La Fábrica de San Pedro montó en la Basílica una réplica hecha entre 1942 y 1943 que se expone hasta septiembre. Avanza la creación de un nuevo vidrio «antiproyectiles» para custodiar a la obra ícono del catolicismo.
D esde esta semana y por cerca de dos meses, los más de 25.000 visitantes diarios de la Basílica de San Pedro podrán admirar a la más famosa de las réplicas de La Piedad de Miguel Ángel mientras se avanza con la construcción de un nuevo blindaje compuesto por nueve capas de vidrio para la monumental escultura símbolo del Vaticano.
Esculpida en yeso durante cerca de un año por Francesco Mercatali, entre 1942 y 1943, la réplica expuesta en la entrada de la Basílica busca dotar a los visitantes de una obra muy apreciada para «compensar» la falta de unas de las joyas de la corona, la imponente escultura hecha entre 1498 y 1499.
Los trabajos para la restauración y puesta a punto de la Capilla de la Piedad, iniciados el 27 de mayo y que buscan estar terminados en septiembre, consiste en una serie de nueve cristales «irrompibles» y «antibalas», de máxima calidad y máxima transparencia para custodiar a la obra original.
Especialmente diseñado por un equipo de expertos, estará equipado con un innovador sistema de anclaje de alta tecnología, cuidadosamente estudiado en cada componente para la mejor protección y disfrute de la venerada y admirada escultura de cara a perfeccionar la mejor visibilidad y seguridad del icono mariano de cara al Jubileo.
La Piedad está protegida desde que el 21 de mayo de 1972 la imagen sufrió un atentado cuando un geólogo australiano de origen húngaro, llamado Laszlo Toth, golpeó el rostro y uno de los brazos de la Virgen con un martillo, lo que generó daños en el brazo y codo izquierdo, además de la nariz y los párpados.