Con Trump: más de lo mismo pero peor

Ganó el Partido Republicano y Donald Trump -que controlará los Legislativo y Judicial-. Agencias, periodistas y analistas rellenaron espacios enumerando la lista seleccionada de quienes llamaban o escribían para felicitar al ganador y destacaban el telefonema entre Trump y Claudia Sheinbaum (sin aclarar quién marcó el número del otro) y trataban de averiguar cuándo se verían personalmente el futuro mandatario y Vladimir Putin.


Por: Ruben Montedonico Rodríguez


V ale que recordemos que Trump ha sido juzgado por 34 delitos graves -por lo que espera que se dicte la correspondiente condena-, tiene tres juicios en curso debido a otras tantas acusaciones por tropelías; todo lo anterior -que forma parte destacada de su currículo- no le impidió presentarse como candidato, votar en un estado distinto (Florida) al que fue juzgado (Nueva York), declarado ganador de los comicios y futuro presidente, de lo que hasta ahora es la nación más rica y con las FF.AA. con mayor dotación presupuestal.

Al partir de una base capitalista, colonialista y patriarcal -donde la prioridad siempre ha sido preservar la continuidad global del capitalismo y encontrar nuevas oportunidades de dominación- intenta aprovechar el permitir negocios (junto o separado de la UE) en medio de la crisis ecológica, según da a entender el luso Boaventura de Sousa Santos. Cuando apunto al capitalismo y me refiero a actos públicos o privados de sujeción al sistema, insisto en que es lo central del sistema.

De las primeras medidas anunciadas por Trump, concluimos en Latinoamérica que las fiscalidades (aranceles) que impondría a nuestros productos provocarán incrementos en los precios para los exportadores de naciones emergentes en dependencia (total o parcial) de la demanda estadunidense.

“Esto, entre otras cosas, lo puede hacer porque tiene un pueblo entrenado en las iglesias para cerrar los ojos y reemplazar la realidad con el deseo hasta que la realidad cambie. Porque para la mentalidad religiosa, la realidad narrativa importa más que la factual: “En el principio era el verbo…”, escribió en su colaboración en Página 12 mi paisano Jorge Majfud el 7 de noviembre.

Por su lado, en la evaluación de Daniel McCarthy -editor de Modern Age: A Conservative Review– “La victoria de Trump equivale a un voto público de desconfianza en los líderes y las instituciones que han configurado la vida estadunidense desde el final de la Guerra Fría, hace 35 años”. Agrego: entiendo que desde unas décadas antes.

Fernando López D’Alessandro escribió en La Diaria, de Montevideo, sobre lo que impartió la anarquista ítalo-oriental Luce Fabbri (1908-2000) desde su cátedra en Humanidades o donde fuera: “un siglo atrás, los fascismos fueron la contrarrevolución preventiva”. En tanto, escribe López D’Alessandro “hoy, las nuevas derechas radicales no buscan preservar el capitalismo, quieren transformarlo en algo peor”.

Un tema básico, como apuntábamos la semana pasada, con seguridad es el de la migración, las presiones en la frontera sur estadunidense, obviamente desde México – país de paso de migrantes y productor de migraciones- Guatemala, Honduras y El Salvador. México es el mayor proveedor de productos extranjeros a EEUU y este es el país donde adquiere más del 80% de lo que importa. En este terreno, se conjuntarán la habilidad diplomática mexicana -a prueba en el mediano plazo- con la revisión de los acuerdos tripartitos del T-MEC (con EEUU y Canadá).

Otro ítem relevante lo constituyen las remesas -dinero que los migrantes remiten desde EEUU a sus países de origen-, donde me parece que la Casa Blanca “es mano” para su eventual regulación (como medio de chantaje).

Asimismo, mi creencia es que lo enumerado se puede dar simultáneamente con otras acciones, pero en todo caso éstas se resumirán como de segunda consideración, estando el peso mayor contra China Popular, los intentos por evitar su engrandecimiento y competencia. AL, en todo caso, seguirá siendo considerada por Washington como “patio trasero” o zona de refugio, según la particular forma estadunidense de entender y aplicar la “doctrina Monroe”.

Es innegable que el seguimiento y resolución de los comicios en EEUU nos dará pistas válidas acerca del futuro del capitalismo, un sistema inamovible de explotación de los trabajadores, con el sustrato que lo anima como acuerdo de círculos del capital, indivisibles e incorregibles para quienes lo padecen.

Lo anterior es tan cierto como que existen diferencias entre las prácticas de un partido y otro de acuerdo con la fase capitalista que les toque administrar. Afirmo que no es lo mismo un gobierno demócrata que uno republicano, aunque ambos tengan como máxima la ganancia a través de la explotación de los asalariados. Los acentos de uno y otro, sus relaciones con otras naciones (capitalistas o dependientes) no serán -en general- similares. Lo que sí permanecerán invariables será la apropiación del capital, las áreas de pretendida o real influencia, en tanto puede variar la forma en que se imponga el sistema.

Como en otros casos, entiendo con el analista argentino Julio Gambina que “no alcanza con la izquierda institucionalizada ni en ciertos agrupamientos en desarrollo, ya que se requiere mayor densidad social organizada y movilizada articuladamente. La propuesta es sumar los programas como parte unificada de un reclamo por otro rumbo”, en sentido contrario a la lógica del capital.

Resulta imprescindible la unidad para enfrentar la ofensiva imperialista y de las derechas, envalentonadas para desalojar cualquier posibilidad de crítica o mitigación de los efectos de sus políticas reaccionarias: por eso el mundo asiste a un tiempo de “sanciones unilaterales” empujadas desde Washington que procura desarticular cualquier perspectiva de cooperación global, incluso en contra de la propia lógica de internacionalización de la producción capitalista.

La unidad de lo diverso en la búsqueda de reinstalar una perspectiva de revolución contra el capital es lo que anima la reflexión en momentos de consensos electorales de la derecha.

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