Con motivo de una gran exposición sobre el Tyrannosaurus rex el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, paleontólogos de esta institución reconstruyeron la probable apariencia de una cría de esta especie de dinosaurio.
Lejos del aterrador aspecto con el que se suele retratar a ese gran depredador prehistórico, el pequeño tiranosaurio, nacido de la mano de la animación, se ve como una criatura frágil del tamaño de un pavo y cubierta de pequeñas plumas o pelusa de tono amarillento.
Así, este pequeño «monstruo tierno y mullido» dista de la imagen tradicional que se tiene de los tiranosáuridos —la familia de dinosaurios terópodos que incluye al T. rex—, que de adultos están provistos de una piel áspera y escamosa, observa el portal Science Alert.
Y a pesar de que hace unos años se descubrió a un antepasado de esa especie cuyo cuerpo estaba cubierto de plumas, hasta ahora los fósiles de tiranosaurios no aportaron prácticamente ninguna evidencia a favor de que este último también tuviera plumaje.
Sin embargo, los expertos del museo creen que los T. rex bebés pudieron haber estado cubiertos de plumas en algunas partes de su cuerpo, como por ejemplo en la zona alrededor del cuello, logrando así mantenerse a salvo del frío y fuera de la vista de otros carnívoros.
Si bien los ejemplares adultos no tenían muchos depredadores capaces de cazarlos, más del 60 % de los tiranosaurios moría antes de alcanzar un año de edad en gran medida a causa de otros depredadores y las condiciones ambientales, por lo cual este camuflaje y abrigo podrían haber sido de gran utilidad para sobrevivir.
Si bien esta apariencia del bebé T. rex resulta, al menos por el momento, imposible de comprobar de manera fehaciente, la reconstrucción de los paleontólogos no deja de apuntar al vínculo de este animal extinto con sus parientes vivos más cercanos: las gallinas y los avestruces, cuyos polluelos están cubiertos de un plumaje sumamente semejante.