Históricamente los patronos, entiéndase empresarios, para el caso del sector privado y funcionarios de gobiernos dictatoriales para el caso del sector público han rechazado la organización sindical de los trabajadores. En épocas de dictadura los líderes sindicales fueron perseguidos, encarcelados, asesinados para evitar que naciera un sindicato.
En el mundo entero hay hechos históricos que demuestran la capacidad transformadora de los trabajadores sindicalizados, en tanto fueron vanguardia para el establecimiento de una jornada laboral de ocho horas; el descanso del séptimo día; beneficios por tiempo de servicio, seguridad en su entorno de trabajo, salarios dignos y garantías mínimas para su estabilidad laboral; reivindicaciones que no son una regalía de los patronos, sino una pequeña retribución a los trabajadores por producir la riqueza nacional de su país.
Las conquistas laborales siempre se han logrado desde abajo, con los trabajadores organizados, quienes solidaria y fraternalmente luchan por todo el universo, de tal forma que los beneficios de estas conquistas favorecen a organizados y no organizados, independiente de su preferencia política y electoral.
En ocasiones su lucha trasciende el ámbito de su propio gremio como fueron las marchas blancas protagonizadas por el STISSS y el Sindicato de Médicos Trabajadores del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, SIMETRISSS, quienes acompañados de otras fuerzas sociales y políticas, detuvieron la privatización de la salud y mantienen alzada su voz frente al actual y futuro gobierno, para fortalecer el sistema nacional de salud.
De igual forma los sindicatos del sector público, también acusados por la ANEP de haber sido creados de forma exprés, conquistaron un salario mínimo de 300 dólares, para el área urbana superando la posición de la patronal privada que se opuso a dicho salario.
El respaldo del FMLN a la sindicalización no es algo coyuntural por un cambio de gobierno, la organización de la clase trabajadora es una tarea ineludible inherente a su lucha revolucionaria por la construcción de una nueva sociedad, al margen de que los trabajadores, en la defensa de sus intereses, deben y pueden organizarse libremente y por ser la sindicalización un derecho universal consagrado en nuestra Constitución y el derecho internacional, todo funcionario está obligado a respetarlo, en tanto el sindicalismo es una fuente de transformación que aboga por la justicia social.