Migración

(Por: Luis Arnoldo Colato Hernández, educador)


Las personas abandonan a sus familias y país por razones económicas, buscando aquello de lo que carecen en sus lugares de origen: prosperidad.

Se exponen a riesgos en su busca, entendámoslo, no por hobby, deseo de aventura o simple distracción, sino porque carecen de opciones.

En el caso del migrante ilegal salvadoreño empero, hay que subrayar una particularidad: el volumen que lo conforma ha disminuido dramáticamente (de 700 migrantes ilegales diarios en 2009, a 278 en el presente, de acuerdo a la oficina de migración), dando la razón a los informes que por separado presentan el BID y el BM en torno a la reducción de la pobreza en nuestro país, en los últimos 2 quinquenios.

El mismo informe sin embargo subraya el que algún porcentaje de estos migrantes se movilizan por la inseguridad, es decir, expulsados por las condiciones de violencia social que flagelan al país.

La búsqueda en el extranjero, de salarios dignos se fundamenta entonces y de acuerdo a estas entidades, en la desigual distribución de la riqueza, que beneficia del crecimiento económico a apenas el 1% de la población, agravándose en razón del género, exponiendo a la mujer a menores salarios por iguales responsabilidades, constituyéndose en causal no solo del fenómeno que nos ocupa, sino además de la violencia derivada, que es otro factor determinante de la misma.

Hay que señalar además que este círculo vicioso se alimenta históricamente de la estrechez territorial, agravado por la carencia de recursos naturales, y de que jamás en el pasado se consideró estimular la única riqueza de la que disponemos: nuestra gente, a la que se le negó la debida formación técnico académica que le permitiera soslayar las limitaciones territoriales e históricas, conformándose la tipología del recurso humano que tenemos.

Ésta mezcla caracteriza a nuestro migrante, lo que explota el ejecutivo estadounidense, acostumbrado a inflamar su discurso destacando lo que según éste descalifica en términos legales, morales, religiosos y raciales a nuestros compatriotas para así negarles laborar en territorio estadounidense.

Omite el señor Trump en su diatriba, que nuestros paisanos si bien faltan a la legislación migratoria estadounidense, en su mayoría pagan religiosamente sus obligaciones al fisco (39 mil millones de dólares anuales, de acuerdo al IRS y a REES), lo que demuestra que estos no solo prosperan para sí, sino que además contribuyen al crecimiento y prosperidad de EU.

Finalmente hay que señalar que las condiciones indicadas arriba se agravarán de concretarse la suspensión de ayudas al triángulo norte centroamericano, pues son sustentadas y defendidas por EU, adalid del modelo económico, causal de las desigualdades sociales, volviéndolo corresponsable de la migración ilegal, dado que los ciudadanos procuran a través de ella escapar a las injusticias estructurales generadas por éste.

Mínimamente sobre tan grave tema, Trump debiera asumir una actitud consecuente, pues la marea incontrolable de inmigrantes resultante será su responsabilidad, al impedir que la legalidad en el tránsito trasnacional opere, denegando antojadizamente éste, violentando elementales normas jurídico-internacionales, así como vulnerando los más elementales derechos humanos.

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