uno —hoy mismo me lo crucé— que tiene su señora, su hijo. No hay ninguna contradicción para que un sacerdote se pueda casar.”

Explicó que es una cuestión jurídica, diferenciando el sacramento sacerdotal, que es para toda la vida. Recalcó que “el celibato es una prescripción temporal” (que lleva más de 1000 años) “en la Iglesia occidental es una prescripción temporal: no sé si se resuelve de un modo o de otro, pero es provisoria en este sentido; no es eterna, el celibato es una disciplina”.

Daniel Hadad el entrevistador de Infobae oliendo la nota periodística le insistió: entonces “podría revisarse”. La respuesta de Francisco fue contundente: “Si, si, de hecho, todos los de la iglesia oriental son casados. O los que quieren. Ahí hacen una opción. Antes de la ordenación la opción por casarse o ser célibes”.

La propuesta de muchos religiosos es seguir el modelo de la Iglesia católica de ritos orientales; quienes deseen el celibato se sumen a las órdenes religiosas, y los casados se incorporen a las diócesis. Recordemos que en el Concilio Vaticano II se retomó la tradición de la Iglesia primitiva de ordenar diáconos permanentes casados, estrategia que es boicoteada por los sectores conservadores que hacen del celibato sacerdotal una cuestión dogmática que garantizaría la “sacralidad institucional”.

Nuestra experiencia como antropólogo de campo es que este asunto de la castidad sacerdotal siempre ha sido cuestionado. Un sacerdote con mucha experiencia me comentó que en el presbiterio alrededor del 25% eran gays, el 70% heterosexuales y sólo el 5% célibe.

Hay un dicho popular según el cuál “los sacerdotes son los únicos seres humanos a quienes todos le dicen padre y sus hijos le dicen tío”.

*Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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