El propósito del poder es el poder mismo. Cuando es el poder la motivación, no lo anima ninguna causa noble y menos aún legal, sino los más maliciosos y perversos intereses.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Y no puede ser de otro modo, pues para conservar el poder, se debe ser matricida, asesinando a la propia Madre Patria, para satisfacer sus perversos apetitos.
Estas frases, sustraídas de los monólogos de Giorgio de Tizona, conforman parte de una reflexión imaginaria del vate, orientada a comprender porque se suceden del modo que se suceden las dinámicas en el ejercicio del poder.
Claramente está influenciado por Nicolás Macchiavello, quien sustenta que al poder se lo busca con completa independencia de toda consideración moral, “…olvidando la ética y la rectitud cristiana para así conservar al poder…” [El Príncipe].
Por lo que asumir ese poder desviado, es caminar en solitario.
Esto último pareciera constituir una suerte de colofón sobre que espera a quienes ejercen esta manifestación retorcida del poder, derivado del hecho de que, para hacerse con el poder, violentan y desmontan la legalidad, lo que no podrá nunca justificarse, pero sirve al propósito de asegurarse el poder.
Así vemos en nuestro país, como en nuestra historia, como los regímenes totalitarios concluyeron su periplo en la más absoluta soledad, incluso vejados de aquellos por intermedio de los cuales montaron la seudo burocracia que les permitiera articular el poder.
Y sobre todo de aquellos que se beneficiaron por derivación de aquel poder.
El caso más paradigmático es el de Maximiliano Hernández Martínez, a quién una alianza entre la población y sus antiguos aliados desplazó del poder, permitiéndole marchar impune de sus crímenes, a tierra hondureña, donde fuera finalmente liquidado por apenas unos centavos, por quien fuera su “leal conductor”, un vicioso e iletrado militarcillo con los orígenes más poéticos para aquella culminación: un campesino renegado como los más que rechazan su historia y origen, pero que cumpliera sin saberlo con aquel deber para con la historia.
Por otro lado, la mano oculta tras la desinstitucionalización siempre ha sido EEUU, por lo que esos regímenes fascistas no son sin él.
Desde siempre. También los EEUU estuvieron tras la remisión de Martínez, cuando ya no les fue de utilidad.
Recordemos que, durante las horas más aciagas de la represión contra los campesinos en 1932, 2 acorazados, uno estadounidense y el otro inglés, fondearon frente a la costa salvadoreña, ofreciendo desembarcar a sus marinos, para “atajar la amenaza comunista”, lo que no admitiera por pudor Hernández Martínez.
Ahora y de nuevo en el presente, vemos al régimen que padecemos sufrir ya el ostracismo, abandonado en solitario en la foto, sin confirmarse que ningún jefe de estado asistirá a la toma de posesión ilegal de su 2º mandato, abandonado incluso de las rémoras partidarias que legitiman el fraude electoral.
Solo. Al rechazo y desaprobación de las mayorías manifiesto en las urnas, ahora se suma la marginación política del apestado que contamina todo. Pues la historia ya cobra sus crímenes.
*Educador salvadoreño