(Por: Yubran Nazar)
La prostitución y el manoseó sugestivo de las encuestas de opinión, nos hace razonar que esta herramienta; ya no constituye un indicador creíble que nos proporcione un posible resultado en las elecciones presidenciales del próximo año.
El alarde de los que sacan buenos resultados en las encuestas de opinión, que en cada campaña, antes de una elección presidencia se realiza en nuestro país, no es nada nuevo. Me atrevo a confirmarles, que esto ya forma parte de la política tradicional, y la forma amañada y maliciosa de hacer política en nuestro país.
Esto de hacerle creer a la gente que son la mejor opción para el país, “Según” las mayorías, porque las encuestas lo dicen. Es una herramienta psicológica y sugestiva; para que inconscientemente los que así lo aceptan, al escucharlo, decidan seguir la opinión de los que supuestamente son la mayoría.
Esto en el mundo del marketing y la publicidad es conocido como el EFECTO ARRASTRE; y cuando este es aplicado a jóvenes y adolescentes, las personas tienden a seguir a la multitud sin examinar los méritos de una cosa en particular. Menos piensan en las consecuencias desastrosas que repercuten socialmente; después de que quienes manipulan con esta herramienta, logran sus objetivos.
Este efecto es la razón del éxito de la demagogia, donde la experiencia de los astutos en publicidad y mercadeo, los ubica en la falacia dentro de la palestra política.
Su éxito se basa en los Argumentum ad populum. Los argumentos ad populum los suelen usar en sus discursos populistas, y en sus discusiones cotidianas.
Como buenos políticos de tradición y renombre, está herramienta no puede faltar en su estrategia electoral, menos en sus entrevistas con los medios de comunicación.
Con esto suelen adquirir mayor firmeza popular cuando va acompañado de un sondeo o encuesta que respalda la afirmación falaz.
A pesar de todo, es bastante sutil y para oídos poco acostumbrados al razonamiento puede pasar inadvertido. Lo cierto es que ha pocos meses de las elecciones presidenciales; dentro de una campaña política electoral que raya en lo monótono y lo tradicional, como de costumbre sucede cada 5 años. El pueblo salvadoreño aún se encuentra a la espera poder conocer los planes de gobierno con los que piensan sacar adelante a este pueblo salvadoreño.
