(Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*)
En la actualidad, la presión social y el momento político imponen la evaluación del cuestionado sistema de pensiones privado, que logra grandes beneficios financieros, sin derivar ello en mejores condiciones para sus usuarios.
La administración Calderón que fundó las AFP´s si recordamos nos ofreció una imagen decadente del sistema de pensiones estatal, de acuerdo a la cual, supuestamente era insostenible y, por tanto, impostergable su sustitución por uno de carácter privado, bajo el supuesto de que estos lo harían operar con ganancias.
Sin embargo, es falso que el sistema oficial no funcionara, puesto que, en 1998, el año de su realización tuvo un beneficio de $74,000,000.00 – no colones – de acuerdo a las bitácoras institucionales de la época, por lo que, en términos administrativos, requería apenas de ajustes de gestión a entender de los análisis propuestos por el colegio de economistas.
Por otro lado, si consideramos los beneficios que le siguieron a la creación de las AFP´s, los habidos entre 2000 y 2004, fueron por $486,000.000.00, mismos que sin embargo no se reflejan en las pensiones resultantes, que van desde los $207.00 hasta los $507.00, mientras apenas 8218 pensionados en este esquema, se benefician de pensiones superiores a $806.70.
Esta élite pensionista se opone a cualquier reforma del sistema.
A pesar de tales ganancias simplemente el sistema “fracasó”, en términos de que no puede sostener a los pensionados y apenas un lustro luego de su fundación, la administración Flores lo salvó, imponiendo al Estado el pago de pensiones luego de agotados los ahorros que reúna el ciudadano en su vida laboral.
Aquí una de las tantas perversiones del sistema, puesto que el Estado (es decir todos, a pesar de no estar incluidos en el sistema), asume el coste de la conservación de un sistema que no beneficia a los usuarios, que se ven por lo mismo obligados a mantenerse en servicio – a pesar de su salud, del coste en el que ello deriva y de la consecuente inviabilidad de ofrecimiento de su plaza al reemplazo que le sustituirá, pues debe seguir ejerciendo dado que no puede, porque no podrá mantenerse, jubilarse.
Es decir, el trabajador y por esta perversa operación, mantiene un sistema que no le beneficia, y si deteriora su calidad de vida.
Por otro lado, tampoco el Estado, que salva al sistema sin recibir los recursos para ello, debe, descuidando otras obligaciones, asumir el mantenimiento del mismo.
Es decir, la privatización en la década de los 90´s de la cosa pública no tuvo otro propósito que el de trasladar a los privados los bienes públicos, derivando a su vez los costes de ello en la población, traduciéndose en ganancias para los particulares, quienes incrementan con esta fórmula sus haberes, mientras empobrecen a la población.
Debemos concluir entonces que las AFP´s son un fracaso en términos del servicio que prestan, que el sistema debe sustituirse por otro que, si cumpla tal función, generando y ofreciendo pensiones dignas y sustentables, que no amenacen al Estado y que sea viable.
*Educador salvadoreño