Josef Pieper, filósofo alemán, escribe “Abuso del lenguaje, abuso del poder” en mil novecientos ochenta.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*
Dicho ensayo surge motivado por la controversia de Platón con la sofistica de su tiempo y el impacto de sus argumentos en el aquí y ahora, es decir, en nuestra propia situación. El libro comprende dos partes: abuso del lenguaje, abuso del poder y conocimiento y libertad.
Pieper analiza que lo “negativo” o lo sofistico de la sofistica es, que todo lo malo que en el mundo ha ocurrido, puede justificarse con buenas razones. Lo peor de la sofistica es, la “venta” de la sabiduría, esto es, la corrupción de la palabra. La palabra o lenguaje, es un elemento mediador de toda existencia espiritual. La existencia humana, acontece en la palabra. Por tanto, si se corrompe la palabra, el ser humano no puede quedar sin ser afectado.
El primer valor de la palabra es la realidad. Se habla para dar a conocer algo real a alguien. El carácter comunicativo de la palabra, es su segundo valor. Quien habla quiere comunicar. Uno comunica a otro las cosas tal como son. Dos formas posibles de corrupción de la palabra son: la corrupción de la relación con la realidad y la corrupción del carácter comunicativo.
La utilización de un lenguaje perfeccionista, siguiendo el modo lingüístico de lo “maravillosamente dicho”, pero, separado de la raíz de la realidad, se convierte en instrumento de poder. Y la destrucción del carácter comunicativo, en el sentido que, quien se dirige a otro manipulando conscientemente la palabra y no se ocupa de la verdad, no trata al otro como igual, no lo respeta propiamente como persona y lo que tiene lugar es la adulación. El otro, a quien hablo para agradar, es como un objeto sometido a “manipulación”.
El lenguaje, en la medida que se propone un objetivo y no el decir algo, pierde su carácter comunicativo. Entre los elementos de su peligrosidad esta, la tendencia al enmascaramiento. Lo que hace difícil reconocer la línea de demarcación, de una información aclaradora de la realidad de la mera manipulación de la palabra. En lugar de una autentica comunicación, se introduce una “relación de poder”.
El arte adulador de la sofistica, es una “imagen engañosa de la política”. Por tanto, la corrupción de la palabra, entra al servicio de la tiranía bajo la figura de la “propaganda”. Ésta, es un evento empleado por el Estado basado en su fuerza. La hay también, donde un grupo de poder utiliza “la palabra como arma”.
La degeneración del poder político coincide con la corrupción sofística de la palabra. La ponzoña totalitaria puede detectarse en el síntoma del abuso publicitario del lenguaje y el envilecimiento del hombre por el hombre, puesto de manifiesto en los actos de violencia física de la dictadura. Desaparece de la vista, lo verdaderamente real, tras los hechos propagandísticos vociferados. En lugar de realidad se interpone una seudorrealidad que parece tan real, que acaba uno por no saber lo que es cierto.
El sofista, es un fabricante de realidad ficticia. Lo propiamente malo en la sofistica es, que el ámbito existencial del hombre es ocupado por una seudorrealidad cuyo carácter ficticio amenaza con hacerse invisible. Ya no se busca lo real, porque la ficción convence. Basta la perfecta ficción de la realidad creada mediante el abuso adrede del lenguaje.
Hay tres convicciones referidas al sentido de la vida. Una existencia humana llena de sentido consiste, en ver las cosas como son y vivir y obrar partiendo de la verdad así captada. La segunda es, que el hombre se alimenta sobre todo de la verdad, la sociedad vive de la verdad públicamente presente. Y la tercera que, el emplazamiento natural de la verdad es el dialogo entre los hombres. La verdad acontece en el dialogo, por tanto, en la palabra.
Pieper sugiere dejar libre una “zona de verdad”, un espacio que abrigue ocuparse con independencia de la realidad en la que se cuestione, discuta y manifieste cual es la verdad de las cosas. Ese ámbito de libertad necesita garantía de fuera, por parte del poder político, que así se autolimita. Y que se defienda desde dentro, de la amenaza que se alza en el desenvolvimiento de la vida intelectual. Aquí reside la insustituible contribución de la universidad. Puesto que “académico” equivale a “anti sofistico”.
Respecto a “Conocimiento y Libertad”. Pieper aprecia que el conocimiento verdaderamente libre es, aquel tipo de conocimiento llamado por Aristóteles “el más auténticamente filosófico”. En referencia a aquel conocimiento impulsado por la pregunta por la esencia y el ser de todo lo que existe.
El hombre mismo es tanto más libre, cuanto más se dedica a la búsqueda de un conocimiento teórico dirigido a la verdad y a la veracidad. De esta manera, contempla la realidad, sin tener en cuenta propósitos prácticos inmediatos. Existen grados de cognición y grados de libertad adquiridos en la cognición. El grado más alto se alcanzaría si nuestras facultades cognitivas captaran el objeto propio y perfecto. Al mismo tiempo, se alcanzaría el grado más alto de libertad, el hombre haría del modo más perfecto lo que esencialmente desea hacer.
Quienes infringen o destruyen la libertad de la ciencia, solo pueden hacerlo infringiendo o destruyendo el carácter teórico de la misma. Quienes renuncian al carácter teórico en su búsqueda de conocimiento, abandonan toda posibilidad de justificar la afirmación de que la ciencia debe ser libre.
La tesis del pragmatismo americano afirma que, todo conocimiento debe ser visto como un instrumento. Dicha tesis promueve, en lugar de la vieja filosofía teórica, un enfoque nuevo y practico. El propósito de toda ciencia consiste en satisfacer las necesidades de la sociedad. Aun cualquier científico que se ocupe de problemas abstractos. Por tanto, no se vulnera la naturaleza de la ciencia al ser empleada para fines distintos a sus propias razones puras. Pero, todas estas afirmaciones, niegan el carácter teórico del conocimiento.
Si el hombre se limita al conocimientos científico, puede perder su apertura al objeto realmente ilimitado. Lo cual es un modo de esclavitud surgido del ideal exclusivo de la “ciencia estricta”. Negar el carácter teórico del conocimiento, hace imposible defender la libertad con argumentos convincentes.
*Psicólogo salvadoreño