Creadoras tienden redes comunitarias para transformar mapa de las artes

La creación de redes comunitarias que transforman el mapa de la participación femenina en el escenario nacional de las artes y la literatura caracteriza a las jóvenes creadoras provenientes de pueblos indígenas, comentaron a La Jornada investigadoras y promotoras de esos ámbitos.

La creadora Guillermina Ortega refirió que en el país hay muchas exposiciones que luego de la pandemia han hecho más visible el trabajo en arte contemporáneo de personas indígenas; por ejemplo, la muestra Arte de los pueblos de México: Disrupciones indígenas, realizada el año pasado en el Museo del Palacio de Bellas Artes.

Las mujeres, agregó la artista veracruzana, estamos todavía más invisibilizadas que los varones indígenas. En Oaxaca destacan por el mayor avance logrado desde hace años, así como en Chiapas. En Veracruz parecen no existir.

Ortega (Poza Rica, 1960) añadió que aunque es innegable la existencia de gran cantidad de creadoras de pueblos originarios, un problema es que no se asumen así por miedo a la discriminación y el racismo; sin embargo, sí hay artistas indígenas, remarcó.

Pocos apoyos y trabajo diluido

Relató que durante el trabajo que realizó con el Instituto Smithsonian o para el Museo Nacional del Indio Estadunidense, aprendió a ser curadora de arte tradicional, término que no se emplea en México y representa una gran diferencia entre aplicar el concepto artesanías que arte indígena.

Guillermina Ortega dijo que como no hay apoyo y las artistas no aparecen en la escena mexicana, su trabajo se diluye, a diferencia de lo que sucede en Oaxaca, cuyos representantes están posicionados en galerías comerciales y de muy buen nivel.

Para ella, a pesar de que el arte contemporáneo es muy elitista y tiene una estructura muy rígida, ahora se está abriendo una rendija con la muestra del Palacio de Bellas Artes, pero una exposición de mujeres indígenas es la aspiración pendiente.

Ortega narró que está realizando un proyecto con mujeres de piel morena, pero se contiene de definirlas como afrodescendientes, no porque no existan, sino porque no se reconocen como tales. Mientras se haga más visible la labor creativa de ese segmento, ellas podrán irse asumiendo sin ambages. Es como trabajar con artistas invisibles por mil razones, sobre todo artistas mujeres.

Poesía para apropiarse de sus derechos

Por su parte, la poeta y promotora cultural Nadia López dijo a este diario que cree en una literatura puente para acercarse a otras mujeres, por medio de la poesía, para que ellas escriban, reconozcan violencias y puedan apropiarse de sus derechos reproductivos y sexuales a través de sus textos poéticos.

Recordó que en su camino en las letras recibió apoyo de mujeres como la escritora mazahua Susana Bautista, quienes destacaron su trabajo poético en mixteco. Esa labor colectiva de impulso se nota cada vez más: “antes no tuve lo que generaciones jóvenes están recibiendo y me gusta mucho: el acompañamiento.

Celebro esta actitud de un montón de gente legada por conquistas de las primeras generaciones, de Briceida Cuevas y Natalia Toledo, entre otros, que comenzaron a decir que hay gente haciendo literatura en lenguas indígenas y la importancia de que haya becas y espacios de creación.

Nadia López (Tlaxiaco, Oaxaca, 1992) mencionó que iniciará un taller para 35 chicas de pueblos indígenas que quieren escribir. El propósito es desarrollar confianza en su propia voz, pues sabe que hay muchas mujeres con textos pero muy pocas los envían a concurso.

Disciplina dominada por varones

En entrevista separada, la historiadora Ana Carolina Abad López relató que en la última década ha visto la incursión de mujeres artistas en grabado, género que había sido dominado por hombres. En Oaxaca, mediante colectivos y la fundación de talleres han contrarrestado esa exclusión, como el grupo Hoja Santa.

La curadora refirió que con el tema del rebozo, las creadoras indígenas han encontrado un campo a desarrollar. Asumieron tanto en el grabado como en esa prenda tradicional una forma de resignificar algo que puede tender a estereotipos, pero lo hacen parte de la lucha feminista.

Así, las organizaciones Armo, Armarte, Ghindá Casa Taller, Mujeres Artistas Creando Movimiento y Lucero Valdez Arte Contemporáneo desarrollaron la exposición El rebozo: Propuesta gráfica femenina, en el Museo Nacional de la Estampa.

Ana Carolina Abad añadió el ejemplo de un colectivo de Hidalgo que desarrolló una carpeta basada en la herbolaria: debido a que el sistema nos ha obligado a ser cuidadoras, tenemos el conocimiento en plantas medicinales; entonces, las creadoras lo transforman para que sea una fortaleza y no una imposición.

Fuente: La Jornada

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