Evolución de un estupro

Déjame anticipar que lo que sigue es morbo puro.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

¿Haz seguido el caso de la menor en la Campanera?

La cobertura que los medios nos han ofrecido de ese caso provoca, induce mucha indignación, sugiriendo también como el estado respondió pronta y efectivamente al detener al supuesto responsable en tiempo récord, implicando la participación ciudadana en la búsqueda en un hecho sin precedentes, como que los agentes que lo rastrearon fueron increíblemente profesionales.

Sin embargo, los hechos objetivos son muy diferentes a los que los medios dejan entrever.

Lo cierto es que cuando la madre, después de esperar por mucho tiempo, alarmada, comenzó a buscarla sin encontrarla en el lugar al que fuera enviada, ni en el recorrido, se dirigió al puesto policial local, donde no es cierto que la atendieron de inmediato.

Tampoco los vecinos dieron cuentas de ella, ¡siendo falso como nos informara la mediática oficialista, que se organizaron espontáneamente en partidas e iniciaran su búsqueda!.

En este punto hay que acotar que las autoridades se sumaron a la búsqueda no por iniciativa propia y menos aún por sentirse conmovidos por la situación, pues habrían atribuido la ausencia de la menor en un primer momento a haberse marchado con algún desconocido novio.

Por lo sucedido, la propia PNC fue la que promoviera entre la comunidad la búsqueda, ¡por no participar ella!, y solo la pesada presión social desde las redes la movió a hacerlo, lo que a su vez al ser del conocimiento de los responsables de comunicaciones en la presidencia también la alentaron, al ver en esta, una oportunidad para mostrar cuán interesado está el gobierno en el bienestar de la población.

Así, la primera detención que incluyó a la madre de la menor, se hizo estableciendo mediáticamente un supuesto “abandono de su hija”, como su probable implicación directa en el que entonces ya se sospechaba como el desenlace que finalmente fue, impidiéndole asistir a los funerales de su hija por encontrarse bajo detención del estado.

Cuando el supuesto responsable fue finalmente detenido, se hizo bajo los parámetros de la oficina de comunicaciones presidenciales, siendo sus personeros quienes dirigieron cada paso, estableciendo locaciones para las mejores tomas, las más dramáticas, como el guión de quienes gritaban, mientras leían sus celulares, “asesínenlo, asesínenlo”, montando mediáticamente las condiciones de culpabilidad del imputado a partir de una maliciosa manipulación informativa tras intereses puramente mediáticos, con 2 objetivos puntuales: cuán efectivas son las autoridades policiales y cuán interesada está la presidencia en la justicia y bienestar de la población.

Estos son los hechos y se han establecido por intermedio del material audiovisual que los periodistas ajenos a la presidencia, siguiendo el caso, han recogido, y que por extensión implica que los resultados se corresponden con intereses crudamente mediáticos.

Las razones puramente humanas que debieron implicarse, la empatía, la conmiseración y la piedad, no son las que han promovido la resolución del caso, sino por el contrario, otras motivadas en la satisfacción de las apariencias.

Eso nos mal gobierna.

*Educador salvadoreño

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