La situación productiva del país no alcanza niveles que generen una dinámica de bienestar para todos los grupos laborales, que día a día buscan en base al trabajo que hay su subsistencia diaria; y el sindicalismo parece no estar donde se le necesita y pasea entre el conformismo de una situación socio laboral, que percibe como irreversible y difícil de cambiar en pro de los intereses de los sectores populares, que siguen soportando los vaivenes de políticas públicas infructuosas y en pro de la argolla dominante.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
El sindicalismo acomodado a una situación productiva que es insostenible en el mediano plazo, denota que la sociedad va cayendo en contextos de atraso económico y grave ausencia de bienestar para los grupos que más lo necesitan y lo requieren. Nos preguntamos y lo poco positivo laboral que se ha producido en este período 2019-2023, a dónde ha apuntado, en tanto pareciera por las acciones de gobierno y empresariales, que sólo han conducido a mayores deterioros y caídas de más profundidad a lo que teníamos antes de la pandemia.
La situación comparativa que algunos opinantes desarrollan parece en mucho no llevar a nada, pues compararse siempre termina siendo vano y fútil, en tanto se presentan opiniones pasadas y presentes que argumentan que estábamos mejor antes o que hoy hemos logrado superar la situación problemática que lo anterior no pudo resolver; en fin elogios a sí mismos, pero quienes reciben las consecuencias de no superar las causas del asunto que debe ocuparnos, no interesan y sólo se hace un manejo propagandístico y publicitario de esa no realidad y, allí termina el debate, acusaciones y difamaciones, datos ambiguos, datos poco claros y una serie de actos que viven de la opacidad de los fines con que se programaron e hicieron; y nuestro instituto de la opinión pública, anquilosado, obtuso y fuera del contexto que requerimos para saber y conocer más del asunto en cuestión.
¿Dónde el sindicalismo, surge en posicionamiento y consecuente con la situación productiva que vivimos?, parece que mucho de su quehacer está atrofiado por los vaivenes de la dictadura, de las condiciones de intimidación y presión político-militar que vivimos para la mayoría y para la protección de las cúpulas dominantes. Los sectores productivos que asumen en la inversión de apertura de centros de trabajo, de medios de producción y desarrollo productivo de bienes y servicios, siguen sin encajar en la realidad de empobrecimiento, de falta del empleo decente y suficiente para los sectores populares, de salarios hoy abajo del costo de vida, estancados y sin las políticas de empleo y salarial que conduzcan a una mejor oportunidad de convivencia y bienestar en la sociedad.
El sindicalismo tal como lo vemos en la realidad, no está actuando de conformidad, y lo hace así en tanto sus liderazgos están empobrecidos de ideología, de conocimiento y competencia para entender el asunto socio laboral que debe motivarnos a enfrentar. Los relevos están desprovistos de la visión estratégica que debe impulsarlos a modificar el contexto al que se nos somete, la falta de lectura suficiente y fundamental para comprender a lo que nos enfrentamos, hace mella en las más positivas ideas y acciones unitarias que surgen en la discusión sobre los problemas de la clase trabajadora.
Se menciona la introducción de reformas laborales, de arriba hacia abajo, en mucho inconsultas y sobre todo sin los mecanismos y espacios de discusión adecuados, con los que han hecho el proyecto y con quienes se les aplicará en poco tiempo tales reformas. Sabemos que la deficiente lectura comprensiva en el grueso de la clase trabajadora, denota la dificultad de un sindicalismo sano y lleno de vida que conduzca y lidere hacia derroteros más de bienestar y compromiso social con las personas trabajadoras. El desfase en la materia de legislación laboral (1972) es obvio; y las reformas laborales subsiguientes (1972-2023) no han podido integrar una realidad social muy compleja, en tanto el crecimiento de la informalidad, de la sub contratación, de la tercerización de la economía como manera vital de basar el quehacer productivo del país persisten. La exportación es débil en tanto el país se encuentra en una vorágine, y así la inversión extranjera directa y la exportación de capitales como préstamos y/o instalación de fábricas—resultado de la deslocalización mundial—no han podido prevalecer, ni dar sustento y sostenibilidad a una diferente economía y por ende a una convivencia social y productiva diferente.
Se describe un país que el sindicalismo no acepta en su dirigencia su inexistencia, y en tanto persiste la falta de ingresos suficientes, un acelerado incremento del costo de vida; un alto proceso de precarización de los servicios públicos. En consecuencia, urge un sindicalismo que salga de su postración y empiece a reivindicar de forma unitaria, solidaria y con conocimiento y estrategia clara el proceso de los servicios productivos.
*Sindicalista salvadoreño