Según los moradores, esta “batalla” es una tradición anual y parte de una celebración más amplia descrita como “el carnaval más antiguo del país”.
Fue un domingo de febrero de 2024, en una ciudad del norte de Italia llamada Ivrea. Durante horas, miles de personas arrojaron naranjas con mucha fuerza, con mucho enojo, hasta quedar empapadas en jugo.
Según los moradores, esta “batalla” es una tradición anual y parte de una celebración más amplia descrita como “el carnaval más antiguo del país”.
Ese día, los habitantes se unieron en grupos, cada uno con su bandera, capitán y uniforme; algunos tenían nombres como las Panteras Negras o la Muerte.
¡Grande fue la sorpresa! A los extranjeros (que aprecian el valor de la comida) les resultó traumático ver a los tripulantes de los carruajes lanzar las frutas.
Vestidos de soldados medievales, muchos de ellos castigaban a las personas que estaban a varios metros abajo y estos, a su vez, lo hacían en dirección contraria.
Después de una calma, la gente recogió los cítricos del suelo, algunos intactos, y preparó el próximo “disparo” como si los productos fueran aserrín o chispas.
La historia de esta tradición nació hace más de ocho siglos, cuando Ivrea estaba bajo el mandato del marqués Ranieri di Biandrate, y él secuestraba y violaba a las campesinas en su día de bodas.
Sin embargo, una noche, la hija de un molinero llamada Violetta luchó contra él e incitó a la población a su liberación, así como a tirar víveres contra el castillo.
Al principio, en la Edad Media, los habitantes lanzaban judías unos a otros y a mediados del siglo XIX utilizaron las naranjas.
De esta forma, vincularon otra costumbre local en la que las jóvenes arrojaban ese alimento a los muchachos que les gustaban desde los balcones.