Dr. Víctor Manuel Valle Monterrosa.
Como es costumbre en El Salvador, el 15 de septiembre se conmemora la independencia de Centroamérica, incluido El Salvador, con desfiles y música patriótica. El 15 de septiembre de 1960 los estudiantes universitarios salvadoreños organizaron un desfile pacífico y de luto. Y había razones. En menos de un mes, desde mediados de agosto, el tiranuelo de turno José María Lemus había escalado una represión política contra sectores populares.
El 2 de septiembre el estudiante Rodolfo Esquivel Salguero fue brutalmente asesinado a palos, por la policía, durante una invasión a las oficinas centrales de la UES, cuando también fueron apaleados brutalmente y encarcelados el Rector Napoleón Rodríguez Ruiz y el Secretario General Roberto Cuéllar Milla. El político, ex canciller y acaudalado cafetalero, fue capturado y también apaleado. Salvó su vida una fotografía tomada por el fotoperiodista Adrián Roberto Aldana y que fue publicada por un matutino: pero Canessa murió unos meses después, en Estados Unidos, a resultas de la paliza.
Por eso la patria estaba de luto y había que desfilar en concordancia con esos dolores. La AGEUS organizó el desfile de luto, los dirigentes con banderas y vestidos para la ocasión marcharon hacia la Plaza Libertad.
En la Plaza estaba la habitual ceremonia oficial, con desfile militar y de algunos centros educativos con el séquito del ceremonial acostumbrado: ministros, oradores y aedas de alquiler, elogiando a los próceres incluido el presidente Lemus. Por supuesto, esos dignatarios hacían caso omiso de la represión imperante. Era la historia de dos ciudades, dos realidades. Pero los desfiles, compartiendo el mismo espacio, colisionaron. Y comenzó la batalla desigual.
Irrespetando el Monumento de la Independencia y la cercanía de la Iglesia de El Rosario, que en ese tiempo fungía como Catedral Provisional, ya “…se sentía el ambiente muy cerquita del infierno”, como reza la mariachada y acto seguido sonaron los disparos de la Policía Nacional que en esa época no tenían métodos ni equipo antimotines, sino que usaban garrotes y balazos de plomo o acero para contener manifestaciones.
La acción represiva se extendió de la Plaza Libertad hacia la antigua Lotería Nacional (Tercera calle y sexta avenida) y cuando la calma de cementerios llegó la zona, en el ambiente caluroso de ese 15 de septiembre, quedó el cadáver balaceado del joven Rodolfo Rivas Guardado, en medio de un charco de su propia sangre, y sus asesinos de uniforme pavoneándose con las armas aún en la mano.
Pasados 64 años, aún flotan en mi memoria esos recuerdos. La represión alcanzó su clímax ese 15 de septiembre de 1960. El teniente coronel José María Lemus fue derrocado mes y medio después, el 26 de octubre de ese año, ante el empuje de la protesta popular.
Lo destacable es que ese 15 de septiembre de 1960 Rodolfo Rivas Guardado, un mártir popular, le dio vida a la línea del Himno Nacional que tantas veces cantamos desde niños; “Con su sangre escribió libertad”. Y es que esa atrocidad oficial le da sentido al otro verso del Himno Nacional cuando dice de El Salvador que “Dolorosa y sangrienta es su historia”. Ojalá algún día El Salvador celebre el Día de la Independencia libre de dolores y emancipado del subdesarrollo que golpea a las mayorías.