Someter a juicio las instituciones republicanas es un sano ejercicio que debemos por salud practicar, siendo lo más objetivos y asumiendo por supuesto el resultado.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández
La respuesta corta es no.
La esencia de la democracia deriva en un gobierno del pueblo, de acuerdo a la definición griega clásica; por otro lado, debemos además añadir el que para que sea funcional, está conforma lo que denominamos instituciones, es decir, los llamados poderes que existen para equilibrar el ejercicio del mismo, e impedir así que esa sana representatividad transite por uno de esos avatares del destino, a una autocracia, que anule a la República.
Lo que ahora padecemos desde hace 3 años, con el asalto que el ejecutivo hiciera aquel infame fin de semana, seguido de la soldadesca, su ministro de defensa, su director de la PNC, quienes se justifican ante la historia alegando que su presencia respondió a la necesidad de brindarle seguridad al ejecutivo, que en aquel evento quebró con ese solo gesto la legalidad y la institucionalidad, con algunos 400 seguidores fanáticos y un diputado de la oposición que pasará a la historia como el más oportunista que viera la política partidaria y que entonces solo estuvo ahí, en silencio, considerando las consecuencias legales de su presencia en el lugar, entonces la República fue sustituida por esta vil autocracia.
De ahí en más lo que tenemos es a un estado cooptado por elementos partidarios, cuya labor es la de instaurar un esquema político que usa al estado como herramienta para saquear al país, en beneficio del círculo presidencial, así como para responder a los intereses representados por este.
Cualquiera afirmara que no es así, que ese régimen existe porque el pueblo así lo quiere, pero en cambio un elemental ejercicio demuestra lo contrario, ya que para manipular mediáticamente al soberano, el régimen destino entre 2,1 y 2,9 millones de dólares diarios los últimos 3 años, de acuerdo al informe y la denuncia que REUTERS hiciera meses atrás, con el solo ánimo de instalar la figura presidencial como la única que nos salvará.
Hay que advertirlo, esa sistemática alienación ejecutada día a día solo puede compararse a la realizada por Goebbels en la Alemania nazi, con los efectos que todos conocemos.
Es decir; no es cierto cuando la población afirma que el actual ejecutivo es el non plus ultra, pues es solo alguien que sabe hacer malabares y ha entretenido muy efectivamente a la masa, alienándola de paso, e imponiendo su preferencia, por lo que cuando lo afirma en realidad solo replica lo que escucha, sin pensarlo. Como autómatas.
No solo no gozamos ya de ninguna manifestación de institucionalidad, también somos cautivos de esa farsa.
La construcción de la República ideal es una quimera por supuesto, pero aproximarnos a ella mediante la vigencia de la ley, nos dará a cada uno el espacio que ahora se nos niega en este Edén salvadoreño, del que solo gozan las élites.
Porque el Edén real tampoco es para esta vida.
*Educador salvadoreño