La cruzada de Marcos Witt para llenar las iglesias latinas a través de la música

Así es como la superestrella evangélica moldea la fe en Estados Unidos.

El santuario de la iglesia de Northside en Charlotte, Carolina del Norte, está construido para servicios de culto gozosos. De su techo abovedado cuelgan parlantes inmensos, junto con un elaborado sistema de luces de colores. Su escenario semicircular tiene amplios escalones alfombrados que conducen a filas y filas de bancas color vino tinto, que albergan alrededor de 2700 personas. La noche de febrero pasado en que visité, la iglesia estaba llena de familias latinas que oraban en español que habían ido allí para ver a la superestrella evangélica Marcos Witt.

Mientras la multitud se reunía, el pastor Witt se dirigió a su equipo en un camerino abarrotado de archivadores. “Chicos, esta es la noche número 30”, dijo. Treinta significaba que estaban a la mitad de su tour América Ora y Adora, que comenzó en la primavera de 2022. Su hermana, que también es pastora, sacó una botellita de “aceite de unción”, que colocó en las muñecas de cada integrante del grupo: los músicos, los pastores-cantantes, los técnicos de sonido y video y Miriam Witt, pastora y esposa de Witt durante 37 años. La mezcla de aceite de oliva y fragancia servía como un recordatorio de su propósito: no estaban ahí solo para tocar música y satisfacer a los fans, sino para invocar al Espíritu Santo y acercar a las personas a Dios.

Unos minutos después de las 7, subieron al escenario y se lanzaron a la primera canción, “Hemos Venido a Buscarte”, un tema inédito que suena un poco a los primeros años de U2. “Jesús, hemos venido a buscarte/Jesús, hemos venido a escucharte”, canturreaban en español Witt y los otros pastores sobre una combinación vibrante de sonidos de sintetizadores y tambores.

En el escenario, Witt se viste como un hombre que esquiva la atención: pantalones oscuros y camisas oscuras de manga larga, su únicos adornos son una pulsera de cuentas, un anillo de bodas y gafas de carey. Pero su actitud es juguetona y confiada. “Querían venir a escuchar a Marcos Witt”, dijo, después de unas canciones. “Tranquilitos, sí vamos a cantar de las viejitas y de las nuevas”. Pero también iban a orar. “Jesucristo sigue estando sobre el trono”, les dijo. “Esta noche nos vamos a enfocar en Él”.

La mayoría de los estadounidenses nunca ha oído hablar de Marcos Witt, pero él calcula que en los últimos 40 años ha vendido unos 27 millones de copias de sus discos a nivel mundial. (Muchas de estas ventas fueron a través de vías no tradicionales, como iglesias, que no informan los números a agencias de monitoreo). Witt ha llenado estadios en Ciudad de México, Buenos Aires, Santiago, São Paulo, San Salvador, Miami y Los Ángeles. Ha ganado seis premios Grammy Latinos, incluyendo uno el año pasado por su álbum 34.º en solitario, Viviré. Para sus fans, Witt es más que un cantautor. Es un conducto hacia lo divino. “Mi música lleva el aliento de Dios”, me dijo. “A través de nuestras canciones, Dios está abrazando a la gente”.

En la década de 1980, Witt revolucionó el culto evangélico en español al mezclar las canciones de alabanza con música disco y un estilo new wave para atraer a una generación más joven. En 1994, fundó la primera de decenas de escuelas en toda Latinoamérica para entrenar a otros músicos líderes de adoración. En la década de 2000, formó una de las congregaciones evangélicas en español más grandes de Estados Unidos en la Iglesia Lakewood en Houston. Al mismo tiempo, con los Grammy Latinos que ganó, inspiró a la siguiente generación de artistas musicales cristianos. “Witt puso en primer plano que era posible hacer música abiertamente cristiana, música de alabanza, y que suene bien producida y fresca”,explicó Leila Cobo, directora de contenido latino de la revista Billboard. “No está haciendo música de principiantes en un órgano chiquito”.

Su álbum revelación de 1988, ¡Adoremos!, y sus secuelas Proyecto Alabanza Adoración (1990) y Tú y yo (1991) atrajeron a jóvenes latinoamericanos al musicalizar letras inspiradas en las Escrituras con teclados, guitarras eléctricas y baterías. Muchos pastores mayores acusaron a Witt de satanismo cuando salieron estos álbumes. La batería, dijeron, era un instrumento del diablo, y ninguna música piadosa podría sonar como Bruce Springsteen o Billy Joel. Pero los latinos más jóvenes acudían en masa a sus conciertos, llenando estadios. Quedaron prendados no solo por sus arreglos pop y rock, sino también por su forma de dirigirse a Dios.

Durante sus años en un instituto bíblico de educación superior en Texas, Witt se empapó de las obras de un movimiento ministerial musical conocido como Praise and Worship, cuyos orígenes pueden remontarse a los pentecostales en Canadá durante la década de 1940. El reverendo Michael Herron, uno de los mentores de Witt, me explicó que antes de Praise and Worship, el tono de la mayoría de las canciones de la iglesia era ligeramente histórico: se trataban de Dios, de Cristo, de la crucifixión. Las canciones de Praise and Worship sonaban más como cartas de amor. “Se cantaban personalmente al Señor”, dice Herron. De la misma manera, las letras de Witt empujan a la gente a forjar su propia relación directamente con lo divino.

Comparando la música de Witt con “ese viento recio” que sopló y durante el Pentecostés, el reverendo Daniel de León Sr., pastor del Templo Calvario en Santa Ana, California, dice: “Agitó la iglesia de abajo hacia arriba”.

Puede que Witt, de 61 años, ya no sea el artista cristiano más popular entre los latinos jóvenes y latinoamericanos en general —ese laurel parece ahora ser del grupo Miel San Marcos—, pero todavía está decidido a llevar personas a Cristo. Su gira América Ora y Adora (AOA) es su más reciente esfuerzo. Todas sus canciones y oraciones son en español. En nuestras conversaciones, Witt comparó la gira con el sistema que enciende y llena de energía un avión antes del despegue. “La iglesia latina es el jet”, enfatizó. Witt conoce los puntos fuertes y las debilidades de esta comunidad. Ha trabajado con evangélicos de habla hispana toda su vida. Los conciertos de AOA están diseñados para energizar a sus congregaciones.

La comunidad protestante latina en Estados Unidos, que es en gran parte pentecostal o carismática, nunca ha sido más influyente que ahora. También atraviesa fuertes vientos que afectan su futuro: la secularización de la juventud latina, la politización de las congregaciones, las rivalidades entre pastores y el fuerte interés de los evangélicos anglosajones, que pueden apoyar o apropiarse de su creciente poder.

Esa noche en Carolina del Norte, Witt presentó a la audiencia al reverendo Rusty Price, quien aprendió español cuando trabajaba como misionero en Cuba y fundó en Charlotte la iglesia Camino Church, uno de los principales patrocinadores del recorrido de la gira AOA por el estado. “Quiero darle gracias a todos los inmigrantes por venir a mi país”, dijo Price, y el público gritó de alegría. “Dios los ha mandado aquí para salvar a Estados Unidos”.

Jonathan Mark Witt Holder fue un niño misionero: nacido en San Antonio, Texas, y criado como Marcos en Durango, México. Sus padres pentecostales angloamericanos dedicaron sus vidas a ayudar a las iglesias evangélicas en México. Durante la mayor parte de su infancia, Witt creía que su vocación era otra, razón por la que se convirtió en pianista clásico entrenado y tenor dramático. En sus primeros años, se sentía dividido entre dos mundos: uno que adoraba a la música y otro que adoraba a Cristo. Una tarde, cuando tenía 17 años, resolvió el conflicto dedicando toda su capacidad musical al Señor. “Desde ese día hasta hoy”, me dijo, “se ha tratado de ¿cómo puedo usar la música para que la gente sepa sobre el amor de Cristo?“. Witt nunca canta canciones sobre otra cosa.

Después de llevar el movimiento de alabanza Praise and Worship a Latinoamérica durante sus 20 y 30 años, Witt se mudó a Houston con su esposa y sus cuatro hijos, en parte porque el aeropuerto en esa ciudad era un centro de vuelos a Sudamérica. En Texas, Witt firmó un contrato con la Iglesia Lakewood para dirigir una congregación local en español. Cuando el pastor Joel Osteen se acercó a Witt en 2002, cerca de 500 personas estaban poniéndose auriculares en la megaiglesia todos los domingos para escuchar el servicio del pastor Osteen en traducción simultánea. Para cuando Witt se fue 10 años después, el servicio de Lakewood en español atraía una asistencia presencial de aproximadamente 6.000 personas cada domingo.

Lakewood se convirtió en un modelo para evangélicos anglosajones interesados ​​en atraer hispanohablantes a sus iglesias. Estaba especialmente bien posicionada para recibir a los latinos porque años antes ya se había acercado más al pentecostalismo. Fundada como Iglesia Bautista Lakewood, dejó la denominación hace décadas, después de que el padre de Osteen abrazó la curación por la fe. El cambio era parte de una tendencia nacional más grande. En el pasado medio siglo, mientras el culto carismático se hizo más común en Estados Unidos, prácticas como hablar en lenguas y la curación por la fe tuvieron mayor aceptación y el número de protestantes no confesionales en Estados Unidos ha crecido. En los últimos años, ese grupo superó al número de protestantes que pertenecen a las ramas principales.

Sin embargo, Lakewood necesitaba más que simpatía doctrinal para atraer a más cristianos de habla hispana. A pesar de su tamaño, la comunidad evangélica que habla español en Estados Unidos está bastante fragmentada. “Aquí hay muchas iglesias de 50 miembros y nada de poder”, dijo Witt en una entrevista de 2013. “No podemos ni ponernos lo suficientemente de acuerdo para tomar una taza de café”. Las rivalidades, me dijo, pueden ser “aturdidoras”.

Algunas de las divisiones son por nacionalidad. En la mayoría de las iglesias de barrio, si los pastores son de El Salvador, también lo es su congregación. Sucede lo mismo si son de Guatemala, Argentina u otros países latinoamericanos. Como anglo criado en México, Witt tiene una identidad nacional más fluida, y las décadas que pasó de gira en Centroamérica y Sudamérica con los cristianos locales le dieron más experiencia en la región que a la mayoría de latinoamericanos. En Lakewood, él aprovechó esa ventaja. “Utilizaba ejemplos de alimentos de diferentes países, y la gente se emocionaba: ¡Ay, Dios mío, conoce nuestra comida!”. También adoptó deliberadamente un español más uniforme, borrando muchos de sus modismos mexicanos.

Los evangélicos latinos discuten sobre la manera correcta de bautizarse, o si las congregaciones deben organizarse en grupos de 12 discípulos, o sobre qué aspectos de la Escritura deben enfatizar. Para Witt, sin embargo, la única medida que cuenta es si has sido purificado en la sangre de Cristo y lo has aceptado como tu salvador personal. “Yo no soy de hacer proselitismo“, dice. “Entonces, ¿eres católico? Está bien, pero necesito que conozcas a Jesús. ¿Eres bautista? Excelente, pero necesitas conocer a Jesús. Entonces ¿Eres mormón? Fantástico, necesitas conocer a Jesús. Así que me interesa más que la gente sepa quién es Jesús que una marca, denominación o religión”.

Este enfoque inclusivo ha popularizado a Witt en un momento en que el evangelismo estadounidense está enfrentando una amenaza demográfica. El número de cristianos ha ido disminuyendo rápidamente en las últimas dos décadas. Los cambios son especialmente notables entre los milénials. El año pasado, el Centro de Investigaciones Pew publicó un informe señalando que si las tendencias actuales continúan, para 2070 es posible que Estados Unidos ya no sea un país de mayoría cristiana.

Considerando estos patrones demográficos, tiene sentido que las instituciones anglo como Lakewood hayan comenzado a cortejar a los hispanos —el grupo de mayor crecimiento entre los evangélicos— tienen una mejor oportunidad de asegurar su propia relevancia en el futuro.

“Vamos a acabar con el evangelismo americano monocromático”, me dijo el reverendo Samuel Rodríguez, presidente de la National Hispanic Christian Leadership Conference. “En los próximos 20 años, si el Señor tarda, vas a ver menos y menos iglesias totalmente blancas o iglesias totalmente negras. Vas a ver muchas más iglesias hermosas que parecen una bolsa de Skittles. Y yo creo que eso es un producto derivado de la comunidad latina“.

Muchas megaiglesias anglosajonas acogen congregaciones en español, pero no todos sus esfuerzos son tan equitativos como los de Lakewood. Osteen le brindó a Witt el mismo santuario que él utilizaba, así como la libertad para elegir los temas de sus prédicas. Pero en el Templo Calvario, el pastor De León ha estado recibiendo llamadas de pastores latinos que dicen que sus congregaciones son tratadas como invitados de segunda clase en una casa anglo. A menudo, dice, los pastores anglosajones instruyen a sus colegas hispanohablantes para que imiten el contenido de sus sermones. “Esto ha sido un problema que hemos tenido en todo Estados Unidos”, dice De León.

Para latinos como él, la desigualdad se siente especialmente irritante porque su tradición pastoril se remonta a los primeros días del pentecostalismo. Los primeros pastores pentecostales latinos fueron ordenados en 1909 en el Avivamiento de la Calle Azusa en Los Ángeles por uno de los fundadores del movimiento, el reverendo William J. Seymour. El Templo Calvario fue fundado por latinos en 1925, y ha sembrado cientos de otras iglesias. “Dios ha formado nuestras iglesias, al igual que las anglosajonas“, dice De León. “Siempre nos hemos esforzado por hacer lo nuestro”.

En mayo, América Ora y Adora llegó a Kansas, y María Magdalena Rado de Espinoza, de 64 años, viajó más de una hora a City Center Church con su nieta, de 21, para ver a Witt, a quien Rado escuchaba cuando era adolescente en Perú. En ese entonces, en la década de 1980, su grupo pentecostal hacía sus reuniones en medio de un parque en las afueras de Lima porque no tenían una iglesia propia. Los desconocidos los llamaban “locos” y les arrojaban piedras mientras oraban. Pero la música de Witt atrajo jóvenes a Dios, dijo. Los sábados por la noche, su grupo encendía a todo volumen un reproductor de casetes y otros adolescentes pasaban para averiguar qué estaba pasando, porque su adoración sonaba como una fiesta.

Berenice Merlos, de 40 años, tomó asiento en el santuario con su esposo y sus cuatro hijos. Merlos comenzó a escuchar a Witt con su abuela cuando tenía unos 5 años. La pequeña y la anciana se tomaban de la mano en un departamento de Tepito, un barrio complicado de Ciudad de México, cantando “Te amo“ y “Tu misericordia“. “Fue un momento de adoración muy íntima, entre ella, Dios y yo”, dice Merlos. Más tarde, cuando tenía 10 años, Merlos y su familia vieron a Witt en un concierto. Juntos se sentaron en lo alto de un estadio de la Ciudad de México. Cuando la multitud cantó “Poderoso”, vio a miles de personas debajo de ella levantar la mano derecha mientras alababan el poder de Dios. Fue impresionante. La música de Witt le dio a Merlos una forma de verbalizar lo que vio suceder, la forma en que Dios conmovió el estadio y renovó a su familia. Lo único que le permitió a su padre escapar del alcoholismo y la adicción a las drogas, dice Merlos, fue la mano poderosa de Dios.

En estos días, una porción menor de latinos está recibiendo a Dios como lo hicieron Merlos y Rado. Aunque el número de evangélicos sigue aumentando a medida que crece el tamaño de la población latina, la porción que se identifica como evangélica se ha estabilizado durante la última década, estancándose alrededor del 15 por ciento. Al mismo tiempo, el Centro de Investigación Pew descubrió que el porcentaje de latinos que se identifica como ateo, agnóstico o “nada en particular” ha crecido constantemente. En 2010, estos latinos más seculares constituían solo el 10 por ciento de la población hispana; en 2022, eran casi un tercio.

Aun así, los evangélicos latinos se han convertido en un bloque de votantes cada vez más codiciado en estados indecisos como Georgia, Carolina del Norte y Virginia, en parte porque han demostrado estar más interesados en votar que los latinos católicos o más seculares.

También es porque parecen dispuestos a ser persuadidos por ambos partidos. Según una encuesta del Centro de Investigación Pew realizada en agosto del año pasado, un cuarto de los evangélicos latinos creen que Donald Trump debería postularse para la presidencia nuevamente en 2024. Pero Pew también ha descubierto que es igual de probable que los evangélicos latinos digan que los demócratas representan sus intereses así como los republicanos. Sesenta y nueve por ciento considera que el aborto debe ser ilegal en todos o en la mayoría de los casos. Sin embargo, el 70 por ciento cree que es más importante controlar la posesión de armas que proteger el derecho a portar armas.

Quizás ningún tema revele mejor los matices del grupo que la desigualdad económica. “Si defines la justicia económica a través de de la óptica del socialismo, del comunismo, la mayoría de los evangélicos, según Pew, se opondrán”, señala Rodríguez. “Si dices, ¿los evangélicos latinos están totalmente comprometidos a atender la pobreza en el nombre de Jesús? Absolutamente, y absolutamente con tres signos de exclamación”.

Para muchos evangélicos latinos, la rehabilitación de drogas, la justicia penal y la lucha contra el racismo son temas importantes, inmediatamente después de la preservación de la vida y la libertad religiosa. Las diferencias entre sus prioridades y las de sus homólogos anglosajones provienen de la experiencia. “Cuando hubo un éxodo urbano de la población blanca, los pentecostales latinos se quedaron en la ciudad”, dice el reverendo Gabriel Salguero, presidente de la Coalición Evangélica Nacional Latina. Sus pastores caminaron junto a refugiados, drogadictos y presos, así como a familias de clase trabajadora, propietarios de pequeñas empresas y, en áreas rurales, trabajadores agrícolas. Para los pastores, dice Salguero, la pregunta más importante es: ¿Cómo afecta esta política a las personas a las que servimos?

Esta pregunta empujó a Witt a la política nacional después de que comenzó su ministerio como pastor en Lakewood. Allí fue testigo de primera mano de la difícil situación de los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Cada semana se encontraba con alguien cuyo padre, hijo o ser querido había sido deportado recientemente. Los latinos tenían tanto miedo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) que si veían oficiales uniformados fuera de la iglesia, a menudo se iban. Witt solía dar la bienvenida a quienes ingresaban al santuario con una versión de: estamos muy felices de tenerlos aquí. Por cierto, la policía ahí afuera, solo está para dirigir el tráfico. No son de ICE. “Tuvimos que decir eso durante meses hasta que se corriera la voz y la gente no se daba vuelta en U cuando veía a un policía”, recuerda.

Conmocionado e indignado, Witt se unió a Esperanza, una organización religiosa de Filadelfia, en sus esfuerzos por reformar la política federal de inmigración. El presidente del grupo, el reverendo Luis Cortés Jr., me dijo que a principios de la década de 2000, ningún otro líder evangélico anglo asociado con una megaiglesia estaría dispuesto a hablar en público a favor de la reforma migratoria. Pero Witt cabildeó a los políticos en Texas y en el Capitolio, viajando a Washington casi cada dos meses y pagando los gastos de su bolsillo. Estuvo presente en la Casa Blanca en 2004 cuando el presidente George W. Bush anunció una propuesta para renovar las políticas de inmigración.

Pero después de que el senador Barack Obama ganó las elecciones presidenciales en 2008, el mismo año en que Witt respaldó al senador John McCain para la presidencia, Witt se alejó de la política. Dijo que la victoria demócrata no tuvo nada que ver con eso. La verdadera ruptura llegó en 2006, insistió, después de que el senador John Cornyn, el republicano de Texas, le prometió a Witt por teléfono que haría todo lo que estuviera a su alcance para luchar por un proyecto de ley de reforma migratoria integral. Luego, votó en contra. “Estaba tan enojado y decepcionado que creo que pasé tres días en cama”, dice Witt. “Entré, como, en una depresión”. Aproximadamente una semana después, le dijo a Miriam que había terminado con Washington. (Una vocera de Cornyn negó que el senador hubiera prometido apoyar una ley de inmigración por la que al final votó en contra).

“Este callejón sin salida en el que hemos estado viviendo durante décadas y décadas es absolutamente increíble”, dice Witt. “¿Cómo pueden vivir consigo mismos, haciendo promesas y sin cumplir nada?”. La hipocresía lo alejó.

Entonces, a medida que otros evangélicos de habla hispana se politizaban cada vez más, los Witt se volvieron deliberadamente apolíticos. “Hasta donde yo sé nada en la Biblia dice, ay, tienes que creer esto o estar con este partido”, dice Miriam. “Eso simplemente no está ahí. Hay gracia para todos”.

“Hay personas muy cercanas a mí que, ideológicamente, están muy lejos de mí”, dice Witt. “Los amo con todo mi corazón porque son mi familia. Y nunca dejaré de amarlos sin importar cuál sea su ideología”.

Su único activismo ahora es combatir la secularización. En cada evento de AOA, invita a los asistentes menores de 25 años a acercarse al escenario y comprometerse con Cristo. La primera vez que lo hizo, se quedó atónito al ver que aproximadamente la mitad de su audiencia daba un paso al frente. Puede que sus principales admiradores sean mayores, pero las madres y abuelas le traen a sus jóvenes.

En Kansas, Rado y Merlos estaban encantadas de ver a sus hijos tomar sus lugares frente al escenario. El mayor de Merlos, Mizrahim, de 15 años, fue el primero de varios que Witt destacó. “¿Cómo te llamas?”, preguntó Witt. Cuando el chico respondió, Witt le dijo: “Dios te va a usar”.

La mañana después del evento de AOA en City Center Church, Witt realizó una conferencia para líderes cristianos en el santuario más pequeño de la iglesia. Allí se reunieron unas 75 personas. Cuando llegó Witt, el ambiente en la sala era notablemente distante. Estos hombres y mujeres, la mayoría de mediana edad, dirigían sus propias congregaciones y tenían sus propias ideas sobre la adoración. Se sentaron en grupos, distribuidos por iglesias, muchos con los brazos cruzados.

Witt estaba solo de pie detrás de un teclado y comenzó a improvisar una selección de cánticos antiguos. Al principio, interrumpía los cantos con bromas internas sobre el repertorio que todos usaban en la iglesia cuando eran jóvenes. Era como si les estuviera diciendo: soy como tú, me criaron como tú. En 10 minutos, los tenía de pie cantando. Momentos después, comenzó su canción “Temprano te buscaré“, y Merlos, quien es pastora en Kansas, cayó de rodillas en la primera fila, ofreciendo sus manos a Dios. Cuando el público volvió a sentarse, la cautela había dado paso a la calidez. “Ese es el poder de la adoración”, me explicó Witt más tarde. “Cuando salgo y canto algunas canciones con las que todos se identifican, ¡bam! Se unen”.

Los dones de Witt como líder de adoración hicieron que la sala fuera más receptiva cuando cambió de roles y comenzó a entrevistar a un desfile de patrocinadores de AOA: la organización de desarrollo Living Water International, la Asociación Evangelística Billy Graham, la aplicación de gestión ministerial Gloo. AOA necesita estos patrocinadores para subsidiar las entradas gratuitas porque la donación voluntaria promedio para sus eventos es de solo 3 dólares. La gira no ha tenido pérdidas solo porque Witt actúa gratis.

Por necesidad, muchos de los pastores y líderes en la sala esa mañana adoptaban el mismo enfoque: trabajaban en empleos diurnos y pastoreaban sus rebaños esencialmente como voluntarios. Los evangélicos latinos, en promedio, simplemente donan menos dinero a sus iglesias, lo que dificulta que las iglesias más pequeñas se mantengan a flote.

Esta es una de las razones por las que algunos pastores en Kansas aceptaban las ventajas de dirigir congregaciones de habla hispana en megaiglesias anglosajonas: ya no les preocupaba el alquiler. El reverendo Enrique Uria, quien hizo crecer una congregación de habla hispana de 180 a 600 miembros para The Family Church en McAllen, Texas, y ahora es pastor de otra congregación para Hope Chapel en Kansas City, Kansas, señaló otra motivación clave: los latinos de segunda generación a menudo abandonan las iglesias de sus padres.

“Estamos perdiendo a muchos de los jóvenes hispanos”, dice. “Y los que se quedan se van a una iglesia en inglés, porque sus amigos están allí”. Si preparas un servicio en español contemporáneo dentro de una iglesia de habla inglesa, argumenta, tienes más posibilidades de mantener a los adolescentes y veinteañeros.

El propio Witt intenta llevar a cabo los eventos de AOA en las megaiglesias anglosajonas por dos razones. Tienen fantásticos sistemas de sonido y las iglesias latinas rivales tienden a percibirlas como terreno neutral. Si AOA se presenta en la iglesia hispana más grande de una ciudad determinada, dice, entonces los pastores de las muchas iglesias pequeñas y medianas de esa ciudad a menudo se sienten menospreciados e instruyen a sus congregaciones para que se mantengan alejadas.

Incluso en Kansas, varios pastores les dijeron a sus feligreses que no asistieran a los eventos de AOA en City Center Church. Es posible que algunos hayan tenido miedo de perder seguidores frente a su congregación de habla hispana, que los pastores Tommy Torres y Janeth Torres fundaron en 2019. Es posible que otros simplemente se opongan a la forma en que los Torres llevan a cabo los servicios. “Rompimos el molde”, me dijo Tommy Torres. Él creció asistiendo a iglesias de la vieja escuela, de las que organizan servicios de tres horas que no permiten que las mujeres asistentes vistan pantalones. Pero en la iglesia City Center, su servicio no dura más de 90 minutos; usan una máquina de humo y las mujeres pueden vestir lo que quieran. Los Torres, que comenzaron como pastores de jóvenes, quieren llegar a los milénials en donde están. Forman pequeños grupos no solo para parejas casadas sino también para madres solteras, mujeres divorciadas y familias mezcladas.

Estos son los tipos de innovaciones que a Witt le gusta apoyar. “Deja de tratar de corregir cómo hace su ministerio tu hermano”, les dijo a los pastores esa mañana. “Con el tuyo ya tienes”. Jesús, les recordó, dijo que no se puede verter vino nuevo en odres viejos; el cuero viejo se rompe y el vino nuevo se derrama. “¿Usted ya es un cuero viejo?“, preguntó. Los boomers y los miembros de la generación X en la sala se rieron con incomodidad. Witt también se rió entre dientes, pero no los dejó ir. “¿Eh? Es algo que uno tiene que preguntarse”, insistió. “Si usted constantemente vive indignado, ¿cómo puede el vino nuevo fluir a través de tu vida?”.

Cuando Witt era el joven rebelde y los pastores mayores prendían fuego a sus casetes y CDs, prometió apoyar a los jóvenes cristianos que venían detrás de él. Ahora instaba a los pastores mayores a mantenerse jóvenes también: a ministrar con alegría y humor, a dejar de pelear entre sí y a regocijarse en las almas que salvaron, sin importar cuántas fueran. “A lo mejor usted ya vio al pastor que todo el mundo dice que está loco”, dijo. “Vaya a ese pastor y bendiga a ese pastor”.

Antes de cada evento de AOA, Witt ora para que Dios le dé el discernimiento para entender las necesidades de las personas que han acudido. Algunos lugares están jubilosos, otros lloran. Charlotte estaba eufórica. Kansas era reservada. Witt quiere que el Espíritu Santo lo use para su propia obra. “Voy a salir al escenario y hacerme lo más pequeño que pueda para que Dios pueda hacerse lo más grande que pueda”, me dijo. Cuando funciona, los pastores, las canciones y las oraciones tocan las necesidades más profundas de sanación, de comunidad, de amor de las personas. Ese sábado por la mañana, vi la transmutación otra vez cuando Witt instruyó a los líderes a orar unos por otros. Formaron nuevos círculos de tres o cuatro alrededor de la habitación. En el escenario, Witt cantó una de sus mejores canciones, “Tu fidelidad”, escrita por Miguel Cassina. La balada dulce y dolorosa abrazó a los pastores, pero ahora ignoraban a Witt. Con las cabezas juntas, estaban ocupados en su propio trabajo. Si el jet de la iglesia evangélica latina despega, ellos serán su combustible.

Fuente: The New York Time

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