Reconocemos que hay movimientos y acciones del Presidente Bukele, que no entendemos a qué apuntan y hacia donde pretende llevar el país, me limito a la parte laboral, en tanto las demás áreas de la vida como la economía y demás políticas públicas: educación, vivienda, salud, medio ambiente sabemos que manifiestan en la práctica una situación difícil y compleja, que poco o nada tienen de bienestar para los sectores populares.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
Las diferentes reformas y aparentemente nuevas y el mejoramiento de leyes, incluyendo la reforma constitucional, son pocos sectores quienes participan, las leen y las entienden, en esto los medios de comunicación son o han sido poco responsables para que la población esté enterada del texto y del contexto en que se dan las cosas que se aprueban, sin mayores análisis por los órganos del Estado, ni por las organizaciones sindicales.
La educación general y formación profesional para las personas trabajadoras es muy baja y no evoluciona para hacer y tener una clase trabajadora calificada, resiliente, insertada con propósitos de superación individual y colectiva—los sesgos educativos son una realidad, los profesionales analfabetos—salidos de las diferentes universidades que arena produjo para privatizar la educación y anular a la universidad pública como aquéllas con alguna práctica consecuente, invaden la sociedad sin ofrecer competencias que mejoren sustancialmente los diferentes procesos productivos.
Claramente sabemos que el sector económico dominante busca el eje de acumulación que los haga más ricos; y las personas trabajadoras simplemente buscan un medio de subsistencia, sea este desde los botes de basura hasta un trabajo decente con salario mínimo, la informalidad, el trabajo familiar, la microempresa o el emprendedurismo—focalizado en pocos éxitos para desarrollar competencias y habilidades relacionadas a la creación de nuevos emprendimientos en lo técnico, científico, empresarial, social.
Mucho del trabajo del INSAFORP, estaba en esa intención de llegar a una mejora sustancial de la población en capacidad de laborar, la población económicamente activa. Sin embargo, no pasó más que a dar dinero a grupos sindicales, consorcios empresariales privados, universidades de escaso desarrollo educativo; y un abusivo uso de los fondos acumulados en pro del sector empresarial, que al cotizar el 1% de la plantilla laboral con empresas de más de 10 trabajadoras se adueñó de la institución pública, era lógico en el contexto de la globalización y modelo de mercado impuesto por arena, su política y modelo económico.
Lo acumulado por larga data estableció un régimen institucional casi feudal, donde el Consejo Directivo era dominado por su Presidente nombrado por la ANEP, donde el Estado no tuvo mayores injerencias para articular algo con el sistema educativo nacional y/o institutos tecnológicos que mucho lo necesitaban. Ni tampoco con la UES. El sector laboral representado allí, anquilosado en un tripartismo obsoleto y venal. El Presidente Funes en su período intentó hacer mínimos cambios para deshacer ese caciquismo, sin conseguirlo; y la cosa de la formación profesional siguió encasillada en pastelería, corte y confección, barbería, cosmetología y otras profesiones por demás insignificantes, pero favoreciendo a gerentes y personal ejecutivo de las empresas.
Ahora el gobierno ha desarticulado de un plumazo la formación profesional promovida por el INSAFORP y se anexó en ese atarrayazo al INJUVE, idea del Presidente Sánchez Cerén con poco oficio para el problema estructural de encausar la juventud, que no tiene ninguna oportunidad de insertarse a la economía del país con alta probabilidad de desarrollo humano sostenible.
La cuestión es que como todo lo que implica reforma pública en el actual período, es disponer de un coto de caza, donde se tengan fondos ($) acumulados y sin mayor compromiso para impulsar una diferente formación profesional y rendición de cuentas; la empresa privada por el hecho de cotizar y apropiarse de los fondos, por venir del sector empresarial, poco o nada rendía cuentas—era su “dinero”.
Hoy la reforma hace para el Gobierno una institución rentable y que le permite disponer de recursos económicos para combatir lo que se proponga realizar en el período que está por finalizar; y con un mínimo de funcionamiento y personal, con nombramientos bastante dogmáticos y selectivos, que dan pauta a pensar en personas dóciles y de beneficio para el régimen autoritario que vivimos.
Lo que nos preguntamos es si la cura será peor que la enfermedad—la privatización de la formación profesional, y supuesto desarrollo de la juventud, tiene un giro hacia la “estatización”, como lo de los fondos de pensión, y el neoliberalismo de arena en su interés y esfuerzo por un eje de acumulación favorable, pareciera revertirse. Lo que es de sumo importante es que la mata donde se rascó el tigre, parece que la tiene otro poder, que seguirá rascándose en detrimento de cómo hacer una economía de progreso con desarrollo sostenible y sustentable para la mayoría de los sectores populares marginados, excluidos y discriminados por élites dominantes.
*Sindicalista salvadoreño