Y las pandillas, ¿Qué?

La represión adelantada en su contra, ¿realmente las hizo desaparecer?

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

No. De hecho, hace 4 meses la PNC y la FGR en conjunto emitieron un informe en el que reconocen que al menos 21,000 de sus elementos se encuentran libres y siguen operando. No olvidemos que, un elemento fundamental de esta lucha, es el silencio mediático.

Tal control se aseguró, se justifica en la necesidad de anular el morbo que algunos medios imprimieron al cubrir los delitos de las pandillas. Hay que acotar empero, que eso en nada se diferencia a la vergonzosa empresa desinformativa impuesta para favorecer mediáticamente al régimen, alineando a los medios con el solo propósito de promover la figura del caudillo.

Por supuesto la cultura que acá referimos no es patrimonio de este régimen, pues la naturaleza del esquema político que nos rige ha favorecido esta práctica desde siempre.

Así por ejemplo recordemos cuando en los días previos al conflicto con Honduras, los medios informativos se alinearon con el desviado discurso patriotero del gobierno de la época, diseñado para que la población sufriera aquella histeria nacionalista contra nuestros vecinos.

Podemos también recordar como durante el pasado conflicto armado, concretamente durante la ofensiva Al Tope, se generó aquel artificioso estado de alienación entre la población, con los medios plegados al discurso oficialista, que promovieron aquellos crímenes del ejército. La desinformación entonces no es nueva, tampoco casual, siempre es intencionada y siempre procura intereses perversos. Ahora y para el caso, se nos quiere imponer la tesis de que somos finalmente y por voluntad manifiesta del caudillo, una nación segura y próspera, donde la legalidad se ha impuesto y es asegurada, adivina por quien, las armas de nuestra gloriosa FFAA.

Sin embargo, es un hecho que las pandillas siguen operando, así como esperando a de nuevo ser favorecidas del estamento político para reptar bajo su sombra. Por otro lado, las autoridades reconocen en las actuales extorsiones, secuestros, desapariciones, robos, amenazas, su firma identitaria, lo que consignan en sus informes.

Lamentablemente el régimen de excepción impide conocer las cifras, que apenas podemos atisbar cuando algún funcionario probo, que aún los hay, las desliza a medios dispuesto a informar con rigor, pero chocando con el muro de la campaña desinformativa que hizo por largo tiempo aceptar el supuesto de que hasta el 97% de la población respaldo al régimen, lo que la evidencia derivada de las últimas elecciones ubica objetivamente en menos del 2,7% del electorado.

No, las pandillas siguen operando y siguen representando una verdadera amenaza existencial para nuestro país; y no, no desaparecerán con la pobre y simple represión, que banaliza sus causales negándolas. Tampoco las tropas pueden controlarlas, pues son tan criminales y corruptas como aquellas.

Requiere su desarticulación un abordaje multicausal de la realidad histórica que padecemos, del papel del estado, de la impunidad como elemento cultural favorecedor de las élites.

Y este visto que el régimen carece de la altura moral o del sentido de la legalidad para transformar esta realidad.

*Educador salvadoreño

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