El Papa pide no “mundanizar” la Navidad: no nació el arbolito, sino Jesús

En Santa Marta, Francisco indicó las «tres dimensiones» para vivir el tiempo del Adviento: «purificar» la memoria, la esperanza y la vigilancia.
POR: SALVATORE CERNUZIO
Los regalos, las compras, el arbolito adornado: todo muy bonito, pero cuidado con reducir la Navidad a estos símbolos. Se corre el peligro de caer en la «tentación de mundanizar la Navidad», advirtió el Papa Francisco durante la homilía de la Misa de hoy, 3 de diciembre de 2018, primer lunes de Adviento, en la capilla de la Casa Santa Marta. «Cuando la fiesta deja de ser contemplación (una bella fiesta de familia con Jesús en el centro) y comienza a ser fiesta mundana», se corre un verdadero peligro, recordó el Pontífice que ya había puesto en guardia en los últimos días sobre los riesgos del consumismo.

En su homilía de hoy, según indicó el sitio Vatican News, el Papa Bergoglio explicó cómo hay que prepararse para el evento del nacimiento de Jesús, «indicando tres dimensiones» (pasado, futuro y presente) para que «crezca la fe», purificando el espíritu. Esa misma fe a la que se corre el riesgo de «acostumbrarse» olvidando su «vivacidad». Y «cuando estamos acostumbrados, perdemos esa fuerza de la fe, esa novedad de la fe que siempre se renueva», dijo el Papa.

El Pontífice reflexionó sobre el Evangelio del día, que narra el encuentro en Cafarnaúm entre Jesús y un centurión, que pide ayuda para su siervo, paralizado en la cama. Francisco precisó que puede suceder también hoy que nos acostumbremos a la fe, olvidando «su vivacidad». En el sentido de que “cuando estamos acostumbrados – reafirmó – perdemos esa fuerza de la fe, esa novedad de la fe que siempre se renueva”.

Después el obispo de Roma subrayó que la primera dimensión del Adviento es el pasado, «la purificación de la memoria»: «Recordar bien que no ha nacido el árbol de Navidad», que ciertamente es un lindo “signo”, sino recordar que «ha nacido Jesucristo».

«Ha nacido el Señor —insistió el Papa—, ha nacido el Redentor que ha venido a salvarnos. Sí, la fiesta… nosotros siempre corremos peligro, tendremos siempre en nosotros la tentación de mundanizar la Navidad, mundanizarla… cuando la fiesta deja de ser contemplación – una bella fiesta de familia con Jesús en el centro – y comienza a ser fiesta mundana: hacer las compras, los regalos y esto y aquello… y el Señor permanece allí, olvidado. También en nuestra vida: sí, ha nacido, en Belén, pero… Y el Adviento es para purificar la memoria de aquel tiempo pasado, de aquella dimensión»

Además, el Adviento sirve para “purificar la esperanza”, para prepararse «al encuentro definitivo con el Señor. Porque aquel Señor que ha venido, ¡volverá! Y volverá para preguntarnos: “¿Cómo fue tu vida?”. Será un encuentro personal. Nosotros, el encuentro personal con el Señor, hoy, lo tendremos en la Eucaristía y no podemos tener un encuentro así, personal, con la Navidad de hace dos mil años: tenemos la memoria de aquello. Pero cuando Él vuelva, tendremos aquel encuentro personal. Es purificar la esperanza».

Por último, el Papa Francisco invitó a todos a cultivar la dimensión cotidiana de la fe, no obstante las preocupaciones y los tantos trabajos excesivos, custodiando la propia “casa interior”. Sí, porque en efecto, nuestro Dios, es el «Dios de las sorpresas» y los cristianos deberían vislumbrar cada día los signos del Padre Celestial, lo que nos dice hoy.

«Y la tercera dimensión —concluyó— es más cotidiana: purificar la vigilancia. Vigilancia y oración son dos palabras para el Adviento; porque el Señor que se ha encarnado en la Historia en Belén; vendrá, al final del mundo y también al final de la vida de cada uno de nosotros. Pero viene cada día, en cada momento, en nuestro corazón».

 

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