E l efecto de la revolución que vive El Salvador, es una segregación social, muy similar al apartheid (separación, en lengua afrikáans), llevada a cabo en Sudáfrica. La segregación en El Salvador, consiste en la paulatina pérdida de derechos ciudadanos, beneficio a extranjeros y, un decrecimiento, en el poder adquisitivo nacional.
Por: Fernán Camilo Álvarez Consuegra
La clase media, factor integrador y homogeneizador de la sociedad, está en proceso de desaparecer: disminuye su capacidad económica y, los jóvenes profesionales emigran, al no tener, en el entorno nacional, oportunidades para desarrollarse. Los profesionales mayores, son excluidos por su edad o, por ser salvadoreños, trayendo el Gobierno, a extranjeros, para que le sirvan, y se integren a la sociedad y, por ello, se les concede la ciudadanía. Nuestros profesionales han sido formados en las mejores Universidades de Estados Unidos y Europa, para luego dar sus conocimientos en Universidades nacionales, por estas razones, hay una segregación profesional y cultural. Quienes vienen traídos por el Gobierno -rusos, chinos, árabes, venezolanos, estadounidenses y mexicanos, tienen una visión política, distinta a la nuestra.
La empresa privada nacional, está siendo víctima de acoso fiscal, ahogándola con nuevos impuestos, disimulados de reglamentaciones nuevas y la presunción de evasión. Mientras que a las extranjeras, se les ofrecen beneficios fiscales y otras facilidades.
El vendedor de la calle, ya no puede vender en su capital, pues la afea y sus ventas, no son del gusto del Gobierno, todo para favorecer las ventas de inversionistas extranjeros; tendencia, que se extiende a las nuevas municipalidades.
La vivienda y el alquiler de las mismas, ya no están al alcance del salvadoreño, pues los precios han sido elevados, por los efectos del Bitcoin y del lavado de dinero que ello conlleva. Las políticas monetarias, sólo favorecen ese tipo de actividades, distorsionando el mercado, para que el salvadoreño, ya no puede adquirir su propia tierra nacional.
Responsabilizan de la inflación a las remesas y al capital del migrante, pero éstos se gastan en servicios y en equilibrar la balanza de pagos, mientras nuestras exportaciones decaen, por las reglamentaciones gubernamentales, que no permiten la competencia eficaz, en un mundo globalizado. Se crea en nuestro territorio, una isla, inhabitable para el salvadoreño y un paraíso para el extranjero, que finca en la tecnología, su bienestar.
El Gobierno, pretende crear un Estado que funcione con tecnología, cuando hay miles de salvadoreños que duermen a la intemperie, no tienen ni un mendrugo para cenar y mucho menos, podrá tener un dispositivo tecnológico. Los que poseen uno, cada vez tienen que invertir más, en ponerse al día con la tecnología y, con la baja económica, poco a poco serán segregados, quedando sólo el núcleo con el poder adquisitivo suficiente, para poder pagar casa, alimentos y nueva tecnología.
Una “tic toker” colombiana, radicada en El Salvador, comenta que en nuestro país, la vivienda y los alimentos, son tan caros como en Miami y para llenar su refrigerador con alimentos para dos personas, necesita entre $ 300.00 y $ 400.00 y, una pequeña salida a comer fuera, le cuesta como mínimo $ 50 por persona. Si esta es el gasto normal de un extranjero en El Salvador ¿cómo queda un salvadoreño con el salario mínimo, sosteniendo a su familia?
La economía está siendo destruida, la organización territorial, es nueva, las instituciones, han desaparecido y los derechos del ciudadano, suprimidos, dándose una segregación del salvadoreño. La República ya no existe, por la supresión de los derechos del ciudadano, en beneficio de extranjeros, allegados al Gobierno, hasta crear un gabinete paralelo.
El Estado, está segregando al salvadoreño y utilizándolo como el ganado, que debe dar leche y carne, para luego ser desechado, en beneficio de extranjeros.