Cualquier forma de corrupción es dañina, por lo que sin importar cuán vasta es la operación que entraña, o cuán insignificante, se la debe reprimir expeditamente. En tal sentido no existe en materia jurídica, expresiones de corrupción que se pudieran denominar menos dañinas, pues toda ella es dañina.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Es dañina porque sin importar quién la promueve, quién se beneficia y cuáles son sus consecuencias, drena la confianza y los recursos públicos, lesionando la institucionalidad y al estado.
Por otro lado, su mayor logro es que se la naturalice socialmente, lo que supone que un alto porcentaje de la población apruebe a los políticos corruptos, pues ambicionan la inmunidad que estos logran, y el jugoso provecho de esta desviación.
Ello porque favorecen a sus familiares y cercanos, colocándolos en puestos para los que no detentan ninguna capacidad, y peor aún, desplazando a quienes sí poseen los méritos y la formación para ejercerlos.
Además, desvían cuantiosos recursos en la adquisición de bienes para el estado para propio beneficio, en operaciones que implican tanto la compra de voluntades como la corrupción de otros cuadros del estado.
En todo caso la corrupción como fenómeno político social supone la generación de una clase aparte, una sub casta privilegiada que se blinda para así evadir a la justicia, lo que por supuesto no sería posible sin la colaboración de elementos claves del aparato judicial.
Ahora mismo vemos todos estos elementos operando en el actual escenario, con el gobierno habiendo corrompido a todo el aparato estatal cooptándolo, permitiéndose actuar a sus anchas y sin la obligación de dar ninguna cuenta.
Interesante, pues el corruptor se vale de la legislación para protegerse, habiéndola erosionado primero para así poder manipularla en su conveniencia.
Ahora nos dicen mediante una masiva cobertura mediática que se persigue a los corruptos, cubriendo sus detenciones con una chocante una mediática publicitaria, sin reparar que los detenidos si bien son delincuentes, son de menor cuantía.
Ya la CICIG señaló entre el círculo presidencial a los principales defraudadores de la actual gestión (el tiro le salió por la culata al régimen, pues atrajo a la OEA con el propósito de acusar a los anteriores gobiernos, haciéndose pública en cambio una rapiña tal y tan escandalosa que tuvo que desaforarlos y echarlos, pues sus acusaciones por lo delinquido eran tan graves, que simplemente el gobierno era legalmente insostenible), así como la tal lista Engels generada por el gobierno de los EEUU, en la que coinciden.
Si sumamos a ello el corrupto sistema judicial que el régimen generó a su medida, tenemos ahí la definición de corruptela.
No debemos entonces dejarnos sorprender por este esfuerzo por perseguir a los corruptos, de cara al escenario electoral venidero, siendo solo un mal intento de lavar la cara del régimen y nada más.
Lo cierto es que, este es el régimen que la historia recordará por nunca haber dejado de improvisar, pero también por ser la mayor cleptocracia mitómana, habiendo opacado a todas las anteriores.
Menudo logro.
*Educador salvadoreño