De la lectura del libro “Los Condenados de la Tierra” escrito por Frantz Omar Fanon, revolucionario, psiquiatra, filósofo y escritor francés-caribeño, de origen martiniqués, extraigo nueve ideas principales. En la primera, Fanon nos dice que, en su periodo de ascenso, el capitalismo veía a las colonias como fuente de materias primas.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*
Pero, el dominio tipo esclavista que se llevó a cabo en ellas, no era rentable para la metrópoli. Razón por la que después de la independencia, el antiguo país dominado se ha transformado en un país económicamente dependiente. Por eso el autor plantea que, tras la fase de acumulación del capital, las colonias se han convertido en un mercado, dando paso a su sujeción económica.
La segunda idea que extraigo es, que el Mundo Colonial, su constitución, fue precedida por la violencia. Por su medio, se destruyeron las formas sociales autóctonas. El Mundo Colonizado es cortado en dos: el colono y el colonizado. El gendarme o soldado, es el vocero del régimen de opresión. Su lenguaje es de pura violencia: golpes de culata, incendio de poblados, etc. A través de la violencia, se ha afirmado la supremacía de los valores del Hombre Blanco. Para los colonos, un colonizado moral es el que se silencia ante su actitud despótica. El colonizado se encuentra en un estado de permanente tensión. Es un perseguido y sueña con transformarse en un perseguidor. Pronto descubre que solo la violencia vale.
La tercera idea es, que la opresión colonial alienta degradaciones que conducen a la despersonalización del colonizado. Por tal motivo, la situación colonial produce un argelino, un norafricano, un colonizado, que se afirma como criminal nato. La ciencia colonialista dirá que esa disposición a matar salvajemente, frecuentemente y por nada, se debe a sus estructuras mentales. Fanon aclara que la criminalidad no es consecuencia de la organización del sistema nervioso del argelino, sino, producto de la opresión colonial. La violencia para el colonizado es su praxis absoluta. Por eso, el pueblo decide no contar, sino con los medios violentos. La violencia en el seno del pueblo colonizado es proporcional a la violencia ejercida por el régimen colonial. La violencia libra al colonizado de su complejo de inferioridad.
La cuarta idea que logró extraer de la obra de Fanon es que la descolonización siempre es un fenómeno violento. Es la sustitución de una “especie” de hombre, el colono, por otra “especie” de hombre, el colonizado. De hecho, todo intento de quebrar la opresión colonial mediante la fuerza, es una conducta desesperada y suicida. El terror, producto de la violencia del régimen colonial, se equilibra con el contra terror, producto de la violencia del colonizado.
La quinta idea es la diferencia entre partidos nacionalistas y revolucionarios. Fanon plantea que, en toda organización política o sindical, hay un abismo entre las masas, que quieren una mejora inmediata y los cuadros, que limitan y restringen sus reivindicaciones. Por eso, después de cada jornada reivindicativa, los cuadros celebran la victoria y las masas tienen la impresión de haber sido traicionadas. El error de la mayoría de los partidos ha sido, dirigirse a las élites más conscientes y a una ínfima parte de la población.
En Argelia, los partidos políticos no lograban implantar su organización en el campo y las masas campesinas son las que van a intervenir de manera decisiva en la lucha de Liberación Nacional. Los Partidos Políticos Nacionalistas, ligados a la burguesía, las rechazaban por anarquistas y aventureras, ya que temían ser arrastrados a una tormenta. Los dirigentes nacionalistas pedían al pueblo un grandioso esfuerzo, pero, aceptaban las condiciones de la antigua potencia tutelar. Estos partidos, después de la independencia no ayudaron al pueblo. El partido se convirtió en un medio de éxito individual, mediante la burocracia de funcionarios. El militante nacionalista, herido por las maniobras demagógicas y reformistas, es decir, decepcionado por la “política”, descubre en la violencia una nueva praxis de la política.
La violencia es el método de un partido político que llama al pueblo a la lucha armada. Y las masas comprenden que la liberación no puede hacerse más que por la fuerza. La violencia organizada está en referencia al encuadramiento del pueblo que permite a las masas descifrar la realidad social, de ésta manera, el colonizado dirige sus esfuerzos a la supresión de ciertas inequidades.
La violencia del colonizado unifica al pueblo y lo eleva a la altura de dirigente. La atmósfera de violencia que ha impregnado la fase colonial, sigue dominando la vida nacional. El objetivo de los partidos nacionalistas es movilizar al pueblo en torno a la independencia, pero, su programa económico de Estado, ignora todo lo que se refiere a la economía de su propio país.
La nación no existe sin un programa elaborado por una dirección revolucionaria y recogido con entusiasmo por las masas. El gobierno nacional si quiere ser nacional, debe gobernar por el pueblo y para el pueblo.
La sexta idea que recojo de la obra de Fanon es que, al concluir el régimen colonial, la burguesía toma el poder, pero, es una burguesía subdesarrollada. La burguesía nacional no se orienta a la producción, pues en vez de tener un psiquismo de capitán de industria, presenta una psicología de hombre de negocios. Su pretensión es manejar los despachos y las casas de comercio ocupados por los colonos. La misión histórica de la burguesía es, servir de intermediaría de la joven nación con las antiguas potencias tutelares. La burguesía nacional, vuelve la espalda a las realidades del país y mira hacía la antigua metrópoli. La burguesía es incapaz de realizar la unidad nacional: las regiones prósperas niegan alimentar al resto de los nacionales, se resucitan los viejos odios interraciales y dentro de una misma nación, la religión divide al pueblo.
La séptima idea es, que los pueblos no son rebaños. Los pueblos no tienen necesidad de ser conducidos. El conductor del pueblo no existe. Pero las masas deben saber que el gobierno y el partido están a su servicio. Por tanto, el deber de una dirección política es tener a las masas con ellas. El partido político es el servidor del pueblo, aunque, muchos se apresuran a conducir al pueblo a su caverna. En vez de fijarse, como misión, la libre circulación de las ideas del pueblo hacía la dirección, se comportan como vulgares sargentos que gritan al pueblo a guardar silencio en las filas. Fanon opina que el ejército no es una escuela de guerra, sino, una escuela de civismo o una escuela política, donde el soldado esté al servicio del país y no de un oficial.
La octava idea que nuestro autor nos socializa es, que la liberación nacional va acompañada del fenómeno cultural. Significa recoger la herencia del pasado y hacerla culminar. Pero el intelectual colonizado no está inserto en su pueblo y ha sido asimilado por la cultura occidental, por lo que a la cultura a la que se inclina, es un acervo de particularismos. Bajo el dominio colonial, la cultura nacional es una cultura impugnada. Las manifestaciones culturales están ligadas a la maduración de la conciencia nacional.
Por eso, el combate cultural debe desarrollarse paralelamente a la lucha popular. La cultura nacional es la resultante de las tensiones internas y externas en la sociedad y en las diferentes capas de la sociedad. La cultura es la expresión de una nación, de sus preferencias, sus tabús y de sus modelos. La cultura nacional es un conjunto de esfuerzos hechos por un pueblo en el plano del pensamiento, para justificar y cantar sus hechos a través de los cuales el pueblo se ha constituido y mantenido.
Finalmente, la última idea en la obra de Fanon es, que la colonización es una gran proveedora de pacientes a los hospitales psiquiátricos, ya que la opresión es una productora permanente de patología mental. Igualmente, la Guerra de Liberación Nacional es un terreno favorable a la eclosión de trastornos mentales. Esto porque la atmósfera sanguinaria, despiadada y generalizada de prácticas inhumanas, causa una impresión psíquica de verdadero apocalipsis.
Depresiones agitadas, anorexia mental e inestabilidad motriz, son los cuadros psiquiátricos encontrados después de torturas. Cinestesias localizadas o generalizadas, apatía, abulia, desinterés y fobia a la electricidad, aparecen después de las torturas con electricidad. Así como estereotipos verbales, percepción intelectual o sensorial opacada, fobia a las entrevistas personales e inhibición, aparecen después del uso del “suero de la verdad”. Fobias a toda discusión correctiva a la vez la imposibilidad de defender determinada posición, son cuadros psiquiátricos encontrados después de lavados de cerebro.
*Psicólogo salvadoreño