Watkins, un suplente, hunde a Países Bajos en el último minuto

Será Inglaterra el rival de España en la final de la Eurocopa. Una final única por inédita, original, entre el país con más títulos (tres, igual que Alemania) y la gran potencia que aún no ha estrenado su palmarés continental, y a la que accede por segunda vez consecutiva. Perdió la primera en casa, en Wembley, por penaltis ante Italia, y ahora disfruta de la oportunidad de sacarse aquella espina, aunque los títulos que no se ganan no se recuperan.

F ue Ollie Watkins, un suplente, el que firmó la gesta, porque lo es desde el punto de vista inglés, en el minuto 90, hundiendo a la hinchada naranja con un latigazo a la media vuelta delante de sus narices. Nueve minutos llevaba en el campo el delantero del Aston Villa, que solo había jugado dos ratos en los cinco partidos anteriores.
Una apuesta osada -a partir de hoy venerada- de Gareth Southgate, que había relevado en un doble cambio a Harry Kanem el capitán, y Phil Foden, hasta entones uno de los destacados del equipo sin atender a galones ni jerarquías. A Watkins le dio el paso en profundidad Cole Palmer, que había entrado junto a él.

Solo tuvo tiempo Ronald Koeman de hacer un doble cambio desesperado para el tiempo añadido. Minutos que Inglaterra se encargó de que tuvieran poco juego viendo la inmediatez del éxtasis que les esperaba después de tanto sufrimiento y tanta agonía en el torneo. Y tanta crítica. Merecida.

La primera final fuera

Expuso estos días Southgate el gran logro que sería para Inglaterra acceder a su primera final fuera de las Islas. Cierto. Además de la Eurocopa, jugó la del Mundial de 1966. Era la coartada para defenderse él y a sus muchachos de las críticas, recordando que han transcurrido 58 años de insignificancia y anonimato. Sonrojante para el país que se jacta de haber inventado el fútbol.

Inglaterra ha evolucionado, y trata de adaptarse a los tiempos modernos pero carece, aunque parezca un contrasentido, de tradición. Southgate ha asentado unas bases de juego que no cuajan por la falta de desenvoltura de sus pupilos. Frente a Países Bajos encontraron facilidades para explayarse ante un rival sin malicie ni maldad. Sólo cometió una falta en el primer tiempo. Le salió muy cara. Fue el penalti del empate.

Ese duelo de guante blanco cambió forzosamente en el segundo tiempo por el cansancio y por el estrés de luchar. Se encargó de que cambiara el bobo Wout Weghorst, que soltó una tarascada a John Stones a modo de saludo. Koeman comprobó que el equipo se había aplanado con la marcha de Memphis. Además, Cody Gakpo, el goleador del torneo, ni la rascaba. Solo tenía peso Simons y demasiado lejos de la zona caliente inglesa.

Golazo de Simons

Xavi Simons sintió celos de Lamine Yamal, canterano del Barça como él, y decidió marcar su primer gol con Países Bajos en una magna ocasión como la semifinal. Un golazo también, mediante un volea tras robarle la cartera y el reloj a Declan Rice, aunque debería ser el inglés el detenido por la pérdida del balón en una zona peligrosa para su equipo.

El sentimiento de culpa que sintió Rice invadió minutos después a Denzell Dumfries al cometer el penalti con el que empató rápidamente Inglaterra. La plancha sobre el pie de Kane tras el disparo del delantero, revisada por la tele, recibió el castigo capital. Sin embargo, el lateral se redimió muy pronto al salvar sobre la línea una jugada de Foden y cabecear al larguero de Pickford en el siguiente córner. Foden chutó también a la madera.

Onces clásicos

Más conservadores que atrevidos, los dos entrenadores tiraron de sus onces más clásicos en el torneo y calcaron el dispositivo táctico. La osadía de Southgate, después de habe rmetido al joven Mainoo, de 19 años, para que dinamice al envarado Rice, y centrar a Foden y mover a Bellingham a la izquierda (empezaron al revés), aparece en las situaciones agónicas.

Van Dijk dispuso de la gran oportunidad de Países Bajos cuando el partido tendía hacia la prevención, aunque hubo un gol anulado a Saka por fuera de juego de Walker. Pareció casi un ensayo de la jugada que ejecutaría a Países Bajos en el límite.

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