El símbolo de Francia y de Europa, la emblemática catedral de Notre Dame de París que este lunes se vio afectada por un pavoroso incendio, es uno de los edificios más reconocibles del mundo. Además de ser una de las mayores atracciones turísticas del mundo, el templo también guarda reliquias históricas y religiosas de valor incalculable, como la Corona de espinas, que forma parte de los tesoros de la catedral desde 1801.
La historia de la icónica catedral se remota a tiempos anteriores a su fundación, atesorando a lo largo de los siglos una amplia tradición arquitectónica.
‘Prehistoria’ del buque insignia del gótico
El primer santuario parisino —una iglesia cristiana primitiva— fue levantado en el siglo IV y poco después fue reemplazada por una basílica merovingia. Más tarde se construyó en su lugar una catedral de la época carolingia y, finalmente, el lugar albergó a una catedral románica, cuyas piedras se utilizaron para la construcción de Notre Dame. Se cree que la primera piedra del futuro templo fue colocada por el papa Alejandro III en 1163, que consagró solemnemente la construcción de la catedral. Sin embargo, aún se tiene la duda de si fue él o el obispo parisino Sully.
Debido a la falta de fondos, la construcción de Notre Dame fue gradual y se prolongó por espacio de casi dos siglos. El altar mayor no se completó hasta 1182, mientras que las torres no se terminaron hasta 1250. La edificación de la Catedral tocó a su fin solo en 1345, aunque después se llevaron a cabo numerosas modificaciones.
Decapitaciones
La planta en forma de cruz latina es muy común para las catedrales católicas, pero en el siglo XII, cuando se inició la construcción de la Notre Dame, el estilo gótico aún no estaba firmemente implantado en la arquitectura, siendo París un pionero en este sentido. Curiosamente, la catedral nunca contó con un único plan de construcción que cambió a menudo, como también lo hicieron los arquitectos.
La fachada de Notre Dame está decorada con numerosas esculturas. Las estatuas de la famosa Galería de los reyes, que representan a 28 reyes de Judea e Israel del Antiguo Testamento,son una restauración de las esculturas originales que resultaron dañadas tras la Revolución Francesa.
En 1793 Maximilien Robespierre, uno de los máximos líderes del movimiento revolucionario, ordenó decapitar las estatuas creyendo que representaban a los monarcas franceses. Por esta razón, de las esculturas originales solo quedan algunas piezas que en estos días se conservan en el Museo de Cluny. Las cabezas de 21 de las 28 estatuas se preservaron gracias a un parisino, que las enterró debajo de su casa con todos los honores. Durante la restauración de su mansión, en 1977, los restos de las esculturas fueron recuperados.
La mayoría de los famosos rosetones de Notre Dame también fueron destruidos durante la revolución. Solo tres del casi centenar de vidrieras del siglo XIII se conservaron hasta nuestros días, mientras que las demás fueron reconstruidas en el siglo XIX junto con las estatuas de los reyes, en el marco del proyecto encabezado por el famoso arquitecto Eugène Viollet-le-Duc.
‘Pacto con el Diablo’
La construcción de la catedral nunca ha estado exenta del misticismo. Según cuenta la leyenda, las puertas de la hermosa fachada principal fueron creadas con la ayuda del Diablo. Supuestamente, el herrero encargado de terminarla hizo un pacto con Lucifer para poder finalizar la obra a cambio de su alma.
La leyenda dice que una mañana el herrero fue hallado inconsciente al lado de las puertas terminadas y que unos días más tarde el hombre murió. Las puertas fueron instaladas, pero a la hora de la inauguración, los clérigos vieron que no podían abrirse. Al parecer, las cerraduras se abrieron solo después de que las rociaran con agua bendita.