Las condiciones que en general las sociedades atraviesan son consecuentes con causas tanto endógenas como exógenas, sobre las cuales en lo que toca a las primeras, son enteramente responsabilidad de las propias sociedades.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
¿ Cómo? Las nuestras son democracias representativas, lo que supone nuestra renuncia voluntaria como ciudadanía a gobernarnos, en favor de los partidos políticos.
¿Mmmm? No. Ningún partido, ningún candidato están obligado legalmente a cumplir lo que han prometido si son elegidos electoralmente, y la ciudadanía carece por tanto de los recursos legales para así obligarlos; esto solo ha contribuido a que la población en general se hastía de la política tradicional, la cual es vista como corrupta en general, y es por extensión una de las razones que explotara a su favor en su momento, quién ahora nos gobierna ilegalmente.
En esa línea y para corroborarlo, hagamos un ejercicio. ¿Has notado cuánto de lo prometido por los diferentes partidos en el poder han cumplido?, ¿Qué porcentaje? Examinemos los gobiernos de los últimos 35 años, comenzando por el desgobierno de arena, el cual detento el poder durante 20 años, sin hacer nada.
No podemos señalar las obras de aquellos desgobiernos, pues no erigió ninguna, llegando al colmo y descaro de inaugurar obras inexistentes físicamente, o de entregar documentos de propiedad sin valor, además de desfalcar el total de los activos estatales, e imponer el reino de la corruptela y la impunidad a la nación.
La gestión de izquierda por otro lado, se destacó por administrar bien la crisis que heredó, impulsando la generación de obras de utilidad pública, de conexión y desarrollo, que todavía se están inaugurando, y que de hecho se ha apropiado políticamente el actual régimen.
Más allá de eso lamentablemente olvidó que por sobre quedar bien con los financistas extranjeros, se debió apostar al desarrollo social, a la gente, a generar empleos, a acabar con la cultura de la impunidad, del enriquecimiento ilícito, de cerrar los espacios a los oportunistas que reptaron en ambas gestiones de izquierda, y que ahora avergüenzan su ideario político.
En lo tocante a la actual, pues, pues no ha hecho nada. Además de contraer una deuda que supera los 24 millardos de dólares, no reflejada en obras de infraestructura, desmonto la frágil institucionalidad tan difícilmente construida, haciendo del estado salvadoreño, un estado ausente, que ha abandonado a la población a una absoluta indefensión con precedentes solo en los desgobiernos militares.
Por supuesto esto solo ha podido derivar en un cansancio político absoluto de parte de la población, que pudimos con crudeza apreciar en el pasado proceso electoral, al que apenas asistiera menos del 24% de la ciudadanía, en manifiesto repudio al absoluto grado de descomposición política al que hemos bajo la actual dirección llegado.
Esto, si bien comprensible de parte de la población, es inaceptable, pues las soluciones no vendrán jamás de esta corrupta y degenerada dirección, sino solo de parte de la población, por lo que participar no es una opción, es un deber que deberemos cumplir.
*Educador salvadoreño