Aunque a menudo consideramos nuestra edad como un número fijo determinado por el tiempo que hemos vivido, nuestra edad biológica es en realidad más flexible y puede ser influenciada por factores como el estrés, que puede acelerar el envejecimiento pero también puede ser revertido.
Por: Álvaro Bayón (Vary)
Cuando se habla de la edad de una persona, generalmente se hace referencia a la edad cronológica, esto es, al tiempo transcurrido desde el día en que nació. Sin embargo, no es raro encontrar personas que aparentan más o menos edad de la que realmente tienen, suceso que, en los casos más extremos, suele despertar la curiosidad de la gente. De algún modo, su apariencia no se relaciona tanto con la fecha de nacimiento, sino más bien con la edad biológica, la que su cuerpo expresa.
¿Cómo se mide la edad biológica?
Medir la edad cronológica de una persona es tan fácil como consultar la fecha de nacimiento y tener a mano un calendario. Pero medir la edad biológica resulta más complicado.
La mejor manera de conocer esta curiosa variable se encuentra en la epigenética. Así como la genética estudia las bases de la herencia mediante el ADN, la forma en que esta molécula tan esencial interactúa con el resto de elementos biológicos y cómo se organizan los genes, la epigenética estudia los mecanismos que regulan la expresión genética. Uno de los aspectos más relevantes de la epigenética se encuentra en la metilación del ADN, un sistema de alteración de la cadena de información genética, de tal manera que se module el modo en el que se expresan los genes.
Análogamente, si el genoma de un ser vivo es un libro, y sus genes son las oraciones escritas, que generan unidades con significado propio mediante un código genético —el idioma en que está escrito—, el epigenoma es una especie de conjunto de post-it adheridos sobre las hojas, que indican qué debe leerse y qué no, o de qué forma se debe interpretar la lectura.
Con el paso del tiempo, algunas metilaciones se hacen más frecuentes, aparecen nuevos post-it en las páginas del genoma humano. Estas marcas concretas se denominan ‘relojes epigenéticos’. Estos relojes epigenéticos son los que, en última instancia, integran muchas de las medidas fenotípicas del envejecimiento, y con ellos se puede predecir el riesgo de mortalidad más o menos cercana. Estos relojes moleculares resultan tan eficaces para medir la edad biológica, que incluso se emplean en ensayos clínicos relacionados con el envejecimiento.
El estrés, factor de envejecimiento biológico
La edad biológica de un organismo aumenta de forma constante a lo largo de su vida, pero no de manera sincrónica con la edad cronológica, se puede acelerar o decelerar, haciendo que una y otra forma de medir la edad discrepen. Las pruebas realizadas en seres humanos y en otros animales parecen indicar que la edad biológica se ve influida por múltiples factores de la historia vital de los seres vivos: eventos traumáticos, enfermedades, tratamientos farmacológicos, cambios en el estilo de vida y otras exposiciones ambientales.
Esta visión se ha visto reforzada por un estudio reciente, publicado en la prestigiosa revista Cell, y llevado a cabo por un equipo de investigación liderado por los investigadores Vadim N. Gladyshev, de la Universidad de Harvard, en Boston, y James P. White, de la Universidad Duke en Durham (Estados Unidos), según el cual, uno de los mayores factores que intervienen en la aceleración del envejecimiento biológico es el estrés.
Específicamente, observaron un aumento fuerte y rápido en la edad biológica de pacientes que pasaron por una intervención quirúrgica de urgencia —no cuando eran cirugías programadas—, durante el embarazo y durante el padecimiento de la COVID-19. Para los investigadores, no resultaría sorprendente que futuros estudios revelen efectos similares respecto a otros factores de estrés, incluyendo otros más cotidianos, como los derivados de circunstancias de la vida diaria.
Esta observación refuerza algo que ya se sabía: el estrés aumenta la mortalidad.
El envejecimiento por estrés: fuerte, pero reversible
Uno de los descubrimientos más revolucionarios de este equipo de investigación, sin embargo, ha sido que, a pesar de la fuerza y velocidad con la que determinados factores de estrés pueden desencadenar un envejecimiento biológico, sus efectos son reversibles. ¡En pocos días!
Cuando el factor de estrés desaparece, y el paciente vuelve a un entorno saludable, los efectos perniciosos medibles por relojes epigenéticos normalmente regresan a niveles cercanos a los anteriores, o al menos, a unos niveles más acordes a su edad cronológica. Incluso los pacientes más ancianos tienen la capacidad de revertir un aumento de su edad biológica inducido por el estrés.
Para los investigadores, estas situaciones de estrés, capaces de inducir aceleraciones reversibles en el envejecimiento, y las que aún están por descubrir, pueden ser buenos candidatos a modelo para probar la efectividad real de fármacos antienvejecimiento en los ensayos clínicos.
Fundamentalmente, este estudio muestra la existencia de mecanismos intrínsecos para revertir el aumento de la edad biológica, al menos, en eventos transitorios de aumento anómalo. Y reducir así la mortalidad asociada con ese tipo de eventos.
Fuente: Muy Interesante