Por más que buenos, malos y regulares economistas del país traten de explicarnos el asunto de la economía en una sociedad, no logran establecer con claridad cuál es el problema o el punto álgido en cuestión, que igual que la frase bíblica de “llevar al pueblo hebreo a un lugar donde fluya la leche y miel”—es decir en palabras de hoy donde la economía sirva para brindar riqueza y bienestar a todas las personas que convivan en una sociedad. Y no en pro de nadie o grupo individualmente, entonces dónde radica el problema para volverla así.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
P ero nunca nos dicen estos economistas, qué hay que hacer para volverla progresista y en beneficio de todos los que contribuyen a hacerla más grande, más y mejor desarrollada. Entra en juego el asunto de qué produce la riqueza, quiénes contribuyen más a construir esa riqueza; y luego que se tiene, cómo se distribuye, quiénes se benefician de lo que las mayorías laborantes realizan para su subsistencia, desarrollo y construcción de futuro.
La economía para el trabajo—es decir debe crear los trabajos necesarios y suficientes para todos y conseguir entre otras cosas un pleno empleo—ello daría sostenibilidad económica y no sólo desarrollo, muchas sociedades se convierten en auto sostenibles, tienen una economía de la cual dependen muy poco o no dependen de otros para su crecimiento y desarrollo sostenible.
Parece que la teoría así funciona, y se ve bien fácil llegar a tener una economía pujante que traiga bienestar y suficiencia, pero entonces por qué la realidad es otra cosa, las sociedades se rigen por la búsqueda y progreso de estados de bienestar, que son una utopía y la historia ha demostrado una pugna ideológica entre capitalismo y socialismo, que ha llevado a situaciones donde no queda claro qué sistema tiene más justicia, más razón de existencia y donde claramente la riqueza es distribuida equitativamente, según corresponda a la necesidades de cada grupo.
La población laboral ha ido aumentando paulatinamente, y provocando mayor conflicto a la hora de la distribución, por un lado, se exacerba el individualismo y la libertad existe en tanto yo estoy bien, sin importar los demás. Por otra parte, la colectividad es lo que importa y el individualismo se somete a ella. Cómo entonces igualar las condiciones materiales de existencia, que den justicia social, reconozca a la persona humana como tal; entonces existe el Estado como rector y repartidor de los bienes y servicios para toda la humanidad, sin discriminación.
Los recursos no son suficientes, la individualidad y colectividad mal sana, ha llevado a desastres y situaciones catastróficas que impiden el progreso de los diferentes grupos humanos. Se destruye el medio ambiente en aras del “progreso”; se construye economías de explotación, donde la naturaleza humana es convertida en mercancía—es decir un recurso que se vende, se comercia en un mercado que es construido y sostenido por y para el poder.
El comercio, es algo que ha venido siendo desde épocas inmemoriales, luego en términos rápidos se crearon los Estados regidos por gobiernos supuestamente electos democráticamente bajo reglas y normas en lógicas constitucionales, que supuestamente fueron dialogadas constructivamente, participativamente, con todos los involucrados, sean estos grupos de poder, parlamentos, congresos, asambleas legislativas o dictaduras, autoritarismos, revoluciones, golpes de estado—imposiciones hacia la población que espera disponer de recursos suficientes para satisfacer sus diferentes necesidades, no sus deseos.
La economía para el que tiene, ha sido la norma, y la estructura se potencia para hacer que eso sea una realidad, el grupo dominante necesita de mercados libres, de fuerza de trabajo sometida con poca o nada educación y salud, de gobiernos genuflexos que trasladen la riqueza a esos grupos económicos poderosos, un simple acuerdo de política fiscal diferente con impuestos progresivos y hacia quienes tienen activos, riquezas y poder; pero nunca llega y lo que se repite hasta la saciedad son mayores endeudamientos e impuestos regresivos.
Un Estado es fuerte por los recursos fiscales que llegan a sus arcas, impuestos no equitativos y menos justos, hacia todos los que componen la sociedad por el uso y el usufructo de bienes y servicios producidos. La lógica ideológica ha quedado desfasada y se impone una supuesta realidad apartidaría, procesos electorales débiles y corruptos, muros que caen y liberan a la bestia, guerras económicas y étnicas por el poder, procesos armamentistas que requieren de guerras para usarlo, quien domine el mercado gana.
En consecuencia, quien tiene la fórmula económica para una economía con desarrollo sostenible y sustentable, la humanidad y mucha vida vegetal y animal se muere, muchos recursos se acaban los hídricos por decir algo, la economía de expoliación y explotación, la extractivista sigue privando en pro de los grupos corporativos que rigen el mundo. ¿Y entonces?
*Sindicato salvadoreño