El Tribunal Supremo Electoral al concluir el escrutinio final de las elecciones del 3 de febrero de 2019, registra una participación ciudadana de dos millones setecientos un mil novecientos noventa y dos votantes que representan el 51 por ciento del padrón electoral, de los cuales más de un millón cuatrocientos mil votos fueron para el candidato de GANA, Nayib Bukele, que le dio una victoria con el 53 por ciento de los votos válidos.
Los resultados, anunciados con anticipación con algunas variantes por todas las encuestas de centros universitarios y casas encuestadoras, nos indican que estos estudios no deben desestimarse como insumos para diseñar y realizar la campaña electoral, que en esta ocasión tuvo como novedad el uso de las redes sociales, que fueron aprovechadas al máximo por el candidato ganador, modalidad que deberá estudiarse para la futura promoción de los proyectos políticos que pretendan obtener respaldo popular.
Lo que las encuestas no detectaron fue el alto ausentismo registrado, fenómeno social que no es bueno para la democracia, en tanto le resta legitimidad y credibilidad al sistema político. En esta contienda se esperaba una mayor participación pues competían tres candidatos con muchas fortalezas, por ello se estimaba un porcentajes de votantes que superara el 60 por ciento, no fue así y en esto las encuestas no acertaron.
A pesar de que el respaldo popular real para el ganador es de un 27 por ciento, es decir ni siquiera de un tercio de la población, es suficiente para la formación del nuevo gobierno; sin embargo, ésta limitada legitimidad debe ser motivo de preocupación y de reflexión por parte de todos los partidos políticos y especialmente de quienes gobernarán a partir del uno de junio.
Tanto ARENA como el FMLN pasarán a ejercer una oposición desde su propio ideario, ARENA continuará demandando medidas neoliberales, nuevas privatizaciones, como la privatización del agua por ejemplo; que el FMLN junto al movimiento social logró detener, por su parte el FMLN como oposición desde su ideario popular y revolucionario demandará el respeto y conservación de las conquistas sociales para la consolidación de un sistema de justicia social.
La pregunta es hacia qué lado se inclinará el nuevo Presidente que tendrá a GANA como partido de gobierno, un partido de derecha, salpicado hasta sus cimientos por la corrupción, que aún no saca las uñas, pero que no vacilará en aliarse con ARENA, partido del cual proviene para presionar y lograr beneficios patrimoniales o de cargos públicos tal como ya lo están haciendo al reclamar el total de la deuda política y la presidencia del Tribunal Supremo Electoral.
En este contexto, el FMLN no está paralizado, se prepara para adoptar los cambios que la nueva realidad política le demanda, tanto en sus métodos, estrategias y elección de sus organismos de dirección, con la participación de nuevas generaciones de jóvenes revolucionarios con capacidad para asumir las tareas que la construcción de una sociedad justa, democrática, segura, libre y equitativa le demanden.
*Filósofo salvadoreño