1º de mayo

Antes que los valerosos Mártires de Chicago marcaran su impronta en la historia, extenuantes jornadas laborales de hasta 20 horas eran lo común, con por ejemplo niños de 10 años colándose en ventilas de minas, sin estudiar, para alcanzar las vetas de metal o carbón, pagando por ello una alta tasa de mortalidad.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Las expectativas de vida eran por supuesto muy bajas para la clase trabajadora, y que decir de la inexistencia de un marco legal que los protegiera, pues estaba pactado que la economía no girara en torno a la producción, sino a la explotación per se.

Aquellas condiciones extremas no es que hayan desaparecido, pues no es difícil encontrarlas en diferentes países, incluso en los llamados del primer mundo, pero las regulaciones que le siguieron al asesinato de los Mártires marcan un antes y un después, penando la explotación laboral al evidenciarse.

Hay empero mucho que hacer pues a diario surgen nuevas y más creativas expresiones de explotación en contra de los trabajadores, como por ejemplo, al establecer como eje laboral los parámetros keynesianos para la generación de la riqueza, derivó en la desaparición del estado de bienestar, desreguló el mercado y redundo en la extensión del tiempo de servicio con el ánimo de beneficiar por doble partida a las entidades privadas administradoras de los fondos de pensiones, mientras los trabajadores acceden a un retiro cada vez más incierto, anulando la estabilidad laboral y reduciendo crudamente el acceso a la salud laboral, para favorecer a los privados convertidos en verdaderos comerciantes de esta.

La aparición del trabajo flexible es también un desafío, en su expresión más atrasada: con la que a los más jóvenes que se integran por primera vez al mundo laboral se les vende la idea de que les irá bien al no acceder a las prestaciones de ley, percibiendo el supuesto grueso salarial al final de la quincena.

Tampoco las expresiones de explotación de carácter subjetivas, relativas a la alineación y sometimiento político dejaron de constituir una cruda violación a la privacidad de los trabajadores, pues como nunca tales vicios se constatan en los espacios laborales.

Entonces el esquema keynesiano establecido por intermedio de los chicagos boys desde los 70’s, en el caso particular de América Latina y luego del asalto a la Moneda, ha supuesto en la práctica incontestables retrocesos para la clase trabajadora, mientras la riqueza resultante se ha concentrado escandalosamente en apenas el 1% de la población, deprimiendo al motor humano de la producción y reduciéndolo a la condición de recurso descartable.

Así, los costes en los avances para los trabajadores desde finales del siglo XVIII, medidos en preciosas vidas sacrificadas impunemente por los explotadores para conservar sus privilegios, no han reducido como vemos, han mutado y constituyen una permanente amenaza en contra de los intereses del trabajador y sus familias, por lo que sumarse a las demandas de reconquistar la estabilidad laboral, controlar los precios, acceder a salarios justos y recuperar el estado de bienestar, son y siempre serán legítimas.

*Educador salvadoreño

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