EE.UU.: El legado de Bernie Sanders y la batalla por el 2020

Las elecciones presidenciales de 2016 fueron un gran revés para los movimientos progresistas en Estados Unidos. Pero la campaña del senador independiente por Vermont, Bernie Sanders, en las primarias internas del Partido Demócrata, deja un legado importante para esas organizaciones que conviene revisar con más cuidado.

Apenas tres días después de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de EU (el 20 de enero de 2017), se funda la organización ‘Demócratas por la Justicia’ (‘Justice Democrats’, en adelante JD). Sus dirigentes son Cenk Uygur, Kyle Kulinski (del programa Secular Talk), ambos comentaristas políticos ligados al programa creado por el primero, The Young Turks (TYT), y algunos dirigentes de la campaña presidencial de Bernie Sanders, entre ellos, Corbin Trent, de Brand New Congress, y Saikat Chakrabarti, ahora jefe del equipo de Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva representante demócrata por el 14º distrito de Nueva York, a la que nos volveremos a referir más adelante. A partir del año pasado, la directora ejecutiva de JD es Alexandra Rojas, otra mente brillante a la que habrá que seguir muy de cerca.

El diagnóstico y la solución
Justice Democrats parte del supuesto, adecuado desde mi perspectiva, de que la mayor parte de la población aprueba las políticas progresistas que ellos enarbolan, entre ellas el Nuevo Pacto Verde, un sistema de salud universal (Medicare for all), educación universitaria pública y gratuita, y la abolición del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que actualmente gestiona los centros de detención para migrantes y la política de separación y detención de infantes, implementada por el gobierno de Donald Trump, entre otras propuestas. Su llamada «Plataforma por la Justicia» concentra toda una agenda concreta que realmente vale la pena revisar.

Sin embargo, a pesar de que las encuestas de opinión demuestran que estas posturas son sumamente populares, la corrupción de los políticos pro-corporativistas en Washington hace prácticamente imposible que esta agenda pueda implementarse.

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