Argentina atraviesa una semana de incertidumbre después de la victoria del libertario Javier Milei en las primarias del domingo. Tras pasar casi todo lo que va de este siglo dividida en la grieta entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri, la irrupción de una ultraderecha que ha cautivado el hartazgo de los votantes con la política la acerca al precipicio.
Por: José Pablo Criales
Casi un tercio de los 35 millones de argentinos habilitados se abstuvo de votar, y otros siete millones –el 30% de los que sí fueron– eligieron una agenda que promete un ajuste fiscal durísimo, propone privatizar la salud y la educación, se opone a la educación sexual y al aborto, niega el cambio climático, y espera resolver la inseguridad con la libre portación de armas.
Mientras el peronismo gobernante se reagrupa en silencio y la derecha tradicional reescribe su guion, Javier Milei se ha pasado la semana de vuelta en su hábitat. Los principales canales de televisión lo han recibido estos días con aires de presidente electo.
“No descarto asumir antes de tiempo”, lanzó envalentonado en una entrevista, después de que la tertulia discutiera las consecuencias económicas de su victoria. En otra, tachó ministerios en una pizarra presentando su plan de Gobierno. Dejó solo Exteriores, Seguridad, Justicia y Economía mientras el conductor le recordaba uno de sus latiguillos de campaña: “¡Le pasaste la motosierra!”, dijo entre risas. Milei también contó que ya ha sido contactado por el Fondo Monetario Internacional y que planea una reunión; y presumió que el único político nacional que lo felicitó fue Mauricio Macri. Descartó, eso sí, unir fuerzas con su delfín, Patricia Bullrich. “Es menos que mi segunda marca”, dijo el lunes.
Gran parte del país está angustiado, pero ese tercio de los votantes que lo eligieron celebra estos días cada una de sus osadías. “Están en juego nuestros derechos”, dicen de un lado; “Es cambiar todo ahora o nunca”, responden del otro. La Argentina que votó por el hartazgo está ilusionada, y ningún político tradicional se ha manifestado estos días con planes de volver a llamarla a sus orillas.
La única certeza, mientras tanto, es que son todos un poco más pobres que el domingo: el Banco Central devaluó el peso un 18,3% el lunes, el dólar paralelo trepó a 800 pesos frente a los 350 del oficial, y el calvario mensual del índice precios al consumidor trepó otro 6%, hasta el 113% interanual. Faltan dos meses para las elecciones del próximo 22 de octubre.