“Ganará quien sabe cuándo luchar y cuando no luchar” Sun Tzu

El generar una guerra en contra del pueblo, se pueden cometer muchos errores que luego terminan pasando una factura muy, pero muy alta. Cuando nos dejamos llevar por la soberbia del poder y subestimamos a nuestros adversarios, muchas veces utilizando epítetos denigrantes o excluyentes, lo que sembramos es resentimiento y rencor.

Por: Igor Iván Villalta Sorto*

En una sociedad tan dividida y polarizada como la nuestra, que arrastra las consecuencias de una guerra que duró dos décadas, lo menos que se puede esperar de todos aquellos que vivimos el conflicto, es que nuestros gobernantes sean individuos cautelosos, que midan muy bien sus acciones, debido a que con una población mil veces humillada y ofendida, nadie sabe que es lo que depara el futuro.

Nuestra arrogancia y prepotencia nos hace creer que somos dueños del presente y del futuro, embriagados por nuestros triunfos, que los consideramos permanentes, eternos. Podemos llegar a considerar que las dinámicas sociales no van a cambiar. Por tanto, lo que piense u opine el otro me tiene sin cuidado. Yo soy la estrella del espectáculo, mis súbditos para lo único que sirven es para someterse, para obedecer.

Existen muchos salvadoreños que les encantan esos esquemas de relaciones de poder, adoptando posiciones de sumisión y entrega. Es fácil y simple adoptar ese tipo de comportamientos debido a que, no nos mueve la zona de confort, porque es cómodo quedarse callado y ser estoico. Dejar hacer; dejar pasar.

El problema es cuando las decisiones del iluminado tocan a nuestras puertas y debemos sufrir las consecuencias de la falta de planificación, de la improvisación, de la falta de compromiso con el ciudadano. En ese sentido, como objetos inanimados estaremos esperando la epifanía y el humor del gobernante o del amo. No hay que molestarlo, no hay que contradecirlo, porque se puede enojar. En este caso, sedo mi libertad de análisis y racionamiento al otro, es el otro quien debe sentir por mí, es el otro quien tiene las soluciones.

Pero analizando la frase que nos sirve de título. El filósofo y militar chino: Sun Tzu, nos está diciendo que no hay que desatar una guerra en contra del pueblo, porque nunca la vas a ganar y es absurdo que alguien con artimañas considere que la puede ganar. En primer lugar, porque si voy a desatar una guerra frontal en contra del pueblo ya estos pierden su categoría de ciudadanos y se convierten en enemigos.

Hemos visto como en la Asamblea Legislativa el presidente llamó a los representantes de la oposición política como: “los de la esquina” y que el pueblo los había relegado a esa posición, pero son ciudadanos igual que él y merecen todo respeto, igual que él. Que son minoría, por el momento, eso es otra cosa. El hecho concreto que sean minoría, no los excluye de ser representantes de un grupo de ciudadanos que merecen consideración y respeto.

Considero que se debe conocer a nuestro pueblo, que bajo ningún punto de vista es tonto. El salvadoreño ha demostrado a lo largo del tiempo mucha sabiduría, entrega y heroicidad. Dotado de de una naturaleza conspirativa enorme. Los ejemplos abundan, cuando en las narices del aparato represivo del gobierno se movían cantidades de armamentos. Al cabo que ni los mismos gringos consideraban que debíamos contar con medios aéreos para movilizar tanto avituallamiento, por ejemplo, para movilizar mil hombres y que estos entraran en combate.

Pero quienes daban la cobertura para que todo eso se hiciera posible. La señora que echaba tortillas, la que tenía su puesto en el mercado, el jardinero que trabajaba en casa de los ricos, algunos ricos que consideraban en su pensamiento estratégico que la guerra para ellos estaba perdida y que lo mejor era colaborar con los que tenían la razón histórica.

Siguiendo con la misma dinámica de guerra. Debo analizar a mis soldados. Se encuentran sumidos en la guerra porque llegó a ellos y nos le quedó otro camino que aceptar su destino, están por las prebendas de seguir al bando ganador, se encuentran por una razón de preeminencia de poder o están por convicción política, ideológica o social.

Y esto es sumamente importante debido que, si el comandante no confía en su tropa, no va a delegar en ellos acciones temerarias, no va a permitir que se expongan a los medios para no debelar su falta de preparación y sobre todo, falta de convicción sobre el rol o papel que estoy desempeñando. Si mi tropa esta comprada tengan por seguro que en las primeras derrotas van a salir huyendo, van a entrar en pánico, porque se está comenzando a mover el piso, mi zona de confort.

En los albores del conflicto armado, pudimos observar la furia popular y muchos comprendimos que esa convicción de lucha, que se mantiene intacta, que no se ve, pero existe, que únicamente está agazapada esperando el momento de actuar. Hay que respetarla, porque una vez desatada hace temblar al más valiente.

De los gobernantes debemos pedir sabiduría y mesura, debido a que volviendo a citar a Sun Tzu: “Un gobierno no debe movilizar un ejército por ira y los jefes militares no deben provocar la guerra por cólera”.

*Biólogo investigador

Si te gustó, compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial