J.Biden renuncia para intentar frenar el caos

Una carta de una sola página compartida en X (Twitter). Así, a las 13.46 horas de la tarde en la costa este de Estados Unidos, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden ha anunciado este domingo que se retira como candidato del Partido Demócrata para las elecciones del 5 de noviembre.

La formación y el país, a 107 días de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en las que el expresidente republicano Donald Trump intenta regresar a la Casa Blanca, entran en territorio desconocido.

La decisión de Biden, aunque se anticipaba desde hace días, es un auténtico terremoto. Llega después de que el veterano mandatario, de 81 años, se viera sometido a semanas de presiones a todos los niveles desde su propia formación y de los donantes para tirar la toalla. Y esas presiones, que se dispararon después de que su desastrosa actuación en el debate del 27 de junio frente a Trump globalizara las dudas sobre sus capacidades físicas y cognitivas que desde hace tiempo mostraban muchos votantes, se han probado insuperables.

“Creo que es en el mejor interés de mi partido y del país que me retire y me concentre únicamente en cumplir mis deberes como Presidente durante el resto de mi mandato”, dice Biden en la carta, dirigida a sus “compatriotas estadounidenses” y en la que anuncia que se dirigirá a la nación para explicar su decisión más adelante esta semana.

Apoyo a Kamala

27 minutos después, Biden colgaba otro mensaje en su cuenta de X (Twitter) en el que mostraba su «total apoyo y respaldo» a la vicepresidenta Kamala Harris para que sea la nominada del partido. «Es hora de unirse y ganar a Trump. Hagámoslo», escribía Biden, que definía a Harris como una «socia extraordinaria».

Ese mensaje es fundamental para el futuro inmediato del partido, y señala a la que desde que estalló la crisis se ha considerado relevo natural de Biden, con ventajas añadidas como la capacidad por las leyes de financiación de poder disponer directamente del dinero recaudado por una campaña donde ella ya aparecía en las papeletas. Pero no garantiza que los demócratas puedan evitar el caos.

Nunca antes un presidente estadounidense que buscaba la reelección se había retirado de la carrera tan cerca de las elecciones. Y en las primarias 14 millones de votantes le dieron su voto a Biden, que acumuló más del 90% de los cerca de 4.000 delegados. Aunque muchos podrían seguir su guía y dar el respaldo a Harris en la convención que tendrá lugar entre el 19 y el 22 de agosto en Chicago, cómo se desarrolla el proceso hasta entonces, si aparecen nuevos candidatos e incluso el desarrollo de la convención están plagados por la incertidumbre. Algunas voces en el partido quieren alejar la imagen antidemocrática de una coronación de Harris, pero otras voces también alertan de los peligros que representaría retar el ascenso de la vicepresidenta, la primera mujer y de color que llega al cargo.

Trump

Todo es inédito y potencialmente explosivo y las turbulencias pueden incrementarse por la reacción de Trump y los republicanos. El expresidente, favorito según las encuestas, y reforzado como líder único y todopoderoso de su partido, promete aprovechar el caos demócrata a su favor.

Este domingo, en un mensaje enviado a seguidores para recaudar fondos, ha escrito: «El aparato de Washington, los medios que odian a EEUU y el corrputo estado profundo hicieron todo lo que pudieron para proteger a Biden, pero acaba de abandonar la carrera con deshonra absoluta«. Y una idea que van a impulsar es que, si Biden no puede seguir como candidato, tampoco debería seguir como presidente.

Tres semanas de crisis

La candidatura de Biden se tambaleaba desde el debate con Trump en la CNN del 27 de junio, en el que el presidente dio una imagen de extrema fragilidad. Se mostró en ocasiones incoherente y en todo momento fue incapaz de contrarrestar las mentiras del candidato republicano, que este jueves, cinco días después de sobrevivir un intento de asesinato, otro momento extraordinario en esta campaña única, aceptó formalmente la nominación en la convención de su partido en Milwaukee.

Desde aquel debate, y pese al pánico desatado, la campaña de Biden, la Casa Blanca y el propio presidente no dejaban de insistir, y de forma tajante, en que nada había cambiado para el demócrata y que tenía fuerzas para seguir. Intensificó sus actos de campaña, ofreció dos entrevistas en televisión y, tras la cumbre de la OTAN, ofreció una rueda de prensa en solitario.

Nada calmó las dudas. Un goteo de congresistas demócratas pidieron a Biden públicamente abandonar. El grifo de muchos donantes se cerró. A Biden le llegaban mensajes (trasmitidos directamente o filtrados a los medios) de influyentes personalidades demócratas, encuestas y donantes clave, que expressaban la convicción de que tenía imposible ganar en noviembre ante Trump y de que, si se empeñaba en seguir, lastraría de forma demoledora a otros candidatos, permitiendo no solo que el republicano barra en su retorno al Despacho Oval, sino también que los republicanos se hagan con todo el control del Congreso.

La ‘traición’ de Pelosi y Obama

Ese es el mensaje que le lanzó personalmente y con más franqueza que nadie Nancy Pelosi, la antigua presidenta de la Cámara Baja que sigue siendo una de las figuras más influyentes y poderosas del partido y que ha sido fundamental para que Biden culmine muchos de los logros legislativos de su mandato.

Biden, su familia y su círculo más estrecho de asesores, según se ha filtrado, consideraron que Pelosi y otros líderes estaban traicionando y apuñalando por la espalda al presidente. Y entre quienes identificaban tras maquinaciones para que abandonara consideran que está también el expresidente Barack Obama.

Rechazo popular

En las últimas semanas a Biden se le ha recordado que no puede cambiar las percepciones públicas sobre su frágil estado y las dudas sobre sus capacidades físicas y cognitivas, dudas que se reflejaban en encuestas. En una de ellas, un 65% de los demócratas aseguraban que no estaba capacitado para continuar. Son preocupaciones que ya latían desde hace mucho tiempo entre votantes demócratas pero se extendieron a prácticamente todo el partido, y el país, tras la desastrosa actuación de Biden en el debate con Trump el 27 de junio.

Fue el pasado 17 de julio cuando el mandatario estadounidense abrió por primera vez la puerta a renunciar a su candidatura, pero solo si los médicos le diagnosticaban un problema grave de salud. A las pocas horas de haber dicho esto en una entrevista, Biden cancelaba su agenda porque había contraído el covid. En paralelo, algunas informaciones apuntaban a que, tras semanas de cerrazón y desafío, en las que se ha envuelto en su propio empecinamiento y en una armadura creada por su familia y sus aliados y estrategas más cercanos, Biden empezaba a estar «más receptivo» a escuchar los argumentos de quienes le instaban a abandonar.

Como parte de este cambio, el presidente también se avenía a estudiar las encuestas que retrataban el precipicio electoral por el que amenaza con empujar al partido, e incluso habría preguntado por las opciones que tendría Harris en un hipotético duelo electoral con Trump. La vicepresidenta es considerada el relevo natural y de consenso de Biden pese al perfil bajo que ha mostrado durante este mandato.

Fuente: www.elperiodico.com

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